El espíritu creativo puede nacer, pero mayormente se hace, según el biólogo que tiene mucho de artista
Es doctor en biología, investigador principal del Conicet y da clases en la Universidad de Quilmes, donde dirige el laboratorio de cronobiología. Pero además, el ganador del Ig Nobel (una parodia del Premio Nobel en clave de humor, pero con un trasfondo serio de investigación) tiene su lado artístico: fue director de teatro, periodista, músico y escribió cuentos y poesías, además de numerosos libros y ensayos científicos.
Con el lenguaje claro y didáctico que lo caracteriza, y que lo convirtió en uno de los divulgadores científicos más importantes del país, habló con LA NACION sobre los vínculos entre el trabajo y la creatividad; puso en duda las afirmaciones de figuras como Cortázar, que dicen dejarse «llevar por la inspiración» y aseguró que las ideas exitosas no son más que el resultado de un largo trabajo. «Alardear de una inspiración genial es en realidad una forma de esconder un trabajo muy fuerte que se hace durante mucho tiempo», aseguró.
– ¿Qué es la inspiración? ¿Existe realmente?
– La inspiración es un nombre que le ponemos a un proceso según el cual, en forma aparente, repentinamente se nos ocurre algo. Si uno se pone a estudiar los ejemplos históricos de inspiración o de ideas realmente novedosas, o en la propia historia de las personas, en todos los casos va a ver que ese fenómeno supuestamente repentino es el resultado de haber estado trabajando, de manera consciente o inconsciente, en un problema durante mucho tiempo. Entonces, confundimos esa cuestión instantánea con algo que viene de la nada, pero no, viene de un trabajo bastante firme que está haciendo el cerebro, aunque no nos demos cuenta.
– ¿Qué tan importante es esa inspiración en los trabajos que demandan cierta creatividad?
– Lo que es importante, dentro de un proceso rutinario como es la creación, es poder mantener algo de frescura. Importa el proceso creativo en sí y no la inspiración. Yo en lo particular descreo bastante de aquellos que afirman que buena parte de su tarea creativa se debe a un fenómeno de inspiración. El ejemplo típico es Julio Cortázar, uno de mis escritores favoritos, por lejos. El tipo solía decir que él se sentaba a escribir a donde lo llevara la inspiración. Y está claro que leés un cuento de Cortázar y está construido con una precisión de cirujano. Entonces es posible que haya algunas cosas libradas, entre comillas, al azar, pero el camino general está muy pero muy bien trazado y no se aparta de ese camino. Con lo cual, esto de alardear de una inspiración genial es en realidad una forma de esconder un trabajo muy fuerte que se hace durante mucho tiempo.
– Detrás de cada idea creativa, ¿qué tanto es sudor y qué tanto inspiración?
– Un 100% sudor. Al mismo tiempo, para ese éxito, hay que tener determinadas intuiciones y en general, confiar en esas intuiciones. Pero éstas, de nuevo, son el fruto de haber estudiado mucho un problema. Y acá está el fenómeno que popularizó el periodista Malcolm Gladwell, el de las 10.000 horas. Dice, generalizando mucho, que para ser experto en algún tema, tenés que haber pasado 10.000 horas en eso. Por ejemplo, un gran artista pintó 10.000 horas hasta que le empezaron a salir las obras maestras.
– ¿Se puede ejercitar la creatividad?
– Sí, se pueden hacer ejercicios en los que de pronto aparece algo. Esos ejercicios hacen que te resulte más divertido el trabajo rutinario que representa llegar a tener una idea buena o creativa. Entonces, si te resulta más divertido, vas a pasar más tiempo y vas a tener más posibilidades de que te aparezca una idea que consideres más original o que te guste más como para profundizar. Como los ejercicios que se hacen en los talleres de escritura creativa, donde hay que tirar consignas, modificarlas, asociar ideas que normalmente no lo están y por ahí, después de jugar mucho con eso, te aparece alguna idea que te parezca interesante como para empezar a bucear rutinariamente.
– ¿Hay personas más creativas que otras?
– Obviamente que sí, pero no podés saber si eso depende de lo que la persona trajo de fábrica, de lo que ligó de papá y mamá, del cableado del cerebro o mucho más posiblemente de un ambiente más enriquecedor que tuvo a lo largo de toda su vida, incluyendo la educación formal y no formal.
– ¿Hay momentos o situaciones en los que una persona es más creativa que en otros? Por ejemplo, mientras se ducha o cuando duerme.
– Es cierto que cambiar de contexto, por motivos que no conocemos, parece ayudar a la asociación de conceptos que ya venís trabajando desde hace rato, y que de pronto se asocian y sale algo diferente. Para lograr eso es muy bueno quemarte las pestañas, estar mucho tiempo con un problema y después despejarte concretamente: salir a caminar, ducharte, etcétera.
– A los creativos, ¿el aburrimiento les viene bien?
– No diría tanto, pero hay experimentos que demuestran que un período de aburrimiento, o de realizar una tarea repetitiva, puede dar como resultado ideas originales y nuevas formas de resolver algún problema.
– ¿Y el fracaso?
– No es el fracaso el que genera la creatividad, sino la perseverancia. Una idea original viene después de mucho tiempo de trabajar y dar vueltas alrededor de un problema, y en ese tiempo es lógico que aparezcan uno y más fracasos.
– ¿El trabajo en equipo ayuda a que surjan nuevas ideas?
– ¡Sin duda! Hay muchos ejemplos de lo que se denomina «inteligencia colectiva», que muestra cómo muchas cabezas piensan distinto de la suma de cada una de ellas. Esto vale para la estimación de fenómenos o para la complementación de ideas y soluciones posibles.
– ¿Un creativo rinde igual cuando trabaja bajo presión que cuando lo hace con total libertad?
– No creo que se pueda generalizar eso. Las fechas límite en ese sentido ayudan. Es difícil que alguien pueda realmente cumplir a consciencia sin esas fechas o sin esos compromisos aunque no te estén persiguiendo
Por Déborah de Urieta | Para LA NACION
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.