El cerebro asunto de primer orden

(f) Durante mucho tiempo y aún hoy, cierta sensiblería popular eligió contraponer hombre y máquina. Acaso como un modo de aislar el comportamiento humano de su costado mecánico. Corazón vs. cerebro, en la batalla de los órganos, era el duelo que representaba esa mirada.

Recientemente, y el éxito de Estanislao Bachrach con su libro Ágilmente en la listas de bestsellers lo deja en evidencia, los secretos del funcionamiento del cerebro, la comprensión del sistema límbico y el córtex en las emociones y las decisiones cotidianas no sólo debilitan aquella simplificación, sino que convierten al tema en un asunto de primer orden para las personas, las empresas, la sociabilidad.

Los enigmas de ese órgano se vuelven mayúsculos en tiempos en los que nuestra vida está atravesada por gran cantidad de dispositivos: ¿cuál es el sistema operativo que rige nuestros comportamientos?, ¿cómo almacenamos y procesamos la información?, ¿qué puede decirnos esa máquina sobre los más profundos sentimientos humanos?

En esa línea invisible que conecta la economía freak (el libro de Levitt y Dubner que cumple una década) y la matemática cool (representada en la Argentina por el profesor Adrián Paenza), emerge también la neurociencia sensible. Allí, Bachrach termina de definir un escenario donde las ciencias y su divulgación se vuelven porosas, no ya en sus límites, sino en su relación con el interés general. Injustamente, parece sugerir esta disciplina en ascenso, asociamos al cerebro con la inteligencia y la razón, y aún no nos acostumbramos a verlo de otra manera.

Un reciente estudio de Harvard proponía que, a la hora de hacer testeos sobre capacidades personales, no nos dediquemos a mirar solamente el famoso coeficiente intelectual, sino que agreguemos índices de coeficiente emocional y coeficiente de curiosidad. La fantasía de la inteligencia artificial parece ser entonces el reverso ominoso del asunto. Como siempre, el cine de Hollywood se ocupa de llevar el tema más lejos y de modo potente: la película Ella, de Spike Jonze, transita en la relación sentimental profunda entre, justamente, un hombre y un sistema operativo.

En El omnívoro, un libro sobre antropología y nutrición, su autor, Claude Fischler, rescataba un dato interesante: el seso es, en un análisis de todas las civilizaciones, el elemento que menos culturas consideran comestible. Y suena lógico: la primera reacción humana ante lo que genera temor y desconcierto es el profundo rechazo. Parece que ha llegado el tiempo de reconciliarnos con nuestro órgano vital, ese que le ordena al corazón, literalmente, cuándo y cómo debe funcionar..

(fuente: -6-9-14 – http://www.lanacion.com.ar/1724831-el-cerebro-asunto-de-primer-ordenPor Ernesto Martelli | LA NACION)

Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.

 

Comments are closed.