(f) El tema de los “precios cuidados” generó una primera problematización del rol del consumidor y del acto de consumir. Se comienza a concebir el acto de consumir no como un acto individual y aislado, sino como un acto político y social. Ahora bien, el “consumo responsable” va más allá de controlar que se cumplan los acuerdos de precios que estableció el gobierno nacional con las cadenas de supermercados. Implica un consumo consciente y deliberado que busca fomentar un determinado modelo de producción, distribución y consumo en detrimento del modo capitalista hegemónico.
El “consumo responsable” pone el eje en cómo se produce el producto que elijo comprar, evaluando qué relaciones socio-ambientales hay por detrás de ese producto. Por ello, busca fomentar una producción sin explotación, ni del ser humano ni de la naturaleza, fomentando los emprendimientos autogestivos que se basan y rigen en valores como la solidaridad, la cooperación y la reciprocidad, donde el precio que se establece para los productos y bienes que se venden es el “precio justo”.
En la actual coyuntura, donde gran parte de la población cuestiona el accionar de las grandes cadenas de supermercado y comienza a repensarse el hecho de consumir y de lo que se consume, se abre un escenario que favorece a la visibilización de las diversas experiencias que conforman a la Economía Social y Solidaria (ESyS), especialmente aquellas que vienen construyendo modos de intercambio y comercialización alternativos como lo son los mercados populares, las ferias autogestivas y las redes de comercio justo y consumo responsable(1).
Estas experiencias propician, por un lado, el encuentro cara a cara entre los productores y los consumidores, evitando los intermediarios, y por otro lado, buscan generar un rol activo del consumidor, que planifica y organiza su consumo y que tiene conocimiento sobre cómo se produjo aquello que consume.
Estas prácticas y experiencias de la ESyS muestran un “otro camino”, poniendo en evidencia que, por ejemplo, existen otras posibilidades frente al mero hecho de ir a comprar a un supermercado. La tarea es lograr que esta concientización que se ha iniciado sobre el consumo y el rol del consumidor no sea un brote aislado frente a una determinada situación socioeconómica del país y que, en cambio, se transforme en el punto de partida de un proceso que nos lleve como sociedad a un consumo responsable que busque apoyar un modo más humano, justo e igualitario de producción y distribución, construyendo de este modo una “otra economía” y por ende una “otra sociedad”.
Por Malena Fallacara-Investigadora del Dpto de Cooperativismo del Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini”
(fuente: Cooperativismo en Movimiento- 10/3/14)