El mejor camino cuando se reciben críticas: escuchar, reflexionar y analizar

Si están fundamentados y proponen ideas, los señalamientos sobre cómo se hacen las tareas pueden aportar y hacer que exista un desempeño más rico y creativo

Es de particular importancia que, por lo menos de vez en cuando, alguien aborde el tema de las críticas en el ámbito empresario. Javier González, CEO y coach en el Instituto Superior Magna Coaching -una institución prestigiosa de origen español-, se atreve a realizar algunos señalamientos al respecto, en un artículo publicado en RR.HH. Press. Como siempre surge la necesidad de diferenciar la crítica constructiva de la destructiva, lo que podría hacerse evidente a partir de detectar la intención.

Es posible decir que una crítica es constructiva en tanto proponga ideas, esté fundamentada en el sentido más sólido de la palabra y agregue soluciones posibles. Pero subrayemos rápidamente que el problema no se resuelve en este punto, sino en el receptor de la crítica. Reproduzcamos una de las sugerencias de González: «Cuando nuestro trabajo sea objeto de una crítica, es importante no reaccionar impulsivamente. Aunque resulte complicado, se debe optar por la escucha activa, la reflexión y el análisis: ¿es una crítica motivada sobre un hecho objetivo?, ¿nos puede ayudar en el desempeño de nuestras tareas? Respondernos de forma sincera es el primer paso hacia la autocrítica».

Para cumplir con este buen consejo hay que tener ciertas virtudes. O competencias, si se prefiere llamarlo así. Lo esencial es tener la mente abierta. ¿Qué es una mente abierta? Todo el mundo habla de una mente abierta, pero los obtusos no lo entienden porque, precisamente, no tienen su mente abierta. Muy pocos se definirían a sí mismos como «cerrados». Ensayamos una definición. Se trata de un pensamiento que acepta como válidas, en principio, todas las ideas o propuestas que ofrecen los otros, sean jefes o subordinados.

Vale recuperar la archiconocida frase de Einstein: «La mente es como un paracaídas. Sólo funciona si la tenemos abierta». Todos sabemos qué sucede si el paracaídas no se abre: estrellarse es inevitable. No debe haber compañía que desee ver a sus colaboradores desparramados por las oficinas y los talleres.

Por otro lado, quien se aferra a sus convicciones (y a su ego) flaco favor puede hacer a quienes lo rodean y respecto de la sociedad, a veces simplemente llamado «mercado». Cualquier señalamiento negativo, venga de donde provenga, no debe ser descartado a priori y mucho menos descalificado por venir con el prejuicio sobre alguna persona en particular. González aporta al respecto: «Separar la información útil, que nos permita mejorar y evolucionar, de los sentimientos de rechazo, ataque o inseguridad que nos produce la crítica en sí. De este modo aceptaremos que, como seres humanos, cometemos errores de los que podemos aprender». Mirando el conjunto de una organización que, por supuesto, se compone de personas, podríamos descubrir que es un yacimiento inagotable de ideas. Porque todo ser humano es creativo por naturaleza.

Amputar esas posibilidades es un daño mayor, que no se hace visible en tanto se mantenga cerrada la caja de Pandora por pruritos jerárquicos. Éstos nacen, principalmente, por razones ideológicas emparentadas con el apego a un sistema autoritario, o bien por temor a ser cuestionado o superado en las propuestas, cuando se las considera patrimonio de un jefe o un empleado, según el caso. Desde este punto de vista cabe concluir que la mejor estrategia es alentar las críticas a todo nivel, en toda ocasión, en vez de sofocarlas. No habrá caos, no hay por qué preocuparse. Por el contrario, se canalizan las fuerzas ocultas, las que carecen de salida y siempre amenazarán, como en cualquier situación social similar, con estallar tarde o temprano.

Jorge Mosqueira

(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1860923-el-mejor-camino-cuando-se-reciben-criticas-escuchar-reflexionar-y-analizar)

Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.