Los precios al consumo en la Unión Europea aumentaron a su menor ritmo en cuatro años y medio en los doce meses hasta marzo, lo que indica que la caída en las tasas de inflación es un problema para las economías de todo el continente y no sólo para las que comparten el euro.
La agencia de estadística de la UE anunció el miércoles que la inflación en la eurozona en marzo fue del 0,9% mensual y del 0,5% interanual. Las cifras confirman las estimaciones preliminares publicadas el mes pasado y suponen la menor tasa de inflación desde noviembre de 2009.
Eurostat anunció que la tasa subyacente de inflación –que excluye los elementos más volátiles como la energía y los alimentos– cayó al 0,7% desde el 1% en febrero, situándose en el mínimo histórico que se registró en diciembre de 2013.
Eurostat también anunció que la inflación en la UE –que incluye a los diez países que no usan el euro– se desaceleró al 0,6% desde el 0,8% de febrero, su nivel más bajo desde octubre de 2009.
Los datos de Eurostat muestran que cinco miembros de la eurozona registraron retrocesos en los precios en los doce meses hasta marzo, mientras que otros tres miembros de la UE que no comparten el euro registraron la misma evolución. No obstante, otros cuatro miembros de la eurozona registraron tasas de inflación por debajo del 0,5%, de la misma manera que otros cuatro países de la UE. De los 28 miembros de la UE, sólo uno registró una inflación superior al 1,5%: Reino Unido, donde los precios aumentaron un 1,6% interanual en marzo.
La ralentización de la inflación tiene dos caras. Si bien debería ayudar a incrementar los ingresos reales en un momento de débil crecimiento de los salarios, también convoca al fantasma de la deflación, una caída sostenida de los precios que puede acabar con los esfuerzos públicos y privados por saldar deudas y amenaza con paralizar el gasto de los consumidores.
Los responsables de política monetaria del Banco Central Europeo han repetido en varias ocasiones que no prevén un periodo de caídas en los precios en el conjunto de la eurozona. Rechazan las comparaciones con Japón, que combate la deflación desde hace dos décadas, recordando que el BCE ha actuado de forma más decisiva que Japón en la década de 1990 y que los bancos europeos son más sólidos.
De todos modos, reconocen que unas tasas de inflación muy bajas son preocupantes y, en las últimas semanas se han centrado en el papel que desempeña la apreciación del euro a la hora de presionar a la baja los precios de las importaciones.
El presidente del BCE, Mario Draghi, intensificó el sábado sus advertencias en contra de un euro fuerte, diciendo que un nuevo incremento del tipo de cambio activaría nuevas medidas de relajación monetaria para evitar que la inflación se desacelere demasiado.
Fuente: Wall Street Journal (http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424052702304311204579505453277894342?tesla=y&tesla=y&mg=reno64-wsj&url=http://online.wsj.com/article/SB10001424052702304311204579505453277894342.html)