Los desastres provocados por el hombre tocaron un récord impensado en 2015 y la cobertura frente a estos eventos viene perdiendo terreno. Criterios para comprometerse y aprovechar las oportunidades de negocio.
El cambio climático dejó de ser una probabilidad más o menos lejana para convertirse en una realidad con efectos muy tangibles en lo cotidiano. Por estos días, la polución y sus consecuencias en el medioambiente son un factor que potencia nuevos riesgos y en un agravante de otros ya existentes. Se trata, por tanto, de un asunto que afecta profundamente a la industria aseguradora, que en este escenario se volvió una protagonista indiscutida.
El fracaso en la mitigación del cambio climático fue señalado por la última edición del Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial (World Economic Forum, por sus siglas en inglés) como el riesgo más importante que enfrenta el mundo. “La preocupación por el medioambiente ha estado a la cabeza (del ranking) en los últimos años, lo que refleja que los riesgos relacionados con el cambio climático dejaron de ser hipotéticos para ser certezas, debido a que se ha hecho poco para enfrentarlos”, se lee en el documento emanado de Davos.
Cifras que preocupan
En 2015, en el mundo hubo 353 eventos catastróficos, de los cuales 155 fueron antropogénicos (es decir, suscitados por la actividad del hombre) mientras que 198 fueron catástrofes naturales. La última cifra revela una cantidad de sucesos jamás registrada en un año, de acuerdo con un relevamiento realizado por Swiss Re. Los daños económicos totales ascendieron a u$s 92.000 millones; sin embargo, la industria aseguradora cubrió menos de la mitad: casi u$s 37.000 millones.
“En la actualidad, los seguros están teniendo un rol limitado, en particular en países de ingresos medios a bajos”, explica Maryam Golnaraghi, directora de Eventos Extremos y Cambio Climático de la Geneva Association, un think tank especializado que agrupa a más de 80 CEOs de la industria. “En promedio -detalla la analista- más de dos tercios de las pérdidas económicas por desastres naturales no están cubiertas”. En los países de menores ingresos, añade, esta estadística se eleva al 90%.
El Acuerdo de París, firmado por 195 representantes de todos los continentes en diciembre, define de forma expresa la importancia de las aseguradoras, al establecer que es el momento para que las compañías “implementen prácticas amigables con el ambiente, innoven, desarrollen la próxima generación de soluciones y capitalicen nuevas oportunidades de negocios”.
De acuerdo con Golnaraghi, “la alianza entre los gobiernos y la industria ofrece una verdadera oportunidad para encauzar la experiencia de la industria aseguradora en el manejo y la transferencia de riesgos para reducir el impacto de los desastres relacionados con el clima”.
El campo de acción
Las aseguradoras están llamadas a actuar en dos frentes: primero, en el que se refiere al impacto de los cambios de los patrones climáticos y condiciones ambientales en sus clientes, y segundo, en lo relacionado con los cambios en materia de regulaciones en pos de reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
En el primer caso, de acuerdo con Jorge Ferrari, presidente de 123Seguro, “las exigencias no solamente son por las pérdidas que ocasiona sobre las propiedades, sino también sobre la salud, la agricultura, los animales y la pérdida de beneficios que genera en las empresas”. Esto, según Ferrari, representa “el primer desafío al negocio asegurador, que en su esencia proyecta a partir de modelos estadísticos o actuariales con algún tipo de confianza, algo que el cambio climático no provee”.
Los riesgos que el cambio climático trae aparejados fueron clasificados en tres categorías por la Prudential Regulation Authority (PRA), la entidad británica que regula la actividad financiera y aseguradora. Existen, según esta clasificación, riesgos físicos, como los daños a la propiedad; los riesgos de transición, que enfrentan las aseguradoras en el paso hacia una economía con bajos niveles de emisión de carbono (aspectos financieros principalmente) y, por último, los riesgos de responsabilidad, que pueden surgir de quienes, tras sufrir daños, reclamen contra terceros, quienes a su vez busquen transferir el costo a las aseguradoras.
La situación local
En la Argentina, los riesgos físicos ya son evidentes. “Uno de los riesgos visibles en nuestro país y globalmente son las inundaciones”, explicó Ferrari, y sostuvo que, más allá de los daños directos y el impacto a la actividad económica de las áreas que quedan bajo el agua, es necesario tener en cuenta otras consecuencias. “En términos de la salud, vemos como el exceso de agua y el aumento del calor generaliza enfermedades como el dengue o el zika”, ejemplifica.
María Virginia Bumade, suscriptora de Riesgos Agrícolas de QBE Seguros La Buenos Aires, asegura que los efectos del cambio climático se sienten con fuerza en el campo argentino. “Los primeros indicios los notamos en el producto ‘multirriesgo climático’, que estaba diseñado para activarse cada un período relativamente prolongado de tiempo, ya que cubre eventos como sequía e inundación, pero en los últimos años hemos tenido que atender siniestros de estos programas de manera casi anual, cosa que hace cada vez más dificultosa la oferta”, comenta. “También hemos experimentado tormentas de impactos que no registraban precedentes”, completa.
Posibles estrategias
Como toda crisis, este tiempo de fenómenos y desastres climáticos es también un momento de oportunidades. Bumade señaló que en materia de cobertura agrícola, se dio un aumento en la demanda y, en base a la tarea que vienen desarrollando en su compañía, detalló los pasos que a seguir por quienes busquen prepararse para hacer frente a este nuevo escenario. “Deben adaptarse las tarifas y deducibles, dado que el riesgo ha cambiado”, explicó. “Esto se debe considerar tanto en el riesgo de granizo, donde hay más frecuencia e intensidad, y para multirriesgo, donde deben trabajarse minuciosamente los rindes esperados y los gatillos de activación del programa”, sugiere.
Marcelo Perona, Gerente Técnico de Intégrity Seguros, también puntualiza en los cambios que llevó adelante su compañía: “Nuestros productos de Comercio, Consorcio y Hogar cuentan dentro de las coberturas básicas adicionales para vientos y granizo. Además, la cobertura de granizo se ha ido mejorando, a tal punto que estamos por ofrecer al mercado un nuevo producto con cobertura amplia en esta materia”. Siempre que exista un riesgo, existe una factibilidad de negocio, asevera Perona. “Pero -agrega- se debe contar con información técnica precisa y muy seria para tomar riesgos frente a estos fenómenos climáticos”.
Para Ferrari, el sector debe aprovechar las oportunidades que se originan ante las exigencias de una sociedad que necesita transferir sus riesgos y de una industria que tiene la capacidad financiera para hacerlo, pero que debe aprender a evaluar correctamente la magnitud de los nuevos riesgos.
(fuente: http://boletines.latinoinsurance.com/las-cuentas-pendientes-del-cambio-climatico/?more=1)