El futuro del régimen local de reaseguros

guillermo-pastore-reaseguro-nov-2016El reaseguro internacional sigue atravesando un ciclo de oferta excedente de capacidad debido a la existencia de capital sobreabundante, bajas tasas de interés y reducida siniestralidad proveniente de fenómenos naturales y del hombre. Esta tendencia no se revertirá en el mediano plazo. Probablemente, la baja de precios no sea tan vertiginosa en el próximo período dado que hay estimaciones que auguran que en ciertas ramas se está cerca del piso.

El reciente paso de los huracanes Mathew, que amenazó con causar estragos en los Estados Unidos, y Nicole, que embistió Bermudas, provocaron mínimas pérdidas materiales, según estimaciones preliminares. La actual temporada de huracanes, que está por concluir, permite augurar que el año será benévolo luego de catorce fenómenos en el Atlántico contabilizados en este período.

El Brexit dejó un gusto amargo en el centro de reaseguros del mundo. Se vaticinan eventuales pérdidas de negocios en el mediano plazo y se deberá reformular la política de expansión por regiones con el fin de que este nuevo escenario impacte en menor medida.

Los grupos aseguradores mundiales continúan con su política de mayores retenciones: reservan para el reaseguro sólo aquellas exposiciones consideradas muy volátiles o excesivamente concentradas. En un mercado que se reduce, todos los operadores deben extremarse con la mejora de servicios y la reducción de márgenes. Este ejercicio producirá mayores concentraciones en toda la cadena del negocio.

La región seguirá gozando abundantes capacidades, diversidad de productos y precios bajos. Obviamente, deberán analizarse grados de siniestralidad de ramas o carteras en particular, que en forma selectiva serán levemente ajustados según sus resultados, como, por ejemplo, acaeció recientemente en agro. Nuestro país continuará disfrutando retrocesiones generosas, que es el pilar en el cual se sedimenta la solvencia del sistema empañado por un marco regulatorio obsoleto.

El mercado nacional

En la Argentina, la sumatoria de capitalización es irrelevante comparada con los estándares mundiales. Esto genera que los reaseguradores domésticos debido a lo exiguo de sus patrimonios, en contrapartida con lo que deben cubrir, retrocesionen la casi totalidad del negocio suscripto. En la actualidad, el reasegurador que legalmente ampara la solvencia de una aseguradora, en un altísimo porcentaje, posee menos capital que al que pretende proteger.

La sumatoria del patrimonio neto y de la reserva de estabilización de todo el mercado local, que involucra a 25 instituciones actualmente operando, llegaba a algo más de 200 millones de dólares al 31 de marzo del corriente año, el equivalente a un solo reasegurador mundial pequeño. El reasegurador que mayor patrimonio detenta tiene casi 22 millones de dólares; el que menos patrimonio posee tiene algo más de 2,6 millones de dólares; y el patrimonio promedio supera levemente los 8 millones de dólares.

Por el riesgo soberano argentino, sus reaseguradores locales no pudieron aceptar negocios de otras latitudes, contraviniendo un principio básico de dispersión de cartera. En cuanto a inversiones, las mínimas existentes salieron en gran medida de grupos aseguradores locales que fundaron su propio reasegurador para diligenciar negocios con el exterior. El objetivo de crear un verdadero mercado nunca prosperó.

El reaseguro es un negocio de capital intensivo, diversidad de carteras y territorios en la suscripción, necesidad de experiencias trasnacionales y profesionales multidisciplinarios radicados internacionalmente. Claramente, el modelo local no satisfizo ninguna de las necesidades expuestas.

Las estadísticas oficiales no muestran la realidad del mercado dado que por motivos que se desconocen no se publican los montos de retrocesión, una cifra fundamental para conocer el verdadero porcentaje de cesión. Por ende, aún hoy en día seguimos ignorando los indicadores para entender decisiones y posturas.

La Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN) reaccionó a la evidente falta de capitalización de los reaseguradores locales con un plan gradual para cumplimentar las nuevas exigencias que multiplica por diez el patrimonio en poco más de un año. En consecuencia, se deberá acreditar un capital mínimo que surja del mayor de dos parámetros: un monto no inferior a 300 millones de pesos (antes eran 30 millones) y una cifra que surge en función de las primas y recargos.

Si bien la reacción de la SSN es loable y tiende hacia un mercado algo más solvente, la realidad es que en el idílico escenario de que todos los reaseguradores locales quisiesen y pudiesen aumentar sus capitales no involucraría un mercado real de reaseguros dado que éste tampoco se acercaría mínimamente a lo que sucede en el mundo en cuanto a patrimonio, dispersión de cartera, oferta de productos, tecnología, etc.

El “parche” de adecuar en algo un patrimonio per se insuficiente deja a la mayoría de las partes insatisfechas dado que los reaseguradores locales estiman como alto el incremento y el mundo real no considera como serio un mercado inventado sólo por ideología y carencia de sustento técnico.

El reaseguro autóctono argumenta que nació como consecuencia de una demanda política más que por propio convencimiento. Y, luego de haber transitado un quinquenio sin grandes beneficios, se le exige en poco tiempo capitalizar un negocio de estructura legal endeble (basado en resoluciones) y sin horizonte claro de una eventual reserva de mercado.

Algunos operadores estiman que están en el peor escenario dado que si no se complementa la norma, se concentraría el mercado en un oligopolio local que obligaría a los más pequeños a una venta apurada o a una autoliquidación o a una liquidación forzosa.

Es real que la concentración en pocos reaseguradores locales que terminasen siendo los recaudadores de fee (cuota) por fronting, que lejos de agregar valor sólo burocratiza y encarece el reaseguro, sería una salida ajena a las expectativas de la mayoría de las aseguradoras.

También el riesgo crediticio persistiría, independientemente de una pequeña dosis de capital adicional. Podría suceder que los pagos a los reaseguradores locales en moneda del país, para hacer frente posteriormente a la cancelación de la retrocesión en moneda dura, sufra en el ínterin un desfase del tipo de cambio y no alcance para abonar las garantías de pago, comprometiendo severamente al reasegurador local y a las aseguradoras que pretende cubrir.

De los actuales 25 reaseguradores locales operativos de objeto específico, la mayoría son principalmente alimentados por sus grupos económicos; tres son extranjeros, que operan desde hace tiempo como “admitidos”; y sólo cuatro podrían ser considerados independientes, aunque sólo aglutinan un porcentaje mínimo de la cesión del país.

Conclusiones

Lo aconsejable sería retrotraer la regulación hacia antes de 2011, volviendo a las bases y a un sistema que funcionó adecuadamente durante dos décadas. De esta forma, se obtendría una mayor oferta de operadores y productos, una baja del precio debido a la no necesidad de un pago injustificado de fronting local y una mayor agilidad en las cotizaciones y colocaciones, además de expeditos cobros y pagos y, probablemente, inversiones reales.

El reaseguro local podría continuar existiendo, pero no como una obligación, sino como una alternativa que pueda ser elegida libremente por las aseguradoras si es que su solvencia, precios, productos y servicios son los adecuados, redundando todo lo definido en beneficio y defensa del asegurado.

Si aún existe un fundado deseo de mayor retención nacional, las aseguradoras, con mayor encaje de primas y capitalización que los reaseguradores locales existentes, podrían coasegurar sin inconvenientes en un pool para dar cobertura a riesgos de envergadura, colocando los excedentes de esa retención en forma directa con el exterior. De esta manera, sería mucho más transparente la relación de solvencia.

También se debería eliminar la barrera que impide operar libremente desde el exterior, pero dándole al reasegurador local un año de reserva de mercado no mayor al 40% a los efectos de readecuar sus estructuras y programar cómo administrar el run off. Esto ocurriría en el caso de que alguien estime que el negocio es rentable y desee seguir operando sin el blindaje estatal.

Consultados varios operadores, las cifras no cierran cuando se calcula el costo de oportunidad resultante del aumento de capital más el gasto de estructura versus el fee por fronting que se obtiene en el mayor porcentaje del propio negocio. Es claro que la SSN deberá emitir una resolución que complemente la del mero incremento de patrimonio para que los operadores puedan planificar y tomar el camino más racional en el tratamiento de una situación creada por una razón ideológica.

Nota escrita por Guillermo Pastore, CEO de Special Division Reinsurance Brokers.

(fuente: http://www.ondaseguro.com.ar/Edicion364/?mkt_hm=0&utm_source=email_marketing&utm_admin=82766&utm_medium=email&utm_campaign=Newsletter)

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