Pilar González de Frutos, presidenta de FIDES: «El salto entre tener y comprender la gestión basada en riesgos es donde reside la revolución del gobierno corporativo»

Pilar Gonzalez de Frutos presidenta de FIDES«La correcta gestión aseguradora, y la correcta supervisión, tiene que ver con el ejercicio adecuado de los tres pilares: un hipotético actor del mercado o un hipotético supervisor que pretendiesen tranquilizar sus inquietudes pensando que cuando menos hacen las cosas bien en uno de esos pilares, se estaría engañando a sí mismo. en este mecanismo, para que algo funcione bien hace falta que todo funcione bien». Así lo afirmó ayer Pilar González de Frutos, presidenta de FIDES, durante su intervención en la XXXVII Asamblea Anual de ASSAL que concluye mañana en Rio de Janeriro, Brasil. «Y así es como hay que contemplar, desde mi punto de vista, el reclamo que los principios básicos de la IAIS hacen en materia de gobierno corporativo. Concibiendo éste como lo que es, esto es la bisagra que abrocha los pilares que tiene a derecha e izquierda, le exige que sea eficiente y, siéndolo, que otorgue coherencia a todo el conjunto», continuó la también presidenta de la patronal española UNESPA.

González de Frutos aseveró que «un mecanismo de gestión basado en riesgos no es algo que se tiene, sino que es algo que se comprende» y que ese salto «entre «lo tenemos» y «lo comprendemos» es donde reside la revolución, si me permiten que la denomine así, del gobierno corporativo en materia aseguradora». No obstante, la presidenta de la Federación Interamerciana de Empresas de Seguros quiso dejar clara una cosa: «Los mecanismos de gobierno corporativo asegurador evolucionen en este sentido no quiere decir que las cosas, antes, se estuviesen haciendo mal. En realidad, es todo lo contrario. El crecimiento y maduración de la gestión basada en riesgos no derrumba ni uno solo de los pilares de la vieja gestión aseguradora, porque lo primero que hace es admitir que esa gestión iba en el camino correcto. En ese sentido, la evolución que estamos viviendo se concibe más como un camino hacia la excelencia».

Viaje hacia la excelencia

Este viaje a la excelencia del que Pilar González de Frutos habla en su discuro, se identifica, según matiza la directiva, en buena medida con la idea de capilaridad. «La gestión aseguradora que podemos llamar tradicional tenía muchas virtudes, pero adolecía de un defecto, y es que permitía enfoques híper-jerarquizados que aislaban los escalones de la gestión. Esto es lo que pretenden cambiar los estándares de la IAIS y la evolución misma que apreciamos en los mercados. Las nuevas reglas del gobierno corporativo están diseñadas de manera que sólo pueden ser cumplidas por estructuras que estén construidas tanto de forma vertical como horizontal, y que se encuentren dotadas de canales de comunicación suficientes y con una jerarquización de responsabilidades explícitamente establecida, a lo que cabe añadir el importante matiz de que algunas de estas responsabilidades deberán ejercerse con adecuados niveles de autonomía».

González de Frutos quiso aprovechar su discuros para poner voz a los empresarios de seguros subrayando que lo primero que necesitan los empresarios de seguros es supervisores capaces. «No estoy diciendo con esto que los supervisores a día de hoy, o en algún momento del pasado o el presente, hayan sido incapaces-apostilló-. Lo que trato de transmitirles es el hecho obvio de que el gobierno corporativo tiene elementos de sí mismo que son complejos de capturar desde un ámbito público. El gobierno corporativo interactúa con una realidad que es el mercado, el mercado libre. El mercado tiene unas necesidades, una demanda, una capacidad, una estructura, una evolución. Todos estos elementos inciden en el qué, pero sobre todo en el cómo, del gobierno corporativo. Y esto quiere decir que el gobierno corporativo no puede ser juzgado si no se asumen, se entienden y se colocan en su mero contexto los elementos del mercado que les acabo de citar.

«Una adecuada supervisión basada en riesgos impulsa el debate en torno a la dotación y estructuración de una supervisión del siglo XXI; supervisión que, además, como defienden los estándares de la IAIS, debe de estar dotada de razonables niveles de independencia profesional y financiera, lo cual en muchos países debe llevar al diálogo en torno a las fórmulas por las cuales el propio sector puede ser el que aporte los recursos financieros que los supervisores necesitan para cumplir su labor adecuadamente».

Homogeneidad

«Lo segundo que necesitamos los empresarios y este es un mensaje que supongo sonará muy bien a oídos de supervisores, es homogeneidad», recalca la presidenta de Fides. El mercado de seguros está constantemente pidiendo liberalización como consecuencia del hecho de que el seguro es más potente y más capaz cuanto más grande es». Pero la liberalización, -añade- «plantea inmediatamente el peligro del arbitraje. Un asegurador trasnacional está o puede estar expuesto a la labor de diversos supervisores, de modo que se plantea el peligro de que éstos no estén suficientemente coordinados, no hayan homogeneizado suficientemente su labor, y se generen con ello los mentados espacios de arbitraje».

Por ello, aplaudió los esfuerzos actuales de los supervisores en que «trabajar en pro de la armonización supervisora» ya que aportan «seguridad al sector». Una seguridad, añade que » tiene también mucho que ver con el tercero de los elementos al que quiero referirme: la estabilidad».

«La regulación debe ajustarse como una prenda a quien la lleva»

«Lo que necesita el asegurador privado es estabilidad. El conocimiento de que lo que tiene, el libro de coordenadas en el que ahora debe moverse su negocio, va a seguir siendo el mismo conjunto de reglas de juego durante un tiempo suficientemente prudencial», reconoce la presidenta de FIDES. Es por esto, matiza, que «tras unos años frenéticos, ha llegado el momento de observar la labor realizada en mayor medida que alumbrar labor nueva. El frenesí comenzó a finales de la primera mitad de los años noventa, cuando desde diversos puntos del mundo financiero se comenzó a llamar la atención sobre el hecho de que había riesgos en el negocio financiero que no estaban adecuadamente medidos».

«La crisis financiera del 2008 no vino sino a ser una enorme caja de resonancia para estas reflexiones, acelerando el cambio», puntualiza González de Frutos. Por ello, «el mercado que contemplamos hoy es el resultado de esa evolución apasionante, pero es un mercado en el que, en buena medida, todavía no sabemos bien cómo funcionan las cosas que hemos diseñado, los regímenes que hemos generado». «Ha llegado el momento de que los aseguradores nos adaptemos a los estándares desarrollados, para que dentro de cinco o diez años todos seamos capaces de mirarnos a nosotros mismos para llegar a conclusiones».

«La regulación debe ajustarse como una prenda a quien la lleva. La regulación y la supervisión deben tener en consideración el desarrollo de cada mercado, su grado de madurez y también el de cada entidad, ajustándose a la naturaleza, volumen y complejidad de sus actividades comerciales», considera la presidenta durante su discurso, por ello, el legislador debe ser consciente de la envergadura de las entidades que quedan sometidas a la supervisión. La normativa debe ser proporcional, de forma que aporte seguridad al tiempo que permita el desarrollo natural del negocio. Dicho en otras palabras, la normativa no debe abrumar. Debe ser la apropiada a la circunstancia».

(fuente: BDSAL – 20/4/16)

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