El Quijote, Colón y algunas verdades sobre el liderazgo

(f) Será necesario parafrasear la famosa frase que da inicio a El Quijote, de Cervantes, en una versión caprichosa que dará lugar a identificar las expresiones folklóricas sobre el ejercicio del liderazgo. Se violan, a la vez, todas las reglas de precisión que el ejercicio del periodismo exige: «En un lugar del planeta, de cuyo nombre no necesito acordarme.»

Semejante profanación puede explicarse porque el discurso instituido es el mismo, con pequeñas variaciones que no hacen al fondo de la cuestión. Así es como podemos encontrar fragmentos como el que sigue: «¿Qué tipo de liderazgo se necesita en el mundo actual, volátil, incierto, ambiguo y complejo? Los directivos coinciden en señalar que lo importante son los intangibles».

Hasta acá vamos bien porque se instala la duda. Los intangibles son aquellos factores difíciles de registrar, misterios y fantasmas que rodean al acto de coordinar acciones hacia un objetivo, aunque cabría una primera objeción acerca de cuáles fueron los momentos, en la historia de la humanidad, en que el futuro no fuera ambiguo y complejo. Se instala, sin embargo, que son tiempos tan distintos que no pueden compararse con ninguna época pasada. Ni siquiera cuando la concepción del mundo se vino abajo, en 1492, esa vez en la que Europa descubrió que no era el único continente posible.

Luego vienen las definiciones: «Las empresas actuales necesitan líderes ágiles, capaces de ilusionar, desarrollar el talento; construir equipo, influir; marcar la pauta; crear un clima adecuado; contagiar de optimismo y generar felicidad. Un líder generador de emociones positivas». Es decir, los líderes de antes no sirven para nada y tienen que enfrentar un nuevo modelo, nunca visto, para lo cual es necesario difundir cuáles son los rasgos necesarios, fundamentales, para acceder y ejercer la función de coordinar un grupo de hombres y mujeres.

Es en este punto donde el anzuelo se hace presente con mayor claridad, asimilando el acto de liderar a un nuevo producto que se lanza al mercado. Es el champú o el jabón que contiene propiedades innovadoras, sin antecedentes conocidos, adaptados al turbulento presente, tanto social como capilar o epidérmico, da igual. Lo curioso es que este tipo de discurso suele reunir dirigentes de grandes empresas, en escenarios espléndidos, donde habrá de aparecer la verdad revelada. A unos pocos.

La novedad de la novedad se repite año a año, con el mismo ritmo. Siempre aparece una nueva forma de liderar, por lo que es necesario descartar todo lo anterior. Hay que reciclarse para no perder el tren.

La rueda gira, el negocio de las nuevas ideas prospera. ¿Cómo se explica toda esta recurrencia? Algunos maledicentes afirman por lo bajo que los conglomerados que asisten a escuchar las mismas versiones lo hacen para escapar del trabajo y pasar un buen rato, si el catering es el adecuado. Otros, más mordaces, aseguran que los eventos de estas características tienen como objetivo principal intercambiar tarjetas. Un grupo más reducido, por lo general aquellos que recién se inician, absorbe con deleite los conceptos porque los escuchan por primera vez.

Es el público que legitima la necesidad de entender de qué se trata el liderazgo, recibiendo una versión sintética y autorizada, a la que podrán adherir sin muchas vueltas. El proceso posterior, la puesta en marcha es otra cosa, pero vale la intención investigar o cuestionarse. No es casual la mención de 1492. Es difícil imaginar a Colón incapaz de ilusionar, influir, marcar pautas o contagiar optimismo, entre otras virtudes, imprescindibles sin duda también en el siglo XXI..

(fuente: Lecturas sugeridas por Presidencia del CA del diario La Nación 27/7/14 Por Jorge Mosqueira | LA NACION- Muchas gracias María Belén Gomez por el aporte)

 

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