Implementar una política de «puertas abiertas» en los ejercicios de brainstorming puede facilitar la participación de los empleados más tímidos y de los que les cuesta más poner a consideración de otras personas sus propuestas.
La tormenta de ideas es amada por algunos y temida por muchos. Vivimos en un mundo que ofrece opciones para todo, desde estilos de café pasando por shows de TV hasta los aparatos de TV mismos. Pero cuando se trata de brainstorming, la tormenta de ideas, tenemos una opción: meter a todos en un cuarto y comenzar a lanzar ideas.
Esto por lo general funciona bien con los extrovertidos (aunque algunos dicen que no) y no es tan maravilloso para todos los demás.
No tiene por qué ser así. De hecho, hay una manera de organizar una tormenta de ideas sin molestar ni espantar a los introvertidos de su equipo y no es tan difícil como se podría pensar.
El profesor Darío Nardi de la UCLA ha estado realizando estudios de vanguardia sobre la conectividad cerebral desde hace años. Como nos explicó recientemente, «por lo general los introvertidos dedican más tiempo a procesar datos, tienen más actividad y vínculos en la mitad trasera del cerebro y se sobreestimulan fácilmente. Por el contrario, -agrega Nardi- los extrovertidos pasan menos tiempo procesando datos, tienen más actividad y vínculos en la mitad delantera del cerebro y se ven subestimulados fácilmente».
Por lo que si bien hay debate respecto de si la divisoria entre introvertidos y extrovertidos es una simplificación, la neurociencia de todos modos apunta a un espectro basado en cualquiera de los extremos donde aparecen patrones de pensamiento que son virtualmente imágenes especulares la una de la otra.
Esto significa que muchos extrovertidos disfrutan de los brainstorming tradicionales en los que se lanzan ideas a los gritos. Les gusta el estímulo, les gusta la velocidad del procesamiento de datos. Pero los introvertidos se ven abrumados por el ruido. Debido a que los introvertidos procesan datos más lentamente tienden a agotarse tratando de seguir todas las ideas que se lanzan una tras otra. No hay tiempo para procesarlas todas.
La tormenta de ideas tradicional no sólo coloca en desventaja a los introvertidos, es mal aprovechada por todo su equipo, que pierde muchas de las ideas o síntesis de ideas que los introvertidos pueden ofrecer a todo el grupo.
Por suerte, todo lo que se requiere es incorporar nuevas reglas que hagan que la tormenta de ideas pase de ser una batalla de todos contra todos, que sólo puede gustarles a los extrovertidos, a un proceso realmente de colaboración.
1 Permitir que la gente vaya y venga.
No todos los participantes de una tormenta de ideas tiene que estar a la vez todo el tiempo mientras se desarrolla la práctica. Cada persona tiene un nivel diferente de tolerancia para el proceso. No es necesario obligar a los más introvertidos del grupo a quedarse más tiempo del que puedan ser útiles.
2 Invite a los introvertidos a llegar más tarde…
No los fuerce a llegar a todos desde el comienzo. Muchos extrovertidos hablan en voz alta para descubrir lo que están pensando. Eso puede ser realmente productivo para ellos pero agotador y frustrante para los introvertidos. Los introvertidos a menudo tienen que esperar a que un extrovertido deje de divagar y se concentre en la cuestión en discusión y mientras tanto no pueden pensar sus propias ideas.
3 … incluso a la mitad.
No es malo permitir que los introvertidos lleguen en medio de la sesión, hasta que haya pasado la mitad del tiempo disponible. Eso puede sonar como mucho, pero mientras estén usando el mismo período para pensar sus propias ideas de modo independiente, no es un desperdicio. Sólo asegúrese de que los introvertidos sepan que no es un pase libre para evitar el proceso. En cambio aparecerán más tarde con sus propias ideas mejor desarrolladas. Y cuando lo hagan, que alguien les informe de lo hablado hasta entonces, lo que a su vez ayudará a los extrovertidos a ordenar sus ideas y reubicarse en la sesión.
4 Imponga un momento de silencio…
Luego de la recapitulación, inicie un período de tres minutos de reflexión en silencio para que cada uno escriba sus pensamientos. Esto dará a los introvertidos la oportunidad de procesar lo que oyeron.
5 … luego vuelva a abrir la puerta.
Los introvertidos no tienen que quedarse. Pueden irse en este punto si quieren.
6 Haga una pausa cada 30 minutos.
Si hay introvertidos que quieren quedarse, detenga la tormenta de ideas cada media hora y pregunte directamente si tienen algo que aportar. No tienen que hacerlo, pero crear ese espacio hace mucho más factible que tengan el beneficio de su visión también.
7 Traiga de nuevo a todos los introvertidos al final.
Cuando se termine la tormenta de ideas, invite a volver a la sala a cualquiera de los introvertidos que se haya ido para revisar lo que se anotó en el pizarrón. Haga que los extrovertidos expliquen cualquier cosa que resulte confusa. Luego pida a los introvertidos que piensen en el tema hasta el día siguiente. Dado que procesan datos más lentamente pueden tener algunas ideas nuevas un día más tarde.
8 Deje espacio en el pizarrón.
A la mañana siguiente abra el pizarrón de la tormenta de ideas para que los introvertidos (o cualquiera que haya tenido una epifanía después del hecho) agreguen cualquier cosa que puedan haber pensado.
9 Vuelva a reunir a la gente.
Reúna a todos para una discusión facilitada -no una discusión libre y no para una segunda tormenta de ideas a pleno- donde todas las ideas generadas en las últimas 24 horas puedan ser diseccionadas, organizadas e incorporadas a un plan con el que pueda avanzar todo su equipo.
10 Dé participación en la acción que sigue a todos.
Tenga en mente que no todos los extrovertidos son iguales. Algunos pueden participar de una tormenta de ideas días enteros sin definir una meta concreta. A otros extrovertidos les encanta la tormenta de ideas, pero se les acaba la paciencia al rato; quieren llegar de últimas a un plan decisivo. Al igual que los introvertidos, se le debe permitir a estos extrovertidos abandonar la sesión cuando sienten que no va a ninguna parte. Pero cuando es hora de definir un curso de acción, debe volver a convocárselos después de que los introvertidos hayan agregado sus ideas.
Su tormenta ideas puede darse el lujo de aflojar las riendas y adoptar una política de puertas giratorias, con gente que va y viene. Pero una vez que haya generado suficientes ideas, todos tienen que reunirse y avanzar juntos como equipo.
Traducción Gabriel Zadunaisky
Judah Pollack y Olivia Fox Cabane son co-autores del libro La red y la mariposa: el arte y la práctica del pensamiento que rompe los límites.