(f) Al que quiere celeste, que le cueste. Frase de antigua data, usada para indicar que quien pretende algo muy valioso deberá trabajar o esforzarse mucho para conseguirlo. Algunos estudiosos de la paremiología sostienen que su origen se vincula con el arte, ya que, en ciertas épocas, obtener color azul claro o celeste para las pinturas de cuadros o esculturas, resultaba complejo y oneroso, pues parece que esa tonalidad sólo se conseguía a partir de una piedra preciosa: el lapislázuli. En definitiva, aquel que quería una obra con celeste, debía pagar mucho por ello.