Muchas veces escuchamos hablar (sobre todo a los jefes) acerca de cómo algunas personas no se comprometen con su trabajo y la tarea que se les asigna, o se restringen a hacer lo mínimo e indispensable. Bien sabemos que trabajar no es hacer lo que nos piden, sino mucho más. De hecho, no por nada el trabajo a reglamento es un modo de protesta. Trabajar no es cumplir reglas. Trabajar es el celo y el cuidado que ponemos en el trabajo. Es todo aquello que hacemos más allá de lo que nos piden. Muchas veces trabajar implica incluso no hacer lo que nos piden que hagamos para alcanzar el objetivo que nos pidieron.
Entonces, tenemos colegas, jefes o reportes que no ponen lo mejor de sí. Se atribuyen entonces a vuelo de pájaro, y con una fuerte carga de prejuicio, razones de clase, género, edad, generación (X, Y y todo el cuento) u otras menos sofisticadas como de «vago», «perezoso», «mala gente» u otras.
Efectivamente, hay muchos que a la cita del trabajo no solo llegan tarde sino también con poca energía para hacer lo que se espera de ellos, incluso con condiciones de contratación legales y materiales muchas veces buenas o excelentes. Ahora, ¿por qué? Durante muchos años parecía que se trataba de una cuestión de orden más subjetiva o de historia individual. O sea, el trabajo no correspondía con lo que la persona esperaba para su carrera, o el lugar ya no tenía que ver con lo que ambicionaba, o estaba en una fase personal difícil.
Y es verdad que en algunos casos algo de esto juega. Sin embargo, la ecuación entre compromiso, trabajo y reconocimiento recibido no solo juega un rol por la positiva para el logro de grandes cosas en equipo sino que también puede ser un boomerang para la salud mental de quien se compromete.
Durante un trabajo de campo muy interesante en varios servicios de medicina del trabajo, se pudieron escuchar a empleados que se encuentran con licencia psiquiátrica y a otros, con otro tipo de licencia. A medida que avanzaban las entrevistas algo se repetía: todos o la abrumadora mayoría estaban muy comprometidos con su trabajo y con querer hacer «las cosas bien» y no encontraban ningún reconocimiento o se vieron confrontados con una situación fuerte de ninguneo a pesar de su compromiso.
Muchos se descompensaron con cuadros depresivos, otros ansiosos, y otros incluso con síntomas de fatiga crónica o burnout, sintiéndose sin energía para hacer ya más nada, incluso caminar sin la ayuda de un bastón. Las ideas negras de suicidio también se dieron cita en estas entrevistas y la idea de no reconocerse respecto a quien era antes también.
Para la mayoría de estos trabajadores comprometidos la ecuación compromiso – reconocimiento no cierra. Y es así que a partir de ese momento, muchos se encuentran ante la imposibilidad de bajar el nivel de compromiso y ante la falta de reconocimiento, la situación se agrava. Las historias individuales de cada uno juegan también y tienden a repetirse, claro.
Quienes no se comprometen, tal vez el riesgo al que se han expuesto al comprometerse personalmente les enseñó con mayor o menor nivel de conciencia que en determinados trabajos es mejor no dar tanto. Y aunque estar en un trabajo haciendo poco y nada también implica un costo para la salud mental, y para las relaciones con el entorno, ese costo es menor que el de una descompensación psicopatológica.
El reconocimiento es un complejo proceso que no tiene que ver solo con la recompensa material, sino también por el registro de los demás de la utilidad de mi trabajo, y de un trabajo bien hecho incluso cuando no se alcanzó el resultado esperado. No solo viene del jefe, sino también de los compañeros, y de los beneficiarios de nuestro trabajo, sean pacientes, alumnos o clientes. Reconocimiento es que te registren, subjetivamente, que te pregunten cómo estás y qué necesitas para hacerlo mejor, que te agradezcan, que te brinden apoyo, margen de maniobra si estás realmente comprometido.
La psicodinámica del reconocimiento es una trama compleja que cuando funciona no sólo nos lleva a reforzar y dar sentido a nuestro compromiso con nuestro trabajo sino que también fortalece el sentido de pertenencia al colectivo y nos ayuda a creer en nosotros mismos y de lo que somos capaces de hacer.
Por Patricio Nusshold | Para LA NACION
Psicólogo del trabajo y doctorando en París y en la UBA
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1801532-razones-profundas-de-la-falta-de-compromiso-con-el-trabajo)
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.