Más que hablar de economía, la propuesta tiene que ver con la v ida que queremos vivir. Necesitamos pensar modos de organización social que trasciendan los marcos interpretativos que le dan sentido en la actualidad, sobre todo los que constituyen y perpetúan sistemas de desigualdad. Desde los distintos feminismos existe una clara apuesta por un cambio en este sentido. Lo difícil en estas reflexiones es salir de las formas de entender las relaciones que establecemos entre nosotras[1,] el trabajo, la organización del tiempo, las maneras de hacer , cuando creemos que en nuestros colectivos “ya lo hemos superado todo”.
La Economía Solidaria o Economía Social y Solidaria (en adelante ESS), según el contexto sociocultural en el que se desarrolle, le ha
puesto nombre a un conjunto heterogéneo de experiencias socio-económicas alternativas. La apuesta que le caracteriza es la constitución de otro tipo de relaciones que pongan en el centro a las personas y el entorno medioambiental, basándose en relaciones horizontales entre sus integrantes. La ESS apuesta por una fuerte presencia a nivel territorial y por la composición de redes que le den sustento y fortaleza.
¿Por qué decimos que la economía será solidaria si es feminista?, si pareciera que sus propuestas coinciden con los postulados del movimiento. En primer lugar, porque los espacios colectivos no están exonerados de la reproducción de jerarquías sociales, incluso cuando sus propuestas así lo exponen. En segundo lugar, surge de la inquietud en relación a los sesgos androcéntricos que han dominado los enfoques y prácticas económicas que incluso permean la ESS. En particular, destacamos la visión productivista de la economía que continúa predominando en sus discursos; nos referimos a la mirada centralizada en los mercados y a las dicotomías que se reproducen constituyendo invisibilidades y jerarquías, en particular con los trabajos que sostienen la vida. Y por último, y muy importante, porque consideramos que es necesario darle mayor valor en nuestras prácticas a los afectos y su potencial transformador.
Empezaremos por contextualizar estas reflexiones, para visibilizar la posición desde la que escribimos. En particular, para señalar el contexto y lugar desde el que lo hacemos, desde un encarnar lo que sucede; y también, para intentar evitar que sean tomadas como respuestas totalizadoras. Cada contexto y experiencia de ESS podrá reflexionar sobre sus prácticas, identificando los puntos ciegos. Por tanto, aquí solamente brindamos algunas reflexiones que pueden ser inspiración para ese proceso.
Las ideas que surgen en este texto tienen como contexto el Estado español, en el cuál en los últimos años han aparecido expresiones que ponen en relieve la tensión y la necesidad de encuentros entre la ESS y los feminismos. Algunas señales en este sentido refieren a la cada vez más visible presencia de los discursos y prácticas feministas en las ferias y encuentros de ESS, la creación de comisiones que pretenden incorporar el feminismo a nivel de las redes de ESS del Estado, y la creación de discursos a nivel académico que expresan la necesidad de este diálogo.
La propuesta que hacemos aquí, y que va tomando fuerza para abordar la ESS, tiene que ver con pensar otras formas de vida vivibles. Para ello, necesitamos trascender los ejes dicotómicos de análisis que producen y reproducen jerarquías. Eso exige generar miradas integrales, que articulen posiciones y que sean una inspiración para el cambio del orden social.
Interdependencia y Sostenibilidad de la Vida
Para un cambio de paradigma necesitamos comenzar por visibilizar y reconocer, repensando los marcos de referencia que le dan sentido. Nos referimos en particular al reconocimiento de la fragilidad e interdependencia como bases que sostienen nuestra existencia. Todos y todas dependemos de otras y otros para poder existir y, aunque en algunos momentos de nuestro tránsito vital esta dependencia se hace más o menos visible, siempre está presente. Una dependencia que no solo nos relaciona con personas, sino también con el entorno y lo no humano. La propuesta que hacemos, que particularmente han desarrollado economistas feministas como Cristina Carrasco o Amaia Pérez Orozco, refiere a ampliar la mirada y repensar el orden social desde la sostenibilidad de la vida. Para lograr nuestro cometido, necesitamos reconocer el carácter multidimensional y heterogéneo de nuestras necesidades, no solo en términos materiales, sino también afectivos y relacionales (el cuidado, los vínculos sociales, la participación en dinámicas colectivas). Incluye también ampliar la noción de trabajo, considerando todas aquellas actividades históricamente invisibilizadas como las tareas domésticas y de cuidados.
Visibilizar y reconocer los privilegios
Necesitamos reconocer las posiciones desde las que partimos, los lugares que ocupamos en el orden social como manera de intentar desarticular sus efectos de poder y jerarquización. Muchas veces hemos dicho entre nosotras que queremos que el feminismo lo atraviese todo, esto no quiere decir “ponga mujeres y revuelva”. Más bien, proponemos una mirada integral que nos incluya a todas. Apostamos por una ESS que incorpore una visión desde las diferentes posiciones y privilegios que nos constituyen. Es una invitación a repensar nuestras formas de funcionamiento, visibilizando en qué medida se perpetúan privilegios en la participación dentro de los colectivos en relación, por ejemplo, a nuestra edad, trayectoria, sexo-género, origen, formación, posibilidad o no de participación según nuestras responsabilidades (personas dependientes).
¿Cómo se distribuyen las tareas dentro de la organización? ¿Cómo se gestiona la participación en los espacios mixtos? ¿En qué medida su distribución ha sido reforzada por roles de poder? Realizar estas interpelaciones nos lleva a ser incómodas, a visibilizar sin necesariamente ser políticamente correctas. Estrategias como la observación en reuniones colectivas, protocolos de funcionamiento y facilitación de reuniones, son herramientas para estimular y garantizar una participación equitativa. El principal desafío es caminar hacia una asunción colectiva de estas estrategias, hasta lograr que no sean necesarias.
Un cambio de agenda… descentrar la mirada del Mercado
La ESS necesita dialogar más con los feminismos para cambiar de horizonte o replantearlo. La constitución de un mercado alternativo, que conecte experiencias socioeconómicas entre las diferentes esferas del sistema productivo (consumo, distribución, financiamiento, producción), es una de las principales estrategias que se vienen desarrollando en la ESS en el Estado español. La propuesta avanza, y mucho, en relación a la constitución de un circuito alternativo que permita articular experiencias y potenciarlas a partir de la intercooperación. El problema está en que nuevamente se reproduce el foco sobre la esfera visible de la economía. Seguir sosteniendo esta centralidad del mercado no hace más que reafirmar una lógica de valoración que no resuelve aquellas necesidades que se expresan más acá del mercado. Cuando proponemos el paradigma de la sostenibilidad de la vida es porque necesitamos generar respuestas a todas las necesidades que sostienen nuestra cotidianeidad. Desde la ESS tenemos que ser capaces de repensar nuestras formas de organizarnos bajo este paradigma, repensar la estrategia, revalorizando todos los trabajos que hacen una vida vivible. Tenemos que ser capaces de proponer una organización social que traiga los cuidados de la periferia al centro, y que se constituya como sistemas de corresponsabilidad colectiva.
Visibilizar las prácticas que ya existen
Para lograr el objetivo que nos proponemos, será necesario en primer lugar visibilizar y potenciar experiencias que ya existen, pero que no han adquirido el reconocimiento que se merecen. Por un lado, encontramos aquellas experiencias que se organizan repensando y valorizando los cuidados en sus formas de funcionamiento. Nos referimos por ejemplo a las organizaciones que incorporan el cuidado dentro de la organización del trabajo cooperativo (licencias especiales según necesidades, distribución de todas las tareas que sostienen una cooperativa, ronda de sentires); los grupos de crianza compartida, donde padres y madres se organizan para constituir espacios de cuidado de criaturas pequeñas en las que se distribuyen tiempos, generándose espacios más próximos y contemplando la flexibilidad de las necesidades; las comunidades de cuidado de personas mayores, a través de sistemas cooperativos que constituyen espacios de convivencia solidarios de cuidado entre las personas mayores.
También es posible encontrar comunidades de convivencia que tratan de poner en común muchos aspectos de la vida cotidiana. Estas experiencias plantean el desafío de combatir la lógica de aislamiento y el individualismo, para construir espacios y prácticas de convivencia que permitan compartir tiempo y materialidades. Espacios de convivencia que se organizan en función de las necesidades, poniendo en el centro a las personas, y su cuidado, así como el respeto por lo no humano.
Visibilizar y reconocer prácticas como las que mencionamos anteriormente, es una posibilidad para inspirarnos. Reconocer la existencia de experiencias transformadoras es la oportunidad para la experimentación y multiplicación. Claro que también surgen nuevas preguntas, en particular de qué manera las hacemos accesibles para todas. Hablamos en términos de recursos materiales, pero también de dinámicas socioculturales. Necesitamos de un cuestionamiento constante sobre quién puede hoy formar parte de la ESS y quién no, qué minorías están quedando fuera. Tenemos que crear las estrategias que hagan posible maneras de organizar colectivamente nuestras necesidades para todas. En esta línea, la experiencia de la ESS en relación a la constitución de redes tiene una llave, cabe potenciarla, animarla, expandirla.
Finalmente, y por ello no menos importante, politizar los afectos
Atravesar de feminismo la ESS refiere en particular a reconsiderar el papel de los afectos en nuestros espacios colectivos. Apostamos por la politización de los afectos, en relación a visibilizar el papel que adquieren los mismos en los procesos de transformación social. Acostumbradas a la racionalización de la política y su estrabismo androcéntrico, poner en el centro los afectos se vuelve una cuestión revolucionaria. Hablar de afectos, reconocerlos y visibilizarlos, no busca retornar a planteos esencialistas o románticos, sino que nos referimos a la oportunidad de que su reconocimiento se convierta en motor de cambio. Las experiencias de la ESS son espacios de socialización, en los que la dimensión afectiva se pone en juego de manera central en su funcionamiento y forma de relación. Hablamos por ejemplo de la “confianza” que establecemos en las formas de intercambiar y comercializar, en los espacios de lucha-resistencia, en los espacios de convivencia. También de nuestros “deseos” y “miedos”, los que sostienen nuestra presencia, así como nuestra distancia o alejamiento de los espacios colectivos. Reconocer el papel que ocupan y generar visibilidad sobre sus efectos, son parte de la apuesta política para el cambio.
En definitiva, si queremos un cambio para todas, en la ESS tenemos que ampliar la mirada, visibilizar los privilegios, reconocer todas las necesidades y trabajos que hacen una vida vivible, poner en el centro la vida y los afectos; porque como decimos al principio la economía solidaria será solidaria si es feminista[2].
Daniela Osorio-Cabrera
Daniela Osorio es feminista, investigadora-activista, integrante de la comisión de Economías feministas de la XES (Xarxa d’Economia Solidària) y miembro del Ateneu Cooperativo la Base en Barcelona.
Revista Pueblos.org – http://www.revistapueblos.org/?p=21275
Artículo publicado en el nº71 de Pueblos – Revista de Información y Debate, cuarto trimestre de 2016.
NOTAS:
(fuente: http://www.centrocultural.coop/blogs/cooperativismo/2016/12/28/la-economia-sera-solidaria-si-es-feminista/)