Plan de cuidados de la salud del personal

Importancia de la actividad física para la salud pública

(Nota preparada por nuestro médico auditor, el Dr. Martín Oliva, dentro de nuestro plan de Cuidado de la Salud del Personal)

Pasado el período de invierno, es frecuente que las personas se decidan a iniciar actividades recreativas y/o deportivas, el clima hace más propicio el desarrollo de las mismas, razón por la cual recomendamos la lectura del presente informe, a fin de conocer que es lo que sería beneficioso poder realizar de acuerdo a la edad del individuo. En la última parte están las recomendaciones de realizarse estudios médicos o no, de acuerdo a la edad.

La inactividad física constituye el cuarto factor de riesgo más importante de mortalidad en todo el mundo (6% de defunciones a nivel mundial). Solo la superan la hipertensión (13%), el consumo de tabaco (9%) y el exceso de glucosa en la sangre (6%). El sobrepeso y la obesidad representan un 5 % de la mortalidad mundial.

La inactividad física está cada vez extendida en muchos países, y ello repercute considerablemente en la salud general de la población mundial, en la prevalencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes o cáncer) y en sus factores de riesgo, como la hipertensión, el exceso de glucosa en sangre y el sobrepeso. Se estima que la inactividad física es la causa principal de aproximadamente 21 – 25 % de los cánceres de mama y de colon, 27% de la diabetes y aproximadamente un 30 % de las cardiopatías isquémicas.

La salud mundial acusa los efectos de tres tendencias: envejecimiento de la población, urbanización rápida y no planificada y globalización, cada una de las cuales se traduce en entornos y comportamientos insalubres. En consecuencia, la creciente prevalencia de las enfermedades no transmisibles y de sus factores de riesgo es ya un problema mundial que afecta por igual a los países de ingresos bajos y medios. Cerca de un 5 % de la carga de enfermedad en adultos de esos países es hoy imputable a las enfermedades no transmisibles. Numerosos países de ingresos bajos y medios están empezando a padecer por partida doble las enfermedades transmisibles y las no transmisibles, y los sistemas de salud de esos países han de afrontar ahora el costo adicional que conlleva su tratamiento.

Está demostrado que la actividad física practicada con regularidad reduce el riesgo de cardiopatías coronarias y accidentes cerebrovasculares, diabetes de tipo II, hipertensión, cáncer de colon, cáncer de mama y depresión. Además la actividad física es un factor determinante en el consumo de energía, por lo que es fundamental para conseguir el equilibrio y el control de peso.

Población de 5 a 17 años

La evidencia científica disponible con respecto al grupo de edades de 5 a 17 años respalda la conclusión de que la actividad física reporta en general beneficios fundamentales para la salud de niños y jóvenes. Esta conclusión está basada en los resultados de varios estudios, que han observado que el aumento de actividad física estaba asociado a unos parámetros de salud más favorables y de trabajos experimentales que han evidenciado una asociación entre las intervenciones de actividad física y la mejora que los indicadores de salud.

La relación dosis-respuesta vincula el aumento de la actividad física a una mejora de los indicadores de salud cardiorrespiratoria y metabólica. En conjunto, la evidencia observacional y experimental respalda la hipótesis de que una mayor asiduidad e intensidad de la actividad física desde la infancia y a lo largo de la vida adulta permite a las personas mantener un perfil de riesgo favorable y una menores tasas de morbilidad y de mortalidad por enfermedad cardiovascular y diabetes mellitus de tipo 2 en algún momento de su vida. En conjunto, las investigaciones parecen indicar que la práctica de la actividad física moderada o vigorosa durante un mínimo de 60 minutos ayuda a los niños y jóvenes a mantener un perfil de riesgo cardiorrespiratorio y metabólico saludable.

Las actividades físicas que conllevan un esfuerzo óseo mejoran tanto el contenido de minerales como la densidad de los huesos. Determinadas actividades de levantamiento de peso que incluyen simultáneamente en la fuerza muscular son eficaces si se practican tres o más días a la semana. Para este grupo de edades, las actividades de esfuerzo óseo pueden formar parte de los juegos, carreras, volteretas o saltos.

El período de 60 minutos diarios consistiría en varias sesiones a lo largo del día (por ejemplo, dos tandas de 30 minutos), que se sumarían para obtener la duración diaria acumulada.

1.- Los niños de 5-17 años deberían acumular un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física moderada o vigorosa.

2.- La actividad física durante más de 60 minutos reporta beneficios adicionales para la salud.

3.- La actividad física diaria debería ser, en su mayor parte, aeróbica. Convendría incorporar actividades vigorosas, en particular para fortalecer los músculos y los huesos, como mínimo tres veces a la semana.

Población de 18 a 64 años

Los adultos inactivos o con limitaciones vinculadas a enfermedades mejorarán su salud simplemente pasando de la categoría de “inactivas” a “un cierto nivel” de actividad. Los adultos que actualmente no cumplen las recomendaciones sobre actividad física deberían tratar de aumentar la duración, la frecuencia y por último la intensidad de su vida activa como objetivo para cumplir las directrices recomendadas.

La actividad aeróbica facilita de manera continuada el mantenimiento del peso corporal. Lo más importante para conseguir el equilibrio energético es la acumulación de actividad física y el consiguiente gasto de energía.

Los adultos físicamente activos tendrán probablemente un menor riesgo de fracturas de cadera o vértebras. La práctica de actividad física puede aminorar la disminución de la densidad de minerales de la columna vertebral y en las caderas.

La actividad física habitual está vinculada a la prevención del cáncer de mama y de colon. Los datos indican que 30 a 60 minutos diarios de actividad física moderada o vigorosa son el mínimo necesario para reducir apreciablemente el riesgo de esas enfermedades.

En conjunto, hay evidencia clara de que en comparación con los adultos menos activos, las personas que desarrollan más actividad presentan tasas menores de mortalidad, cardiopatía coronaria, hipertensión, accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, cáncer de colon, cáncer de mama y depresión para el conjunto de todas las causas. Además presentan una mejor forma física cardiorespiratoria y muscular, una masa y composición corporal más sana.

1.- Los adultos de 18 a 64 años deberían acumular un mínimo de 150 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada o bien un mínimo de 75 minutos semanales de actividad aeróbica vigorosa, o bien una combinación equivalente de actividad moderada y vigorosa.

2.- La actividad aeróbica se realizará en sesiones de 10 minutos, como mínimo.

3.- Para obtener mayores beneficios, los adultos deberían incrementar esos niveles hasta 300 minutos de actividad moderada o bien 150 minutos de actividad vigorosa cada semana o bien una combinación.

4.- Deberían realizar ejercicios de fortalecimiento muscular de los grandes grupos musculares dos o más días a la semana.

 

Población de 65 años en adelante

La actividad física consiste en la práctica de ejercicio durante el tiempo libre o los desplazamientos (ejemplos, paseos a pie o en bicicleta), actividades ocupaciones (cuando desempeña todavía la actividad laboral), tareas domésticas, juegos, deportes o ejercicios programados, en el contexto de las actividades diarias, familiares y comunitarias.

Al igual que en el caso de los adultos de 18 a 64 años, hay para este grupo varias formas de totalizar 150 minutos semanales de actividad. En particular acumulando los 150 minutos en varias sesiones breves a lo largo de la semana, que vendrán a totalizar el tiempo deseado: por ejemplo 30 minutos de actividad moderada, cinco veces a la semana.

1.- Los adultos de mayor edad deberían acumular un mínimo de 150 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada, o bien no menos de 75 minutos semanales de actividad aeróbica vigorosa, o bien una combinación equivalente de actividad moderada y vigorosa.

2.- La actividad aeróbica se realizará en sesiones de 10 minutos, como mínimo.

3.- Para obtener mayores beneficios, los adultos deberían incrementar esos niveles hasta 300 minutos de actividad moderada o bien 150 minutos de actividad vigorosa cada semana o bien una combinación.

4.- Los adultos de mayor edad con dificultades de movilidad deberían dedicar tres o más días a la semana a realizar actividades físicas para mejorar su equilibrio y evitar las caídas.

5.- Deberían realizarse actividades de fortalecimiento muscular de los grandes grupos musculares dos o más veces a la semana.

6.- Cuando los adultos de este grupo no puedan realizar la actividad física recomendada debido a su estado de salud, deberían mantenerse activos hasta donde les sea posible y les permita su salud.-

 

Estudios necesarios

Como los gimnasios de la ciudad tienen ahora la obligación de solicitar completar una ficha de estudios médicos a quienes concurren a los mismos, es conveniente seguir las indicaciones que se hacen a continuación:

Como recomendación general se sugiere la siguiente evaluación mínima de primer nivel para el apto físico cardiovascular:

1.- Consulta cardiológica que incluya:

A. Interrogatorio

B. Examen físico cardiovascular completo.

 

2.- ECG en reposo

3.- Ergometría de 12 derivaciones en deportistas mayores de 40 años o mayores de 30 años con factores de riesgo coronario.

4.- Electrocardiograma en deportistas de alto rendimiento mayores de 16 años con revaluaciones cada 3-5 años en los casos normales.

Las anormalidades detectadas en el interrogatorio, examen físico y ECG de reposo que indican la necesidad de otros estudios cardiológicos son las siguientes:

1.- En la historia personal:

Disnea o dolor precordial de esfuerzo

Síncope o presíncope no explicado

Antecedente de soplo cardíaco

Hipertensión arterial

Otros síntomas o signos que puedan sugerir la presencia de cardiopatía.

 

2.- En la historia familiar

Muerte o evento cardíaco antes de los 50 años en familiar directo.

 

3.- En el examen físico

Soplo cardíaco u otros ruidos anormales

Hábito marfanoide (rasgo esquelético)

Asimetría o disminución de pulsos periféricos

Hipertensión arterial

Arritmias detectadas en pulso periférico.

4.- En el ECG de reposo

Arritmias (sin incluir bradicardia sinusal ni arritmia sinusal respiratoria)

Bloqueos completos de rama

Agrandamiento auricular izquierdo

Bloqueo A-V completo de segundo grado tipo Mobitz II

Ondas T negativas en al menos dos derivaciones simultáneas (que no incluyan AVR, DIII y V1)

Derivación del eje eléctrico del QRS a la izquierda

Ondas Q patológicas

QT prolongado

QT corto

Morfología tipo Brugada

Infradesnivel del segmente ST.

Fuente: Organización Mundial de la Salud

Revista Argentina de Cardiología – Vol 81

(Muchas gracias Jorge Bonvín por el aporte)

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