Eco branding: ¿ser ecológico o sólo parecerlo?

(f) Lo ecológico está de moda y, como ocurre con todo lo que es tendencia, entre otras cosas, eso significa que vende (palabra mágica). Ya sean productos, servicios, o proyectos solidarios, la ecología y la solidaridad se llevan, pero más allá del bla, bla, bla requieren de autenticidad para poder serlo

En ese ser o no ser radica la cuestión, como diría Shakespeare. O mejor, en este caso, ser o no ser ecológicos: ¿es ese el problema? Por un lado, a muchas empresas no les preocupa lo más mínimo cumplir los requisitos que definen como ecológico un producto, servicio o actividad, pues ni siquiera se lo plantean. En realidad, el quid de la cuestión para una míriada de ellas no es otro que parecer que son ecológicos, que se comprometen con la sostenibilidad del planeta o que sus productos son naturales para así atraer clientela, sumar beneficios, en suma.

Vestirse de verde o llevar una flor en la solapa que huela a campo es garantía de éxito, un reclamo más para llamar la atención en el escaparate. Parececer ecológicos, cuando la realidad es muy otra, se ha convertido en una fórmula de la que se abusa, y lo mismo ocurre con los gestos solidarios, con el consiguiente engaño a sabiendas al consumidor o usuario.

Eco branding oportunista

El branding, -la revolución del marketing basada en crear valor en torno a la marca para ganar en competitividad-, encuentra en el universo ecológico un buen filón del que extraer oro verde. Sin embargo, ese valor muy a menudo no es sino humo, ya que no responde a un verdadero compromiso.

No se trata de ser ecológicamente responsable o no, porque la práctica ecológica ya conlleva una responsabilidad implícita, por lo que resulta redundante, un bla, bla, bla publicitario en la inmensa mayoría de los casos. Como es fácil deducir, el fin no es otro que vender la idea a través de mensajes oscuros, jugar con ambigüedades que esconden la realidad y guiños que tranquilizan conciencias, en especial de consumidores no demasiado exigentes y también poco formados e informados sobre las características y requisitos que debe cumplir un producto verde.

Las prácticas de un marketing que busca sacarle punta a lo ecológico son muy distintas. Desde incorporar a su catálogo un producto que se vende como «más natural» o «con menos químicos» hasta colaborar con proyectos solidarios y/o ecológicos en países en desarrollo o para ayudar a conservar la fauna y flora y, por supuesto, no falta el color verde por todas partes, así como un packaging que gira en torno a todo tipo de materiales reciclados, como el plástico o el cartón.

Consumismo vs ecología

Más allá de las modas y del eco branding, lo ecológico es un concepto complejo y profundo en el sentido de que abarca un amplio espectro de cuestiones en una empresa, desde el marketing o el diseño hasta el uso de materiales y la misma idea del producto, su enfoque, uso de recursos, un planteamiento sostenible en logística y demás fases de la producción.

Y, sobre todo, es importante recordar que el consumo, y aún con más razón el consumismo, es cualquier cosa menos sostenible. Siguiendo el sabio consejo de las tres erres ecológicas, reciclar, reutilizar y reducir es el trío verde que deberían guiar las acciones y decisiones del ciudadano.

La producción a escala, las ventas, la publicidad, o sea, los principales objetivos de toda empresa en el contexto capitalista, son incompatibles con un planteamiento ecológico genuino. Otra cosa es el loable y necesario esfuerzo que puedan hacer para reducir el impacto ambiental o la presenciad e pesticidas en los alimentos mediante la agricultura o ganadería orgánicas.

Aún así, no puede sino celebrarse que las empresas ecológicas lleven a cabo actividades más respetuosas con el medio ambiente, que fabriquen productos orgánicos, más saludables para nuestra salud y la del planeta. Al César, lo que es del César.

Fuente: Ecología Verde

(fuente: Boletin Informativo – Entre Rios Recicla – 18/9/14)

 

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