Los drones o sistemas de aeronaves no tripuladas (UAS, por sus siglas en inglés), cuyo uso se asociaba preliminarmente a las operaciones militares, tiene hoy día versiones más compactas y operan con normalidad en la vida cotidiana y la industria, hasta el punto de que se están convirtiendo en todo un negocio de miles de millones de dólares, ya que los beneficios que se pueden obtener a partir de la utilización de esta tecnología son evidentes.
Según estima la Federal Aviation Administration (FAA), en Estados Unidos, a finales de 2016, se utilizarán más de 600.000 drones para uso comercial; es decir, el triple del número de aeronaves tripuladas de la aviación general, y se espera que 1,9 millones de UAS tengan un uso recreativo. Así, antes de 2020, el número de UAS se triplicará, con un volumen de mercado que alcanzará los 4,7 millones de unidades y que llevará a que la aplicación comercial de la tecnología de los UAS se dispare de los 2.000 millones (1.780 millones de euros) a los 127 000 millones (113.000 millones de euros); unas previsiones que vienen impulsadas a medida que el tamaño y precio de los drones disminuyen.
Sin embargo, con el uso civil y comercial de los UAS aumenta y sigue evolucionando el potencial de riesgo por el mal uso de esta tecnología, lo que necesita ser considerado. Por ello, ALLIANZ GLOBAL CORPORATE & SPECIALTY (AGCS) ha elaborado el informe ‘El auge de los drones: manejando los riesgos únicos asociados a los sistemas de aeronaves no tripuladas’, en el que destaca las tareas que esta tecnología puede llevar a cabo (simplificar las evaluaciones del riesgo en proyectos de construcción o infraestructuras y aumentar su seguridad, gestionar las solicitudes de indemnización con mayor rapidez y efectividad, etc), pero también los problemas de seguridad y riesgo que plantea (riesgo de colisiones, ataques terroristas o incidentes cibernéticos), puesto que los avances de esta tecnología están inevitablemente acompañados de una serie de nuevos y poco comprendidos riesgos.
Nuevo mercado de seguros de drones
Así, el aumento del uso de UAS está alterando el perfil del riesgo de muchos sectores, hasta el punto de que 1 millón de dólares (889.917 euros) es el importe mínimo de cobertura en materia de seguros exigida a los operadores comerciales con el fin de protegerse frente a la exposición al riesgo. AGCS explica en su informe que si se cumplen las previsiones de crecimiento del sector comercial de UAS en Estados Unidos, se estima que el mercado de seguros de drones llegaría a valorarse en más de 500 millones de dólares (445 millones de euros) al final de 2020. A escala mundial, su valor podría acercarse a los 1.000 millones de dólares (890 millones de euros).
Riesgos incipientes
A medida que aumenta el uso recreativo y comercial de los UAS, aparecen nuevas exposiciones al riesgo al ser más probable que ocurran más incidentes, especialmente una vez concluyan las reglamentaciones que estimulen un uso más generalizado. Dichos incidentes podrían traducirse en solicitudes de indemnizaciones multimillonarias contra empresas, operadores y fabricantes. Los aficionados representan la mayoría de los propietarios de UAS, aunque, en gran medida, siguen sin estar regulados en muchos países, lo que plantea problemas de seguridad.
El informe alerta de dos problemas de seguridad prioritarios que plantean los drones: las colisiones en pleno vuelo, que pueden ocurrir si el piloto no puede ver ni evitar a tiempo una aeronave tripulada, siendo las aeronaves que corren el mayor riesgo las que vuelan por debajo de los 500 pies (como los helicópteros y las avionetas agrícolas, y el despegue o aterrizaje de aviones en los aeropuertos); y la pérdida de control, que puede ser consecuencia de un fallo de sistema o de volar por encima del alcance de la señal y que supone un riesgo importante que ya ha causado incidentes con lesiones. Además, menciona otros riesgos como el de una colisión en pleno vuelo, así como ante lesiones, o daños materiales o a la propiedad a terceros.
Seguros y mitigación de riesgos
Tal como aumentan los propietarios de UAS, crecen las expectativas relativas a la educación sobre seguridad, lo cual debería ser la máxima prioridad de los operadores, que deberían obtener la formación y experiencia necesarias para pilotar con competencia su UAS. El informe señala, por tanto, que una formación adecuada es crucial para reducir el número de incidentes, mientras que en lo que respecta a las empresas, la formación adicional debería incluir el uso de las imágenes de la cámara de abordo, las comunicaciones y la planificación del vuelo, el mantenimiento del sistema, entre otros problemas tecnológicos adicionales.
También ayudaría la exigencia de un buen registro de los UAS, algo que no existe en muchos países, lo que provoca problemas tanto a las aseguradoras como a los solicitantes de indemnizaciones.
(fuente: BDSAL – 13/9/16)