SIEMPRE QUE LLOVIÓ, PARÓ. Para muchos, esta frase nació en Argentina. Señala que al final de todo tiempo malo surge uno mejor, que no hay que perder las esperanzas. Más allá de su significado, la expresión suele adjudicarse al humorista rosarino Alberto Olmedo (1933-1988), quien la popularizó en los años `80.
Otra versión la adjudica a Terranostra Da Musqueira Rodríguez, nacido el 15 de enero de 1910 en Ceibal, a quien llamaban cariñosamente Nostradamus Rodríguez porque desde chico mostró aptitudes de profeta.
Un día comenzó a llover y el profetizó que en algún momento iba a parar y hasta hoy en día sigue ocurriendo.
Tambien están quienes afirman que esta frase fue utilizada por un grupo de monjas de la orden de las misioneras de la caridad (fundada por la Madre Teresa de Calcuta) cuando caminaban por el Malecón de Galvestan en Texas, observando la recuperación de La Isla luego del paso del Huracán.
La frase transmite «Esperanza», que lo malo en algún momento va a terminar y que luego vendrán tiempos mejores.
Siempre que hubo una gran tormenta, finalizó y salio el sol.
Hay que tener fe que tarde o temprano los problemas, las complicaciones, los tormentos se terminan, se van, desaparecen. Todo problema tiene solución, porque todo pasa por algo. Pensar que un problema no tiene final seria algo infernal. Todo lo malo es pasajero.