La Fundación Pescar brinda los elementos que exige el mercado laboral para que las personas vulnerables logren un empleo, y también, si así lo quieren, para que puedan costearse más estudios. Para eso les transmite valores de trabajo y herramientas concretas haciendo alianzas con empresas en las que se dan los cursos de capacitación. Los Centros Pescar, que funcionan en las compañías, ya suman 22 y están distribuidos en ocho provincias de la Argentina.
Silvia Uranga, directora de Fundación Pescar, fue la responsable de introducir esta organización social de origen brasileño en el país y lo hizo después de trabajar durante 27 años en Conciencia. Empezó en 2003 con 18 chicos y hoy ya hay 7.000 personas capacitándose en todo el país. «Sin la posibilidad de seguir capacitándose, los chicos no pueden insertarse en el proyecto de vida que asumen quienes pasan por nuestro programa», dice Uranga. «Por eso los alentamos a que cursen tecnicaturas que les sirven de trampolín para ir por más», agrega. El programa madre de la fundación se basa en los Centros Pescar con dos modalidades: la capacitación para chicos que están terminando el secundario, y cursos que apuntan a fomentar la inserción laboral en gente adulta.
Empleo
«Tenemos un 75% de inserción laboral y menos del 10% de deserción»
Los programas de capacitación que se hacen dentro de las empresas se dan a contraturno de la escuela para que puedan asistir los chicos a partir del último año de secundaria, y duran de seis a nueve meses. Son para jóvenes de 18 a 25 años con un claro deseo de superarse. «En los centros siempre se pasa por un proceso de selección. Uno se anota sobre la base de su libertad y califica si carece de recursos, pero también si muestra una actitud positiva para mantener lo que va a aprender,» explica Uranga.
«Son como franquicias sociales que hacemos con empresas, como Samsung, Dow y Celulosa, que a su vez no tienen la obligación de tomar a los chicos. En Fundación Pescar sí hacemos después el seguimiento durante dos años para acompañarlos hasta que se inserten laboralmente. Al terminar la capacitación los participantes ya tienen herramientas para hacer su propio emprendimiento o buscar un trabajo. Hoy por hoy tenemos el 75% de inserción laboral y la deserción es muy baja: no supera de hecho el 10 por ciento,» sintetiza Uranga.
Competencias
«Apuntamos a un millennial responsable»
«La directora cuenta que el 40% de los programas se focaliza en habilidades blandas, como competencias para encontrar y retener un trabajo, y el diseño de un proyecto de vida propio.
La capacitación técnica profesional corre por cuenta de cada empresa, que la da sobre la base de sus unidades de negocios. Quienes enseñan los contenidos son voluntarios de la misma organización.
Los jóvenes rotan por distintos puestos de trabajo de la compañía, acompañados por el orientador del programa. «Muchas empresas quieren emplear luego a chicos que vieron manejarse bien, pero algunas no pueden», cuenta Uranga. En la capacitación también se hace especial hincapié en que los participantes adquieran fluidez tecnológica y que desarrollen una apertura al aprendizaje continuo.
Uranga aclara que la metodología Pescar pone igual énfasis en las habilidades para la vida que en la capacitación técnico-profesional porque considera clave la actitud que se tiene hacia el trabajo. «Apuntamos a un millennial responsable que tenga herramientas para sostener el trabajo y trabajar en equipo», comenta.
Casos de éxito
«Hay miles de personas capacitándose en los diferentes programas»
Se habla de estadísticas y de números que muestran un nivel de desocupación alarmante, pero Fundación Pescar no desespera. «Pensar que en 2003 empezamos con una computadora y una silla y este año hay miles de personas capacitándose en los diferentes programas de la Fundación», dice Uranga. La directora tiene en mente varios ejemplos de jóvenes que le sacaron el jugo al programa: «Un egresado del Centro Pescar Praderas, en Open Door, que viene de una familia muy humilde, se está por recibir de bioquímico, fue ayudante de cátedra y consiguió una beca para irse a Alemania por dos años. Otro ahora trabaja en la sala vip del aeropuerto de Ezeiza. Se enteró por nuestra red de trabajo de que había un puesto vacante y lo tomaron. Una chica de la villa 31 hizo un curso en Nokia y ahora está trabajando en Accenture. Era el sueño que tenía».
Con L’Oréal
«El taller de peluquería y maquillaje que se ofrece es una salida laboral»
«Ésta es otra pata del programa Pescar que apunta a ayudar en la inserción laboral a gente adulta. Se hace en conjunto con Fundación L’Oréal Internacional, que lleva a cabo esta iniciativa en varios países. El taller de peluquería y maquillaje que se ofrece es una salida laboral, y tiene muchas bifurcaciones. Permite trabajar en la casa, a domicilio o en un centro de belleza, además de poder emprender un proyecto personal. Ahora 390 personas se están capacitando y recién empezamos en octubre pasado», señala Uranga.