Cuando el éxito depende de una jugada magistral

(f) Ajedrez y negocios van de la mano. El manejo de una empresa, la capacidad para tomar decisiones bajo presión, la rapidez y el pensamiento lógico son elementos en común. Atacar, defenderse, o simplemente mover una pieza en falso para desorientar a la competencia son jugadas clave en el ámbito corporativo.

«El ajedrez es un campo de batalla en donde el objetivo no es otro que conquistar al oponente. No puedo imaginar que sea muy distinto en el caso de los CEO», afirmó alguna vez el legendario campeón mundial Garry Kasparov. Muchas son las teorías y muchos los analistas que explican la sinergia entre el juego de las tablas y el mundo corporativo.

«Recientemente descubrí que una compañía se dedica a entrenar ejecutivos con actividades al aire libre, en las cuales navegan, escalan, se lanzan en paracaídas y hasta exploran, sintiendo una gran mejoría al término del entrenamiento. Estas técnicas me parecen geniales, pero la combinación de estos entrenamientos físicos con uno mental, como sería la práctica sistemática del ajedrez, contribuye al mejoramiento integral del empresario», dice Roberto Mayor Gutiérrez, consultor corporativo y creador del método de formación y capacitación empresarial «Chess in business», donde vincula el ajedrez como herramienta de análisis y entrenamiento aplicado a los negocios.

«Contrario a lo que muchos puedan pensar, su estudio y práctica sistemática, sin necesidad del ejercicio profesional, contribuye a formar una persona más capaz, lógica e inteligente, que la que era antes de dedicarse a jugar ajedrez», afirma el especialista, quien es también director de consultandoajedrez.com, primer site de ajedrez para empresarios.

LECTURA SUGERIDA

Mucho se ha escrito sobre el tema. Un listado de lectura sugerida podría incluir: «Jaque Mate», escrito por el ocho veces campeón de España, Miguel Illescas; «How Life Imitates Chess: Making the Right Moves, from the Board to the Boardroom» (Cómo la vida imita al ajedrez realizando los movimientos correctos, del tablero al directorio», de Kasparov; «Three Moves Ahead: What Chess Can Teach You About Business» (Tres movimientos por delante: lo que el ajedrez puede enseñar sobre negocios), de Bob Rice, exdirector del club de ajedrez de Wall Street; y en el plano local, «El ajedrez aplicado a los negocios», de Gerardo Saporosi.

«En el libro planteamos un sistema de entrenamiento gerencial que muestra que no hay por qué jugar el juego empresario en la neblina. Es posible analizar las relaciones que existen entre las piezas de un tablero y las jugadas que piensa un gerente, y anticipar movimientos y resultados. La aplicación de las reglas del ajedrez nos permitió trabajar en conceptos muy creativos como cuál es la jugada que conviene hacer primero, cómo podemos ‘distraer’ al competidor, cómo podemos tenderle una trampa, cómo podemos empatar cuando todo parece perdido, cómo podemos dejar ‘atrapado’ en su estrategia a nuestro competidor. Cómo el management puede hacer una última jugada para salvar la marca, o cómo podemos debilitar la estrategia de un competidor que nos ataca en nuestro territorio. Todo esto demostrado con casos empresarios modernos», cuenta Saporosi, quien además es presidente de Franchising Group Argentina, consultora, inversora y desarrolladora de franquicias.

ATAQUE Y DEFENSA

«El jugador de ajedrez sabe que a partir de una jugada, se abre un árbol de decisiones muy grande, especialmente en los primeros movimientos. Los ‘patrones’ que forman las piezas en un tablero pueden servirle a un gerente estratégico entrenado para conocer la situación actual de un sector empresario, las posibles jugadas que se van a dar, y los movimientos de ataque y defensa que debieran realizarse. Algunas veces será oportuno distraer al competidor con una jugada intrascendente. Otras, convendrá mover (o no mover) la pieza que supuestamente el otro puede esperar que movamos, se explaya Saporosi y concluye: «Al igual que lo que ocurre en el ajedrez, el estratega empresario depende de su astucia y de los errores que va a cometer su rival, los que a su vez puede encargarse de inducir, ubicando ciertas piezas en ciertos lugares, aparentemente ‘sin sentido’. Cuando una empresa no responde a nuestros ataques porque no los percibe o por lo que fuera, de una u otra manera estamos estimulando su genética suicida».

(fuente: ambito.com – Por: Leandro Ferreyra – 8/9/14)

 

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