Cada año, casi mil millones de personas pasa hambre, una cifra que podría triplicarse de aquí al año 2050. Terminar con la brecha entre producción y suministro de alimentos resulta fundamental para la seguridad alimentaria. No obstante, la seguridad alimentaria tiene otra dimensión que, hasta la fecha, ha sido totalmente ignorada: la vulnerabilidad del sobrecargado e interrelacionado sistema mundial de alimentos frente a crisis sistémicas repentinas, como fenómenos atmosféricos catastróficos o epidemias en los cultivos, muchos de los cuales son problemas agravados por el cambio climático. Unos efectos que serían devastadores en las empresas y comunidades de todo el mundo.
(En la imagen: impacto potencial de los fenónemos atmosféricos en la seguridad alimentaria)
Conscientes de la falta de investigación e importancia que se le ha dado a este hecho, desde LLOYD’S han elaborado el informe de Riesgos Emergentes titulado ‘Crisis en el sistema alimentario’ junto con investigadores de la Universidad Anglia Ruskin, la Universidad de Wisconsin-Madison y del Oak Ridge National Laboratory, en colaboración con miembros de la UK/US Task Force on Resilience of the Global Food Supply Chain to Extreme Events, y financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y para la Commonwealth del Reino Unido. El fin principal de este estudio, explica el comunicado es ayudar a los suscriptores a identificar el impacto –hasta ahora ignorado – de la seguridad alimentaria en el seguro y la modelización del riesgo.
Como respuesta a esta necesidad, LLOYD’S ha desarrollado un escenario de pruebas de estrés frente a una interrupción grave, pero plausible, de la producción global de alimentos así como investigar las implicaciones que ello tendría para el seguro y la modelización del riesgo. Creado por expertos en seguridad alimentaria y en la economía de desarrollo sostenible, el escenario representa una serie de sucesos con una probabilidad enmarcada dentro de un periodo de retorno de referencia de 1:200 años frente a los que, de acuerdo con las directrices de Solvencia II, los aseguradores deben sobreponerse.
Las principales conclusiones que reflejan estos escenarios son que una crisis sistémica de la producción global agrícola de alimentos podría tener repercusiones económicas, políticas y sociales de ámbito general, con incrementos en los precios de los alimentos, disturbios y caídas de los mercados de valores.
Asimismo, una crisis sistémica del suministro global de alimentos podría desencadenar siniestros significativos en múltiples líneas de negocio, incluyendo (aunque no con carácter exclusivo) terrorismo y violencia política, riesgo político, pérdida de beneficios, marítimo y aviación, agricultura, responsabilidad civil y de retirada de productos y responsabilidad civil medioambiental.
Del mismo modo, podría afectar a los ingresos procedentes de las inversiones del sector asegurador así como al escenario regulatorio y comercial global. Desde LLOYD’S aseveran que la industria aseguradora puede contribuir de manera significativa a mejorar la resiliencia y sostenibilidad del sistema alimentario global, instando a las empresas a reflexionar sobre su exposición al riesgo a lo largo de la cadena de suministro de alimentos y a priorizar el desarrollo de productos innovadores de transferencia del riesgo.
Por ello, concluyen, “los aseguradores deben trabajar conjuntamente con los investigadores para desarrollar modelos capaces de capturar no solo los efectos físicos de acontecimientos extremos, sino también las diversas repercusiones económicas y sociales de los mismos”.
Conclusiones principales:
Caso Práctico: Repercusiones de la crisis del sistema alimentario en la producción de café en CentroaméricaEn 2013, una enfermedad mortal causada por el hongo Hemileia vasatrix arrasó las plantaciones de café de Centroamérica, afectando a más de la mitad del área total de plantaciones en la región y generando unas pérdidas de casi 500 millones de dólares. Se estima que la propagación de esta enfermedad se cobró 374.000 puestos de trabajo, ya que se prescindió de los trabajadores que normalmente se encargaban de recoger la cosecha. El impacto social de la crisis de la producción de café fue especialmente significativo, ya que la mayor parte de los cultivos de café de Centroamérica están en manos de pequeños agricultores que luchan por salir adelante, costearse los fungicidas que necesitan y absorber las pérdidas económicas resultantes de una menor producción. Al igual que ocurrió en el caso de los patógenos que se recoge en el escenario de crisis alimentaria del informe, la propagación del hongo de la hoja del café se vio agravada por el cambio climático 3 . En primer lugar, debido a las temperaturas más altas que ampliaron la huella geográfica de las áreas que acogen este tipo de hongos y, en segundo lugar, por la mayor frecuencia de sucesos como el de El Niño (para el que se ha establecido un vínculo entre mayor frecuencia y cambio climático) 4 que acortaron el periodo latente del patógeno, reduciendo con ello el plazo de tiempo en el que la enfermedad acabó con las plantas. |
(fuente: BDSAL 24/7/15)