Resiliencia de comunidades y países: Las claves para el Desarrollo Humano

(f) Más allá de los cambios sociales y sistémicos alcanzados por la sociedad en su conjunto, existe la necesidad de realizar un trabajo planificado para mantener esos logros en el tiempo. El foco del informe del PNUD sobre desarrollo humano lanzado recientemente (julio 2014) habla justamente de cómo sostener el progreso humano reduciendo las vulnerabilidades y construyendo resiliencia.

El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es un indicador del desarrollo humano por país del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) , se basa en un indicador social estadístico compuesto por tres parámetros: vida larga y saludable, educación y nivel de vida digno. Desde la primera publicación en 1990, la mayoría de los países han avanzado muy significativamente en el desarrollo humano de sus pueblos. De hecho el 75% puntúa con calificación de desarrollo de la media para arriba. Analizando los riesgos que amenazan el desarrollo humano alcanzado hasta la actualidad (los de subsistencia, catástrofes naturales y/o los inducidos por los mismos seres humanos) se observa que algunas sociedades sufren menos daños o se recuperan más rápidamente que otras. Por esto el informe vislumbra que preparar a los ciudadanos para un futuro menos vulnerable implica el fortalecimiento de la resiliencia intrínseca de las comunidades y los países.

Análisis global de los datos

El Índice de desarrollo humano no muestra cambios en sus extremos. En el superior continúan Noruega, Australia y Suiza mientras que Sierra Leona, el Chad, la República Centroafricana y la República Democrática del Congo continúan ocupando las últimas posiciones del índice.

En general el grado de desarrollo humano continúa en aumento pero se observa que el ritmo de crecimiento está en retroceso. El documento del PNUD detalla que 15 % de la población mundial sigue siendo vulnerable a la pobreza multidimensional. Al mismo tiempo, casi el 80 % de la población mundial no cuenta con una protección social integra y 12 % (842 millones) de la población padece hambre crónica y casi la mitad de los trabajadores (más de 1500 millones) tienen empleos informales o precarios.

Lo alentador viene de la mano de los países que puntúan muy bajo en el ranking, ya que la tasa de crecimiento demuestra un aumento sostenido. Esto implica que la brecha entre los extremos tiende a reducirse.

Latinoamérica y el Caribe

Los países más desarrollados de la región son Chile, Cuba y Argentina. Se encuentran situados entre el puesto 41 y 49 a nivel mundial. Luego con un buen nivel de desarrollo y desde el puesto 50 al 98 se encuentran Uruguay, Trinidad y Tobago, Antigua y Bermuda, Panamá, Venezuela, Costa Rica, México, Brasil, Perú, Belice, Colombia, Ecuador y República Dominicana. En el punto medio se encuentra Paraguay con posición 111, Bolivia 113 y El Salvador 115 a nivel mundial.

Uno de los puntos desafiantes que señala el informe es la escalada de violencia e inseguridad que sufre la región, la cual registra un total de 70 homicidios cada 100.000 habitantes (ver InContext 40). El informe alerta sobre el riesgo que presenta esta situación y la posibilidad de un retroceso del índice en los países donde la violencia crece día a día, como por ejemplo Honduras y México.

Recomendaciones del informe

Para abordar las vulnerabilidades y lograr resiliencia a futuras crisis, el informe propone:

• El fomento de los servicios y protección social

• Instituciones justas que tengan capacidad de respuesta.

• Aumento de la cohesión social para el fomento de la resiliencia a nivel comunitario y para reducir las posibilidades de conflicto.

• Creación de capacidades para la preparación y la recuperación ante desastres, que permitan a las comunidades lidiar con las crisis y recuperarse de ellas.

• A escala mundial, reconocer que los riesgos que son transfronterizos por naturaleza requieren de acción colectiva.

Por último, la erradicación total de la pobreza seguramente será el eje principal de la definición de la agenda de desarrollo posterior a 2015 sobre Desarrollo Sostenible. Este punto y cualquier otro deberán ser abordados teniendo en cuenta que de nada sirve lograr resultados sin un plan que permita sostenerlos en el tiempo.

Este último aspecto, plantea un gran desafío para la sociedad civil: cómo abordar la irreversibilidad de los procesos de transformación que alcanzan resultados. Para ello, los cambios ligados al desarrollo humano sostenible deben articular tres condiciones:

• La transformación requiere de actores dentro de las instituciones públicas que consoliden los logros. La sociedad civil debería desarrollar estrategias para apoyar a los líderes sociales que deciden ir a la disputa política.

• Los avances de desarrollo humano deben sostenerse en arquitecturas institucionales que conviertan lo que se presenta como favores y concesiones de un funcionario de turno en beneficios de acceso universal.

• Las democracias modernas deben institucionalizar las herramientas de participación tales como presupuesto participativo, iniciativa popular, banca ciudadana, ley de acceso a la información, bancos de datos de candidatos, audiencias públicas y las nuevas tecnologías que mediante la vía digital permiten presentar peticiones a los legisladores y autoridades de gobierno.

La irreversibilidad de los procesos sociales que favorecen el desarrollo humano requiere de una arquitectura cívica que convierta la resiliencia en el insumo de la consolidación de los cambios sistémicos.

Envio Nro. 49

Fuentes: http://hdr.undp.org/es/content/el-%C3%ADndice-de-desarrollo-humano-idh

– See more at: http://www.avina.net/esp/11547/incontext-49/#sthash.di4FPYYV.dpuf

(fuente: Fundación Avina [InContext@avina.net]-49 – 8/8/14)

 

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