La empresa cooperativa hoy

A primera vista, pareciera ser que este dilema cooperativo consiste en la opción “propósitos de bienestar social u objetivos centralmente empresariales, impuestos por la globalización”

Por su parte, el ámbito ecológico, ético, sociológico, geográfico, cultural, jurídico e internacional en el que deberá desempeñarse la cooperativa en este siglo XXI, es diametralmente diferente al imperante en el contexto del origen y evolución del cooperativismo durante el siglo XIX e incluso, el XX.

El capitalismo del siglo XXI nos compele a otras perspectivas donde verificamos la preeminencia de lo empresarial sobre lo social, del mercado sobre naciones soberanas.

En nuestro caso, esta perversa lógica mercantil viene presionando, cuando no, estrangulando, a nuestras pequeñas y medianas cooperativas. La misma se traduce en múltiples y diversas empresas cooperativas con la adopción de modernas metodologías organizacionales, de funcionamientos y expansiones con nuevos esquemas digitales de gestión, mercadeo y asimilación de innovaciones en las secuencias de comercialización y exportación, pero, todo esto, al alto costo cooperativo de ir perdiendo autenticidad y genuinidad en lo concerniente a su inherente dimensión social.

Así las cosas, no es extraño encontrarse con cooperativas sin cooperativistas, esto es, con asociados reducidos a clientes o, peor aún, cuando, siendo las empresas cooperativas verdaderos iconos del tercer sector de la economía, vienen siendo bastardeadas/socavadas en el día a día por grandes empresas usurarias, evasoras de impuestos y aportes previsionales, promotoras de fraudes laborales; empresas que utilizan sin escrúpulos las figuras cooperativas o mutuales como pantallas de lo peor, y eso, ante las narices de una cómplice e irresponsable fiscalización privada/pública.

Todo ello ha generado una hipertensión entre las realidades cooperativas más mentadas y los principios del marco axiológico cooperativo que fueran reformulados en Manchester, 1995 pero al cual, por imperio de lo obvio, ya nos urge revisarlo y corregirlo aceptando con pragmatismo las realidades del mercado. De lo contrario, persistir en una contienda absurda contra una competencia desigual, cuando no desleal, será construir el camino seguro para la desaparición de todo cooperativismo posible, más aún cuando la amenaza es un capitalismo puro, reconcentrado, tecnificado, sin responsabilidad social ni ambiental, progenitor de tanta desigualdad.

En efecto, con la lógica pura del mercado según la cual, la salud, la educación, la nutrición, la seguridad, el agua potable, los servicios esenciales y tales son “una mercancía más”, el capitalismo del siglo XXI se ha envalentonado como nunca sin nada ni nadie que lo modere, lo limite ni lo regule.

Este capitalismo, con sus empresas esotéricas, han puesto en ridículo y de rodillas a la cooperativa, a la mutual, a la empresa familiar, al campesino, al almacenero, al carnicero, al panadero, al bazar, a la despensa, al carpintero, al zapatero, al tallerista, a las artes y a los oficios; al fin y al cabo, a los cimientos imprescindibles para un desarrollo local/regional arraigado, duradero y armonioso en sus costados familiares, sociales, económicos, recreativos y culturales.

A la vista de lo anteriormente expuesto, y en torno a la dimensión empresarial de las cooperativas como subsistema de la economía, las mismas deberán adquirir nueva fuerza y dimensión, a los fines de incrementar su presencia en el conjunto económico general, contribuyendo a la generación de empleo mediante la producción de bienes y servicios a través de la constitución, afianzamiento y expansión de empresas de esta naturaleza, propias y específicas de una economía solidaria civil.

por Roberto Fermín Bertossi. experto de la Coneau en temas de cooperativismo.

(fuente: Salió en La Nueva Provincia – Bahía Blanca del 03/11/2014

extraido de Sandra Boro de Chab Informatica)

 

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