La mitad del universo femenino en edad de trabajar participa del mercado laboral; de ellas, un alto porcentaje está en la informalidad.
Esta semana se dieron a conocer las cifras de pobreza recabadas por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Tal como se difundió, durante 2016 hubo 1.500.000 personas más en situación de pobreza, y 600.000 más en la indigencia. En este contexto, la situación de la mujer, que aún en una economía más pujante es vulnerable a nivel empleo, explica una parte importante del aumento de los niveles de pobreza. En los hogares a cargo de mujeres es donde más creció la indigencia y la pobreza en el último año.
Agustín Salvia, responsable del Observatorio, en diálogo con LA NACION aclaró que «cuando uno analiza la pobreza e indigencia por ingresos, los hogares con jefas son los más afectados». Esto se da por varios factores, «el primero es porque ese hogar no tiene otra persona que aporte a su economía. Además, la mujer generalmente tiene hijos que cuidar, y menos capacidad para sumar horas de trabajo, menos aún en un contexto recesivo».
A pesar de que la capacitación es mayor, las cifras no acompañan la empleabilidad femenina. «En nuestro país, las mujeres han conseguido logros educativos, incluso superiores a los de los varones, pero que no se ven reflejados en las condiciones laborales. Acceden al mercado laboral en menor proporción y en peores condiciones, en puestos de menor calificación», dice Laura Rodríguez, quien analiza la cuestión de género en el Indec.
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El 13,4% de las mujeres tiene un título universitario completo, mientras que en los hombres esta cifra desciende al 9,1%, pero en promedio el ingreso de las mujeres es 24% inferior al de los varones, según el Indec. «Las mujeres tienen menores tasas de actividad laboral y mayores índices de desempleo y de subempleo», agrega. Con respecto a la subocupación, «No es que trabajan menos horas porque quieren, sino porque tienen que repartir su tiempo con las tareas de cuidado.»
En materia de trabajo doméstico no remunerado, según el Indec, el 86,7% de las mujeres realizan tareas domésticas, mientras que solo el 50% de los hombres también las llevan adelante. En cuanto al cuidado de las personas, las mujeres les dedican 6 horas por día, y los hombres, 3,8 horas, entre otras desigualdades a la hora de colaborar con el hogar y la gente que lo compone.
Aún así, el rol de la mujer en los asentamientos precarios, donde tienen oportunidades casi nulas para obtener un empleo de calidad, es de liderazgo absoluto. Según la organización Techo, el 66,4 por ciento de los líderes son mujeres que llevan adelante espacios de participación, coordinación y toma de decisiones para mejorar la calidad de vida de la comunidad. Aún sin percibir remuneración alguna, se comportan como CEO.
Es por ello que para el PBI del país, la baja participación de las mujeres es un talento desaprovechado. Cifras del Indec muestran que la tasa de participación femenina en el mercado laboral es mucho menor a la masculina. Mientras que existe un 69,7% de los hombres que trabajan o buscan trabajo, esta cifra desciende a 47,2 por ciento en el caso de las mujeres. Hasta los 29 años, solo el 39,5 de las mujeres están activas, mientras que después de los 30 años, participa de este mercado el 64,8% de las y el 91,9 por ciento de los hombres.
«La participación femenina en el mercado laboral creció durante la década de los 2000 y bajó en los últimos períodos, en el contexto de los programas sociales», agrega Salvia. «En todo caso estos programas funcionaron como una protección de lugares en donde se las sobreexplotaba, y generaron condiciones de más protección para la infancia y para ellas mismas. Si no hay mas participación de las mujeres en el mercado de trabajo no es necesariamente por su voluntad sino porque falta la oferta de buenos empleos».
Desde la Cepal advierten que «si bien durante la última década los indicadores del mercado de trabajo habían mostrado una evolución positiva, la tasa de participación laboral femenina se ha estancado en torno al 53% (en la Argentina es menor) y el 78,1% de las mujeres que están ocupadas lo hacen en sectores de baja productividad, lo que implica peores remuneraciones, baja cobertura de la seguridad social y menor contacto con las tecnologías y la innovación».
Además las tasas de desempleo de las mujeres son sistemáticamente mayores que las de los hombres
En materia de políticas activas, según los datos del último censo de población, las mujeres constituyen el 51,3% de la población total por lo tanto, no se puede hablar de una «minoría».
Falta mucho
Algunos obstáculos que las mujeres deben enfrentar a la hora de buscar un trabajo de calidad cambian, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en función de la edad que tienen.
«Es más probable que las mujeres jóvenes entre 15 y 29 años mencionen el trato injusto, el abuso y el acoso en el trabajo que las mujeres mayores. Por otra parte, las mujeres de entre 30 y 44 años están más propensas que las de otros grupos de edad a mencionar la falta de servicios de cuidado para sus hijos. A medida que las mujeres avanzan en edad, es más probable que mencionen la diferencia de remuneración en relación a los hombres», dice un informe de la OIT. Obstáculos, barreras y dificultades en una misión difícil pero no imposible.
Las diferencias, en cifras
24%
Brecha de ingresos
Hay más mujeres universitarias que varones, pero el ingreso promedio que luego perciben es menor
47,2%
En el mercado laboral
Es la participación femenina; entre los hombres, el 69,7% trabajan o buscan trabajo
86,7%
Hace tareas en el hogar
Sólo la mitad de los hombres se ocupa de la casa.