(f) Con la idea de fomentar el manejo seguro, pero, sobre todo, cuidar a los chicos en cada viaje, este año el Gobierno porteño empezó a probar un sistema de alcoholímetros en combis y micros escolares para realizar controles a los choferes en todo el ámbito de la Ciudad de Bs. As.
El sistema obliga al conductor a pasar el test y, según explicaron al Diario Clarín, si el control da positivo el motor no arranca. Por ahora es una prueba que funciona en 50 micros y la intención es que los aparatos vayan rotando cada seis meses durante dos años hasta que se termine de evaluar su efectividad.
Según detallaron en la Subsecretaría de Tránsito porteña, el aparato se llama “alcoholock” y va colocado dentro de los vehículos, conectado con el sistema de arranque. En rigor es un dispositivo que tiene un sensor similar al de los alcoholímetros que se usan en los controles de alcoholemia callejero. Y funciona de la misma manera: en este caso, el chofer debe girar la llave de arranque, luego soplar en el aparato que mide la concentración de alcohol y esperar el resultado. Si el alcoholímetro marca negativo, el vehículo arranca normalmente. Pero si detecta un caso positivo bloquea el encendido y activa una alerta que avisa al Cuerpo de Agentes de Tránsito para que vayan al lugar.
“Se trata de una acción preventiva, destinada a crear conciencia y a disociar el alcohol de la conducción –explica Guillermo Dietrich, el subsecretario de Tránsito porteño–. Vamos a colocar 50 alcoholock que, cada seis meses, irán rotando a otros micros. Los choferes de colectivos escolares son personas que tienen que tener un psicodiagnóstico hecho y una capacitación y control especiales. Para ellos el nivel de alcohol tolerable es de cero. Y el sector tomó muy bien esta medida, igual que también estuvieron de acuerdo con la implementación de cursos de primeros auxilios desde 2011. La normativa de la Ciudad con respecto a los micros escolares es la más exigente del país. Además, toda la información sobre los que están radicados en la Ciudad y sus choferes está en movilidad.buenosaires.gob.ar
El sistema está programado para que el micro con alerta positiva no pueda encender el motor durante una hora. El reglamento aclara que en estos casos, como el conductor no llegó a conducir, no se le labrarán actas contravencionales, pero tampoco se le permitirá manejar. Hasta ahora, los choferes de micros escolares solo tenían que cumplir con un examen psicofísico para poder conducir estos transportes. Pero a ese examen, que se hace anualmente, ahora también se suman las pruebas de “alcoholock” y si este test da positivo además deberá pasar una evaluación médica que está a cargo de especialistas designados por el Gobierno porteño. En caso de que el médico detecte un patrón de adicción, el conductor podrá perder la habilitación.
Para poder conducir, además de no tener adicciones, los choferes profesionales deben tener un nivel cero de alcohol en sangre. Según estableció el Gobierno porteño, si el conductor da positivo, su empresa deberá encargarse del traslado de los chicos.
Por otra parte, si un chofer se niega a la instalación del alcoholock en su vehículo será inhabilitado para prestar el servicio. El aparato no puede ser manipulado y graba los resultados para la posterior evaluación.
El sistema ya se implementa en otros países, como Suecia y Finlandia. O en Francia, donde desde el año 2012 todos los transportes escolares están obligados a tener un alcoholock. Mientras, en toda Europa y en los Estados Unidos el sistema se aplica en el transporte de carga.
El costo de los dispositivos fue afrontado enteramente por el Gobierno porteño, que los adquirió mediante licitación pública y que será el encargado de su instalación y mantenimiento.
En noviembre de 2011, hubo un escándalo en la Ciudad cuando en un control se detectó que un chofer que acababa de dejar alumnos en el colegio Mater Admirabilis, tenía una alcoholemia de 2,1. Una cantidad que equivale a 6 vasos de whisky y provoca la alteración del centro motor y visión doble.
El nivel permitido para conductores particulares es de 0,5 gramos por litro de sangre. Ya desde un mínimo de 0,15 gramos e notan los efectos en la conducción: beber apenas media copa de vino provoca una disminución en los reflejos y aumenta 1,2 veces el riesgo de tener un incidente de tránsito. Después de haber bebido dos copas y media, con 0,50 gramos de alcohol en sangre, aparecen una sensación de euforia y un aumento en el tiempo de reacción. Esto triplica el riesgo de incidentes de tránsito. Y con seis copas de vino y un nivel de 1,2 de alcoholemia, se pierde la visión periférica y el riesgo aumenta nueve veces.
(fuente: http://www.100seguro.com.ar/Prevencion.aspx?Prog=301#1171)