DAR LA LATA. El uso popular le ha adjudicado al dicho el significado de fastidio causado por cualquier inoportuna insistencia, aunque entre nosotros se lo aplica lisa y llanamente a quien posee la característica de hablar por demás. También se aplica cuando alguien es rechazado en una relación amorosa.
Son muchas las versiones que circulan respecto de la procedencia del dicho, aunque todo induce a creer que proviene -por imitación- de los antiguos dichos que tenían que ver con las recorridas murgueras y el fastidio ocasionado al resto de los vecinos.
En España, en la antiguedad estas recorridas se hacían no solo en carnaval, sino también para festejar las segundas nupcias de una viuda o de un viudo. Posiblemente, al aparecer en el mercado la hoja de lata (luego, hojalata) como producto de uso común, los recipientes vacíos de ese material fueron incorporados al equipo sonoro. De manera que la expresión «dar la lata», o sea, percutir sobre ella, no hizo más que extender el concepto tradicional de «dar la murga».
También se ha documentado que la frase podría provenir de la ciudad de Málaga, en cuya cárcel los presos solían comprar una lata de mosto condimentado con sobras de vino, licores y aguardientes que al ser bebidos, provocaban en los detenidos una intensa borrachera y, como consecuencia, un deseo incontenible de hablar y de hacer barullo con los embases.