Orson Welles, fallecido en 1985, fue actor, director de cine y teatro, locutor, productor, entre otras cosas, y en todas sus intervenciones fue brillante. En una entrevista realizada en París en 1960, revela su concepción del la política, el arte y su vida en general. En uno de esos tramos, el entrevistador le hace una pregunta clásica, pero no por esto banal, partiendo de la definición del propio Welles, quien se considera un artista y un aventurero al mismo tiempo. El entrevistador afirma que esto implica un equilibrio de alguna forma e interroga: «¿Diría que vivió para trabajar o trabajó para vivir?». Welles responde: «Yo creo que el trabajo es parte de la vida. No sé cómo diferenciar ambas cosas. Sé que se puede, hay gente que lo hace. Creo que la respuesta más honesta que puedo darte es que esas dos cosas no están separadas en mi mente».
El entrevistador agrega: «Hay gente que le dedica todo a su trabajo y que no tiene vida propia. Pero usted vivió a lo grande y trabajó a lo grande.» Welles interrumpe, con algún fastidio: «¡Pero no lo separo! Para mí todo es parte. El trabajo es una expresión de la vida para mí».
Este fragmento pone a la luz varios puntos importantes respecto de la relación entre la vida personal y el trabajo. La primera que surge (y sorprende) es que hace cincuenta y cinco años ya estaba planteado el tema. Hoy aparece en las publicaciones sobre management, y llega a llamarse, «gestión del personal».
En otras palabras, pone sobre el tapete la cuestión de «¿qué hacemos con estas generaciones que le dan más importancia a su vida personal que al trabajo?» Las antiguas recetas se han derrumbado. El trabajo era lo primero, después de la salud, claro, y el propio entrevistador lo define con claridad, como rasgo de la época: hay gente que le dedica todo a su trabajo y no tiene vida propia.
En Orson Welles no hay conflicto, porque no separa la vida y el trabajo, sino que es su expresión de vida. Podrá decirse que su situación es privilegiada, porque ha hecho lo que le gustaba, pero no es así.
En otro tramo del reportaje, confiesa haber participado en horrendas películas bélicas y en radio, para financiar proyectos personales. lo cual define el centro de la cuestión.
Welles es un creador, un artista, pero no es una excepción dentro de la humanidad toda. La gran mayoría son artistas y creadores por naturaleza y los conflictos nacen cuando están tapiados por regímenes estrictos, donde la posibilidad de incorporar la impronta personal es mínima o nula. Estas situaciones son las que van generando una especie de disgusto existencial que, tarde o temprano, sale a la luz, por cualquier medio: desgano, quejas, inoperancia, actividad gremial, ausentismo, y otra infinidad de síntomas significativos para la persona que lo sufre.
La idea del «empowerment» de los 80 y 90 nace del reconocimiento de estas falencias de las organizaciones productivas, con dos objetivos. Por un lado, la posibilidad de enriquecer a la organización mediante el aprovechamiento de aquellas necesidades creativas. Por el otro, abrir las puertas de los artistas que casi todos llevan dentro, ya sea para pintar un cuadro como apretar la tuerca adecuada. Este entrecruzamiento entre el trabajo y la vida es lo que desvela, con justificados motivos, a todos los expertos en management y líderes en general. ¿Cómo hacer para que el trabajo se integre a la vida del empleado y viceversa? La respuesta no es sencilla, pero el planteo de la pregunta, enfrentarse a ella, es un buen principio.
Por Jorge Mosqueira | LA NACION
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1768526-el-trabajo-segun-la-mirada-genial-de-orson-welles)
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.