Más personas menos recursos humanos

(f) Se ha iniciado la difusión del 15° Congreso Mundial de Recursos Humanos, que se realizará en Chile a mediados de octubre próximo. Más allá del éxito o aporte de dicho congreso, que habrá de verse luego de finalizado, es particularmente interesante el lema que lo define: Volver al origen. La persona, el cual puede abrir por sí mismo todo un programa de reflexión que se robustece con la frase que da continuidad al propósito del evento: «Más allá de los negocios, del management y de las nuevas tendencias, son las personas las que hacen de las empresas y de los países una realidad».

En primer lugar llama la atención la invitación a volver que, en la acepción más conocida y adecuada a esta ocasión, significa poner o constituir nuevamente a alguien o algo en el estado que antes tenía. Implica que alguna vez, en un tiempo pasado, las personas estaban presentes, pero se perdieron, vaya uno a saber por qué.

Casi inmediatamente podemos detener la mirada en el nombre mismo del congreso, donde se tratará sobre el recurso humano, por lo que la persona desaparece inmediatamente convirtiéndose en una cosa, un elemento más del sistema productivo.

Salta, entonces, una contradicción de la cual quedan eximidos los organizadores por razones de larga data. La referencia de los seres humanos como recurso surge del concepto de equiparación con todo aquello con lo que cuenta una empresa para su funcionamiento productivo.

En términos más simples, un señor, una señora o señorita intervienen de la misma manera en el proceso como pueden serlo un torno, una computadora o una hectárea de tierra. Pero la consideración del ser humano como recurso prosperó desde principios del siglo XX y sigue vigente hasta nuestros días, lo que valida detenerse en esta cuestión. Los nombres no son palabras neutras, sino que están ¿impregnados?impregnadas de muchos otros significados que pueden condicionar nuestras acciones. Generan categorías de pensamiento, muy dramáticamente registradas en nuestra historia, supuestamente civilizada, cuando se menciona a los negros, los judíos, los homosexuales, etcétera.

Los ejemplos citados fueron los embriones de discriminación que causaron y causan estragos sobre una gran cantidad de personas reales, donde su vida se ve influida y, a veces, también su muerte. De aquí que aquello de volver al origen, la persona, tal vez debería invertirse y pensarla como un fin. ¡Esta sí que sería una novedad!

Hagamos un ensayo. Planteemos una escena observando, por ejemplo, una nómina del total de empleados o una entrevista entre un supervisor y un supervisado. ¿Qué tendremos ante nuestros ojos, recursos o personas? En el primer caso, la cuestión se simplifica al máximo, porque nos encontraremos evaluando sobre datos descarnados y más fáciles de manipular. Valga la comparación con el ajedrez. Puede que eliminemos un peón, un caballo o una reina, hechos de madera, marfil o cualquier otro material, siempre simbólicos.

Muy diferente sería que el acto fuera sobre un peón de verdad que desaparece aplastado por una torre, un caballo herido relinchando de dolor hasta recibir el tiro de gracia o una señora reina, de cualquier edad, aniquilada en vida. He aquí la diferencia. Retomamos la propuesta del congreso, donde se afirma que «son las personas las que hacen de las empresas y de los países una realidad».

Las pocas líneas de aquella proposición de trabajo implican un desafío a considerar. Esto es, ¿cómo hacer para extirpar de una vez y definitivamente el concepto de recurso humano? No cabe duda de que, en principio, avanzaríamos sobre un concepto más completo del significado de humanidad.

Por Jorge Mosqueira | LA NACION

(fuente: Lecturas sugeridas por Presidencia del CA del diario La Nación 10/8/14 – Muchas gracias María Belén Gomez por el aporte)

 

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