Probamos este renovado modelo mediano, fabricado en la Argentina, que además de recibir una actualización estética, incluye ahora un sistema de frenado de emergencia en ciudad, que actúa en caso de que el conductor estuviera distraído, y mejora el asistente de estacionamiento automático.
Con una trayectoria de más de 100 años en el país, Ford es una de las marcas más reconocidas en nuestro mercado. Y sus modelos de producción nacional siempre son referentes, como los recordados Falcon o Taunus. Y ahora el que ocupa ese lugar es el Focus, vehículo que acaba de renovarse, con cambios estéticos en su diseño y la incorporación de más tecnología.
El Ford Focus se fabrica hace 15 años en la planta que la marca tiene en General Pacheco (primero llegó importado de España, en 1999). De esa línea de montaje han salido más de 535.000 unidades y en el país se llevan comercializados más de 166.000 vehículos, siempre con las opciones de carrocería de cuatro y cinco puertas.
Ahora el que llega es la renovación de la tercera generación. Lo primero que salta a la vista es el rediseño. El mediano del óvalo adopta así los trazos de la evolución del Kinetic Design, que ya estaba expresado acá en modelos como el Fiesta y el Mondeo. La trompa luce una nueva parrilla, de “boca grande”, con barras horizontales cromadas en la versión Titanium (ver recuadro), unidad utilizada durante el lanzamiento regional que se hizo en Brasil. También cambiaron los faros, la parte baja de la trompa y el capot. En los laterales no se aprecian mayores cambios, salvo por los nuevos diseños de llantas, que ahora también son distintos según el tipo de carrocería (4 o 5 puertas). Atrás sí aparecen modificaciones algo más notorias, con cambios en el dibujo interno de las luces y un nuevo portón trasero. De todos modos, la arquitectura es la misma del modelo anterior.
Y eso no es una mala noticia. Desde que llegó al mercado, el Focus marcó una referencia con su gran comportamiento dinámico: hace 15 años ya ofrecía suspensión trasera independiente y actualmente hay rivales que siguen teniendo un esquema con eje rígido.
Es con esto que el Focus marca una gran diferencia. Es un auto agradable de manejar y que es capaz de trazar curvas con absoluta precisión. No tiene marcados balanceos de carrocería y su confort de marcha en líneas generales es muy bueno. Aunque hay quienes prefieran una amortiguación más mullida, que copie menos el camino como lo hace este Focus.
Mecánicamente no tiene sorpresas. Mantiene las opciones nafteras de 1.6 y 125 CV y de 2.0 y 170 CV. Este último es el que lleva la versión que manejamos y fue en combinación con la caja automática de doble embrague de seis velocidades. Se trata de un conjunto que responde muy bien en marchas medias y altas pero que muestra ciertas brusquedades en las bajas. La respuesta de aceleración del propulsor es más que óptima para un modelo de esta categoría. Un gran cambio a favor que tuvo es la incorporación de las levas detrás del volante para hacer los cambios de modo manual. El anterior tenía un muy poco intuitivo botón en la palanca de cambios.
Pero la gran incorporación es el Active City Stop. un sistema que puede frenar el vehículo en forma automática y sin intervención del conductor. Un radar ubicado en el parabrisas se vale del reflejo que producen las luces posteriores y la chapa patente de otros autos para medir la diferencia de velocidad entre ambos. De ser necesario, aplica los frenos. Funciona a menos de 50 km/h y si bien no siempre impide el impacto (en Ford dicen que lo podría hacer por debajo de los 20 km/h), reduce la fuerza del choque y sus consecuencias. No reconoce a peatones ni ciclistas.
Tablero de instrumentos, con cambios en los indicadores de aguja como en el display digital.
En este Focus también se mejoró el asistente de estacionamiento automático. Ahora es posible que el sistema también lo haga en forma perpendicular (antes lo hacía solo en paralelo al cordón). Sensores reconocen el lugar disponible y avisan al conductor, que solo se tiene que encargar de acelerar y frenar; las maniobras de volante las realiza el sistema.
Al cierre de esta edición Ford aún no había comunicado los precios del nuevo Focus, a la espera de la modificación del “impuesto al lujo” por parte del Gobierno. Lo cierto es que la versión Titanium de la versión anterior fue alcanzada por la primera escala del gravamen, lo que lo dejaba con un precio de $ 378.400. Por eso habrá que esperar los cambios para ver si esta versión es alcanzada por el impuesto. De ser así, complicaría muchísimo su comercialización.
Diferencia entre las versiones
Para esta ocasión Ford parece haber puesto más empeño para diferenciar las distintas versiones que componen la gama. La más notoria se da en la Titanium con el resto de las opciones. Para la más equipada se optó por una parrilla de barras horizontales cromadas, mientras que el resto de las versiones llevarán un “boca” de color negro con un tramado tipo panel de abejas (fotos de abajo).
Pero las diferencias no se quedan ahí. Las versiones SE Plus y Titanium tienen diseños de llantas diferentes entre si y distintas según el tipo de carrocería (cuatro o cinco puertas).
Parrilla estilo «panel de abejas» para las versiones S, SE y SE Plus
Solo las S y SE comparten el mismo modelo de llantas. En materia de equipamiento hay que destacar la incorporación del sistema My Key para toda la gama, que permite personalizar y limitar algunos ajustes del vehículo en llaves auxiliares. Por ejemplo, si el cinturón de seguridad se encuentra desabrochado, impide el uso del sistema de audio. También es posible configurar el límite de velocidad y el volumen del sistema de audio.
En materia de seguridad, el control de estabilidad solo está disponible a partir de la versión SE Plus. Y la Titanium es la única que lleva los sistemas Active City Stop y de estacionamiento automático.
Fuente: http://www.clarin.com/deautos/test-drives/Ford-Focus-recarga-tecnologia_0_1386461585.html#cxrecs_s