La Responsabilidad Social Empresaria (RSE) ha evolucionado y en ese sentido han surgido nuevas posturas que sin duda enriquecen su comprensión:
Nuevas oportunidades de negocio
Si vemos estos cambios como propulsores de estrategias empresariales, la consideración de la importancia de los grupos de interés ha dado lugar a metodologías de análisis y estrategias que facilitan su gestión. Por ejemplo, se recomienda considerarlos en función de su poder, legitimidad y urgencia1, segmentándolos en función de la combinación de estas variables. El poder es la facultad de imponer su voluntad. La legitimidad está relacionada con lo deseable, adecuado y permitido en el contexto normativo. La urgencia se refiere a la sensibilidad ante los retrasos y la importancia concedida a los reclamos. En la medida en que coincidan estos atributos, así será la importancia y vinculación otorgada.
También han surgido principios que rigen la gestión de los grupos de interés en función de lograr relaciones positivas2. En general, buscan reconocer las preocupaciones de todos los grupos y considerarlas en la toma de decisiones, así como mantener una comunicación abierta en cuanto a contribuciones, preocupaciones y riesgos que asumen debido a los vínculos que mantienen con la empresa. Asimismo, contemplan el trabajo cooperativo con otras entidades públicas y privadas para asegurar que los riesgos y daños generados por las actividades de la empresa se disminuyan o sean compensados adecuadamente.
Por su parte, la consideración de la relación empresa-sociedad ha motorizado iniciativas en favor de la comunidad que contribuyen a su vez en el desempeño de la empresa. Por ejemplo, en el marco de la RSE, los negocios inclusivos pueden también ser uno de los ejemplos de este apoyo a los pequeños empresarios locales que, más allá de las ganancias, contribuyen a la solución de problemas sociales, ambientales y culturales. Se trata de iniciativas que integran a las comunidades de bajos recursos en su cadena de valor, generando beneficios mutuos, participando como proveedores o distribuidores. Se genera empleo, ingresos, capacitación, productos y servicios, precios bajos, mejor calidad de vida e incremento de la productividad.
Es bueno también citar en esta reflexión lo común que resulta en las sociedades latinoamericanas que, ante deficiencias en la dotación de servicios públicos, educación o infraestructura, las empresas asuman tales problemas. En este caso la conexión empresa-comunidad ocurre como mecanismo de emergencia para no afectar el desempeño empresarial. Ahora bien, las inversiones sociales que se realicen deberían estar planificadas estratégicamente pensando en las sinergias que tales inversiones pueden aportar al propio negocio, propiciando programas institucionales que apunten al desarrollo de capacidades, generación de renta, educación, capacitación, formación de pequeños empresarios (que serán proveedores o distribuidores) protección de recursos naturales, entre otros. Se trata de compatibilizar objetivos mutuos: gana la comunidad, pero también lo hace la empresa.
“…LAS INVERSIONES SOCIALES QUE SE REALICEN DEBERÍAN ESTAR PLANIFICADAS ESTRATÉGICAMENTE PENSANDO EN LAS SINERGIAS QUE TALES INVERSIONES PUEDEN APORTAR AL PROPIO NEGOCIO”.
En cuanto a los organismos internacionales, su aporte sobre normativas, guías, asesorías y redes de intercambio, ha motorizado y vinculado a nivel mundial las diferentes iniciativas a nivel de empresas y gobiernos. Uno de muchos ejemplos que pueden citarse es la experiencia del Instituto Ethos en Brasil, programa adaptado a la realidad de la región, cuyo objetivo es fortalecer el movimiento de la RSE en América Latina y contribuir a la construcción de un único estándar de indicadores teniendo en cuenta los aspectos comunes y realidades específicas.
Desafíos pendientes
Aun cuando existen avances en materia de RSE, siguen siendo desafíos importantes los siguientes temas:
(1) Mitchell, R., Agle B. & Wood D. (1997). Toward a Theory of Stakeholders Identification and Salience: Defining the principle of who and what really counts. Academy of Management Review, 22 (4), 853-886
(2) Clarkson Centre of Business Ethics (2002). Principles of Stakeholder Management. Toronto, Canada: Clarkson Centre for Business Ethics, University of Toronto
por María de Fátima León Licenciada en Administración y Contaduría Pública (Universidad de Los Andes, Venezuela). Maestría en Gestión y Técnicas Superiores de la empresa (Universidad de Barcelona, España). Doctora en Economía Aplicada (Universidad de La Laguna, España). Profesora e investigadora del Centro de Investigaciones y Desarrollo Empresarial (Universidad de Los Andes), integrante del Grupo Investigación de las Organizaciones y de la Línea de Investigación del Mercadotecnia y la Responsabilidad Social Empresarial.
(fuente: EVOLUCIÓN IARSE evolucion@iarse.org)