Standup corporativo: las lecciones que se pueden obtener de las charlas TED

El modelo creado por un académico sueco se convirtió en una herramienta de capacitación cada vez más popular.

«El problema no es que la gente no lee o no escucha a los medios de difusión; el problema es que los mismos medios de difusión no saben», afirmaba en una de sus charlas Hans Rosling, un profesor de estadística sueco, tal vez el más genial presentador de las charlas TED. Luego de plantear la paradoja, cerraba su argumento con datos irrebatibles.

Desde hace varios años, las charlas TED (acrónimo de Tecnología, Entretenimiento y Diseño) se convirtieron en un clásico debido a su poderosa manera de trasmitir «ideas para cambiar el mundo», misión de la ONG que les da plataforma.

Por sus escenarios pasaron políticos como Bill Clinton, Al Gore y Michelle Obama, músicos como Bono y Annie Lennox, premios Nobel como Daniel Kahneman, empresarios como Bill Gates y Sheryl Sandberg, magos como David Blaine, y una larguísima serie de personas famosas o anónimas que tenían una gran idea que compartir.

Si bien cada orador tiene su propio estilo, hay ciertos patrones tradicionales que se repiten y que ayudan a comprender su éxito. Veamos.

1 – Las charlas se dan dentro de un contexto diseñando con cuidado para reunir al presentador, al público y al mensaje. Aunque son en vivo, muchas de sus técnicas pueden ser también empleadas en teleconferencias y en otros medios electrónicos.

2 – El presentador tiene varias cualidades que lo motivan a subir al escenario para contar su historia: ante todo pasión, elemento imprescindible para trasmitir la idea de que puede cambiar el mundo; luego, conocimientos adquiridos a lo largo de años de experiencia, de estudio y de investigación; por último, mucho tiempo de práctica y de ensayos apoyado por gente experta.

3 – El mensaje es breve, enfocado y puede sintetizar el trabajo de una vida. El escritor norteamericano Mark Twain decía que había escrito la carta larga porque no había tenido tiempo de hacerla corta. Lo mismo se puede aplicar a una presentación TED, que no debe superar los 18 minutos. Lo bueno y breve dos veces bueno.

4 – El lenguaje oral se refuerza con el corporal y el simbólico. Así se consigue mantener la atención del público y aumentar el impacto. La postura, las palabras, los gestos, los desplazamientos y el estilo del presentador son estudiados en detalle. En la pantalla posterior, se cumple aquello de que una imagen vale más que mil palabras.

5 – El mensaje tiene una estructura de cuento típica con inicio, desarrollo y cierre. Para conseguir la empatía del público desde el comienzo, el orador plantea la experiencia personal que despertó su interés. Luego presenta el argumento con el que valida la solución propuesta. Al concluir, ofrece una salida superadora fundada en la idea que puede cambiar el mundo.

6 – Para alcanzar el mayor impacto posible, el contendido del mensaje alterna entre los sentimientos, la razón y los valores. Estas herramientas de persuasión son tan universales que ya Aristóteles las enseñaba; las había llamado phatos (que se vincula con la pasión, los sentimientos y las emociones), ethos (que se relaciona con la ética e indica el carácter moral de una acción) y logos (que incluye los elementos lógicos que sustentan al argumento). Con la combinación justa de estos tres ingredientes, se pueden preparar platos sabrosos, difíciles de resistir.

La importancia del relato

Hans Rosling murió en febrero de 2017. Sus charlas son un ejemplo acabado de todo lo anterior. El profesor sueco era capaz de convertir datos duros en un relato atrapante.

Rosling poseía una pasión desbordante que seducía a la audiencia desde el primer momento. Lograba que las estadísticas cobraran vida y bailaran en la pantalla gigante. Convertía objetos comunes, como cajas y cubos, en miles de millones de habitantes del mundo. Bajaba los números con los que se cuantifica la pobreza a personas concretas que sufrían y con las que había convivido.

El académico también se enorgullecía de compartir las fotos tomadas durante sus investigaciones de campo en lugares recónditos del planeta. Su sentido del humor y sus originales recursos desataban las carcajadas y el regocijo del público. En síntesis, fue un orador de una capacidad didáctica única.

En la actualidad, las charlas TED se dan en 110 idiomas y abarcan un amplísimo espectro de temas de interés general. Además de cumplir con su objetivo de difundir ideas para cambiar el mundo, son una fuente de aprendizaje para quien deba realizar cualquier clase de presentación, profesional o privada.

Cada charla se diseña y se ejecuta con herramientas probadas a lo largo de la historia, por eso contiene lecciones difíciles de obtener en un curso de oratoria. Vale la pena recorrerlas antes de pararse frente a una audiencia exigente.

Fuente: La Nación.

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