Crianza de los chicos: «Me cuesta ponerle límites… es tan chiquito…»

(f) Cuando los padres sobreprotegen, inhiben capacidades de sus hijos y los retienen en una etapa de dependencia. Cómo ayudarlos a desarrollar seguridad y autonomía.

Los límites ayudan al bebé entender el entorno y a gestar actitudes y acciones que refuerzan su salud emocional y su sociabilidad.

Cuando hablamos con algunos padres de la educación de sus niños, dentro del marco familiar, aparecen expresiones que nos indican ciertas dificultades para poner los límites necesarios para su crianza y el desarrollo emocional saludable.

Cuando se revisa la historia vincular en relación al pequeño, posiblemente nos encontramos con relatos que indican que los límites han estado desdibujados o directamente no han aparecido.

Algunos de esos ejemplos comunes a muchas familias son:

– La costumbre de los niños de pasarse a la cama de sus padres por las noches.

– El amamantamiento demasiado prolongado (algunas mamás extienden esta situación hasta los 3 o 4 años y la justifican diciendo que les apena que su hijo llore).

– El control de esfínteres también surge más tardíamente. En muchos casos el uso de los pañales descartables en lugar de ser un medio facilitador para esta etapa de crecimiento, termina siendo un objeto que produce una “comodidad” que no favorece el desarrollo de conductas que ya podrían estar presentes en relación a la madurez psicofísica del niño.

– El uso de chupete indiscriminado y prolongado en el tiempo.

– La ausencia de la palabra como mediadora. Los padres deberían acompañar la palabra con la acción y ayudar a decodificar el entorno para la mejor comprensión de su hijo.

– La falta de tiempos para «escuchar empáticamente», tiempos para hablar y callar.

– Escasez de la implementación de los períodos de “espera” (necesarios y adecuados) para satisfacer algunos requerimientos infantiles.

Estos son algunos de los aspectos en los que inicialmente deberían comenzar a aparecer límites, que serían las bases notables y significativas a partir de las cuales vayan surgiendo otras construcciones más complejas.

A medida que el bebé crece y se convierte en un niño es necesario ayudarle a entender el entorno y a gestar actitudes y acciones que le vayan brindando seguridad y autonomía.

Cuando hablamos de autonomía nos referimos a todo lo que el pequeño puede lograr en estas etapas tempranas por sí mismo y debería tener las oportunidades para hacerlo.

Allí estarán puestos los límites a favor de su desarrollo. «Yo solo te ayudo», «esto lo podés hacer solito»: estas frases deberían sostenerse aun cuando los pequeños se resistan, cuando se tiene la certeza de que sí, pueden lograrlo.

Que el niño pueda dar la respuesta adecuada cuando sus padres dicen sí o no, lleva tiempo y coherencia en los mensajes que recibe de ellos a partir de los primeros años.

Cuando los progenitores consciente o inconscientemente sobreprotegen, por un lado estarían inhibiendo capacidades en su hijo, estarían reteniéndolo en una etapa anterior, en una etapa que dejaría al niño más dependiente. Cuando esto sucede, habría que pensar que los adultos que no desean que este hijo crezca.

Los límites puestos con amorosidad y sostén en favor del cuidado, crecimiento y autonomía de los pequeños, algunas veces más mas allá de la frustración que les ocasione, serán un aspecto significativo y nodal en la construcción de una emocionalidad saludable.

Fuente: Graciela Taffarelli, Consultora Psicológica, especializada en Desarrollo Personal; clr.gracielataffarelli@hotmail.com; contagiarsalud@gmail.com; movimientocontagiarsalud@gmail.com. Blog: http://consultoriasaludmental.blogspot.com.ar. Fundadora y coordinadora de Movimiento Contagiar Salud.

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