El reciente fenómeno de Uber da cuenta de la tendencia de desintermediación en las cadenas de valor de los negocios, en que los consumidores y mercados ponen a prueba los canales de intermediación cuestionando su real valor agregado. Esto nos lleva a reflexionar sobre si los modelos exitosos en los negocios y la economía mundial tendrán vigencia per se en la nuevas economías o deberían traducirse y adaptarse a las nuevas realidades del mundo digital y de los desarrollos tecnológicos.
Un ejemplo de vanguardia fue el espacio de necesidades insatisfechas de mercado que encontró Amazon, que pasó de una empresa comercializadora de libros por Internet en los 90 a uno de los más importantes operadores logísticos y de comercialización electrónica a nivel mundial. Lo logró aprovechando las virtudes del canal de ventasonline, que brinda facilidad de compra y efectividad en la búsqueda con una amplia gama y disponibilidad de oferta, el desarrollo de una logística ágil y flexible para el envío a domicilio que da comodidad y rapidez de acceso al producto, y una tecnología con sistema de información de seguimiento de envío en forma global, integral y con acceso online, brindando al usuario un servicio de trazabilidad seguro y fiable.
Esto representó, y sigue representando progresivamente, una amenaza de racionalización del canal retail tradicional, pero no por ello implicó un cuestionamiento en su aplicación.
Tampoco podemos desconocer los efectos disruptivos del «modelo Netflix» en el negocio de alquiler de videos y películas que cambió para siempre el mundo del entretenimiento audiovisual, con una amplia oferta de películas y series en base a una tarifa plana mensual accesible y una revolucionaria tecnología de streaming que permite alta calidad de resolución, sin interrupciones. Esto produjo un golpe mortal al negocio de alquiler de películas a través del canal tradicional, tipo Blockbuster, una reducción del negocio del cine, afectado previamente por el alquiler de películas en DVD, y una amenaza cada vez más creciente del negocio del cable y TV abierta. Aun así, este nuevo modelo, más que una amenaza al sector, implicó un reordenamiento de tecnologías y modalidades de acceso, que lejos de condicionarlo lo potenció.
Estos ejemplos, en los que Uber es una evidencia más, son el resultado de las nuevas tendencias de los consumidores que buscan mayor eficiencia, disponibilidad y comodidad en el acceso a los servicios, y que fue potenciado por los avances en la era del mundo digital y en el desarrollo de nuevas tecnologías. En ese sentido no se trata de planificar cómo neutralizar o anular los modelos de negocio emergentes, sino más bien cómo aplicarlos para mejorar la calidad de vida de los consumidores y que contribuyan con un impacto social positivo en nuestras economías.
Eso implica desarrollar marcos y entornos de funcionamiento que limiten sus efectos adversos y potencien los beneficiosos a través del involucramiento y el trabajo conjunto de los actores clave de la economía.
Hay deberes para el sector empresario tradicional de transporte privado de pasajeros (empresas de taxis y remiserías) orientados a repensar su modelo de negocio para tratar de aplicar las nuevas tendencias en tecnologías digitales móviles, pero también para el de la nueva tendencia en base a software de aplicación móvil (Uber), cooperando con los players actuales para hacer crecer el mercado total, evitando generar climas de enfrentamiento con competencias salvajes perjudiciales para todos.
Se necesita también el rol protagónico del gobiernos nacional y local, que regule el funcionamiento del nuevo orden del sector a través de la promulgación de leyes (y/o decretos) que se adapten a las nuevas tendencias tecnológicas y garanticen un mejor nivel de servicio a la comunidad evitando consecuencias sociales no deseadas y competencia desleal.
Por último hay un papel irrenunciable del sector sindical, que debería negociar (más que oponerse) con el sector empresario de la nueva tecnología para minimizar las consecuencias de desempleo en la clase trabajadora, buscando su reinserción laboral en la nueva modalidad y en el marco de un proceso gradual, y coordinando con el empresariado, apoyándolo en su adaptación con la aplicación de las nuevas tecnologías. Si bien el camino es desafiante y complejo, debe orientarse a velar por una implementación con valor agregado para la economía y para la sociedad, más que buscar enfrentamientos estériles que no contribuyen al bien común.
El autor es profesor titular de Dirección de Empresas en el IAE Business School
(Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1912479-la-economia-uberizada-choca-con-la-tradicion)
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.