Las etapas vitales, más flexibles y menos rígidas que en el siglo XX. Afirman que por la expectativa de vida las fronteras entre vejez, madurez y juventud son cada vez más difusas. Por el avance científico, ni siquiera hay límite biológico para dar a luz.
“Cada vez existen menos conductas esperables para una edad determinada”, dice el médico psiquiatra Juan Eduardo Tesone. “Todos los signos son más ambiguos e indefinidos, se pretende y se valora más el recorrido personal que el establecido por los estereotipos de vida clásicos –amplía Ximena Díaz Alarcón, de la consultora Trendsity–. Es evidente el cuestionamiento a los límites entre los segmentos etarios”. ¿Quién dice “estoy viejo para eso” o “soy demasiado joven”? El estilo de vida típico de la madurez, la juventud o la vejez, se desdibuja. Los códigos –para vestirse, para consumir cultura, para fijar objetivos– se comparten más allá de las diferencias de edad como no ocurría décadas atrás.
Se trata de la época de los ciclos de vida flexibles. Los expertos que conversaron con Clarín creen que el futuro dejó de planificarse como un camino de metas alcanzables en etapas rígidas. Factores como la extensión de la esperanza de vida y el boom de las cirugías estéticas favorecieron el fenómeno.
Pero esta transformación empezó a intuirse hace unos años. Sorprendía el Síndrome Peter Pan, el de aquellos jóvenes que seguían viviendo como adolescentes o en la casa de sus padres aun de grandes. La calle describió, irónicamente, a los “pendeviejos”, hombres canosos de actitud juvenil. En las ciudades crecieron los que elegían vivir solos, sin obligarse a formar familia a la edad “prefijada” por la cultura. Los sociólogos advirtieron que la adolescencia duraba más tiempo y que también se adelantaba. Nacieron los chicos “between”, de entre 7 y 11 años, que copian la moda y el discurso de los adolescentes. Los adolescentes, al mismo tiempo, se volvieron más adultos y autónomos, impulsados por la intimidad de las nuevas tecnologías.
En ese baile, algunos abuelos se volvieron cool. Al estilo de Chiche Gelblung, hubo quienes copiaron a un nieto y se animaron al tatuaje. Otros, conocieron experiencias extremas. Como la cordobesa Delia WehtHollman, que el año pasado, a un mes de cumplir 76, saltó en paracaídas por primera vez y se lo contó a los medios. Así, salirse del libreto dejó de merecer la crítica social y se transformó en un valor, mientras en instituciones tradicionales se habilitaron nuevas posibilidades, como el Matrimonio Igualitario. La maternidad cambió. AnnegretRaunigk, una alemana de 65 años, acaba de tener cuatrillizos. Acá, la ley nacional de Fertilización Asistida, de 2013, no impuso límite de edad para los tratamientos.
Las grandes marcas conocen el fenómeno. Mariela Mociulsky, de Trendsity, da detalles: “El consumidor de hoy busca divertirse, defiende su creatividad, el juego, la posibilidad de cambiar y sobre todo elegir lo que desea. Ahora, los adultos valoramos la capacidad de redefinición y de adaptación. De alguna manera, nos ‘adolescentizamos’ y consumimos por fuera de nuestro rango etario”.
Así, algunas multinacionales de los videojuegos lanzaron entretenimientos para adultos, en el rubro textil, Rapsodia aplicó la estética del rock en ropa para chicos y Converse tentó con mini zapatillas cancheras para bebés. Queda claro: el género sexual y la edad cronológica ya no son coordenadas estables para apurar una compra. Los veteranos pueden probar productos pensados para jóvenes y al revés, también.
Hubo conceptos que perdieron precisión. ¿De qué edad a qué edad va la juventud? ¿Cuál es exactamente la mediana edad? Los roles se hicieron elásticos. ¿Por qué un padre no puede ir a un recital de rock con sus chicos?
“Se borran barreras que antes estaban definidas por la edad y, en muchos casos, por prejuicios. Ya no son tan claros como antes los gustos generacionales”, dice Tesone, miembro de la Universidad de París XII y de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). “Hoy, se puede definir a alguien como joven o viejo en función de su vitalidad y capacidad plástica de innovación. No depende del DNI”, precisa.
Paradójicamente, crece también la tierra fértil para los muy conservadores. Tesone, aporta: “En algunos, la ambigüedad puede despertar angustia y la reacción de exigir definiciones sin lugar a duda y a lo equívoco. Cuanto más frágil la persona, más certezas inequívocas va a requerir”.
Mientras tanto, la vida transcurre, desprejuiciada. Juan Carlos e Inés, una pareja de jubilados amiga de este cronista, preparan un viaje a Macchu Picchu. “Para no gastar, estamos averiguando los precios de hostels”, aseguran.
(fuente: Clarín – 6/6/15)
(Muchas gracias Jorge Bonvín por la colaboración)