La revista People Management ha publicado un artículo cuestionando seriamente la propuesta que Dave Ulrich escribiera hace casi veinte años, Recursos Humanos Champions. En él se propone que el área cumple el rol de socio estratégico del negocio, en la medida que aporta sus conocimientos sobre los aspectos motivacionales de las personas que trabajan en una organización, alineándolos con sus objetivos y hacer que sean más productivas. En otros términos agregarían valor desde su función.
El cuestionamiento, que parte de una investigación realizada por la consultora CEB, se sintetiza en sus resultados, que «mostró que tres de cada cuatro altos ejecutivos de RH esperaban que sus socios de negocio fueran socios estratégicos, pero menos de una quinta parte de los managers de las empresas sentía que eso estuviera ocurriendo realmente».
Es decir, la credibilidad de que los profesionales de Recursos Humanos fueran verdaderamente socios del negocio termina con resultados muy bajos. En el CEB creen que «será perfectamente posible duplicar el nivel de socios de negocio efectivos en un par de años, aunque eso merece un esquema bien definido de lo que las organizaciones necesitan, un modo fiable de medir la capacidad y el rendimiento, y un método más claro de demostrar dicho rendimiento en métricas que resulten relevantes también para el resto de la empresa».
Nuevamente aparece la necesidad de medir, como condición necesaria para dar validez a una posición dentro de la empresa, porque se parte de la premisa de que lo que no se puede medir carece de existencia. Este principio es válido en la mayoría de los temas de una empresa, pero cuando se trata de personas empieza a ser muy poco aplicable. Valga como ejemplo las encuestas de intención de voto que, en año de elecciones, solemos estar bombardeados. Hay indicadores que terminan acertando sobre el candidato que finalmente gana, pero otros muchos demuestran que los resultados que obtenían terminaron siendo errados de medio a medio.
¿A qué se deben estas incongruencias? A que se trata de personas y, como tales, no son tan predecibles como las tablas de mantenimiento de una máquina.
Por otro lado, vale la pena revisar nuevamente el posible rol estratégico del área de Recursos Humanos. Los responsables de ingeniería, informática, producción, etcétera, bastante tienen para ocuparse de todas las innovaciones que se producen en sus temas y les queda poco margen para pensar en el estado y futuro de las personas que los acompañarán en su trabajo. Forzando un ejemplo podríamos poner el caso de los pilotos y copilotos de los rallies. El conductor se concentra en las maniobras del volante, y su acompañante le va anticipando qué obstáculos se aproximan. Éste es el rol que cumple Recursos Humanos respecto de la fuerza laboral.
Hoy mismo se plantea como necesidad la aceptación y adaptación de las estructuras convencionales respecto de las nuevas generaciones, los Millenials o como quiera llamárseles. Quienes se integren a la organización no tendrán las mismas conductas y expectativas de quienes los recibirán, por lo que tenemos por delante un probable conflicto.
De hecho ya existe, y no podrá ser el responsable de contaduría quien habrá de ocuparse de estos asuntos. Aquí es donde interviene el rol del área de Recursos Humanos.
jorgemosqueira@gmail.com.
Por Jorge Mosqueira | LA NACION
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1776163-trabajar-con-personas-no-es-tan-predecible)
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.