(f) La primera respuesta es obvia: la mejor forma de sobrevivir a un atasco de tráfico es no meterse en él. Informarse del estado actual del tráfico, evitar horas punta y lugares conflictivos; todo eso que ya sabemos e intentamos hacer. Pero si fuera tan fácil, no habría tantas congestiones. Por desgracia, tarde o temprano todos acabamos atrapados en un mar de capós que vibran con el impotente rugido de un motor que se mueve al ralentí.
Dar algún consejo para sobrevivir a un atasco de tráfico intentando no parecer un libro de autoayuda es un esfuerzo fútil. Poco más se puede decir a parte de armarse de paciencia, tener en cuenta que los ocupantes de los otros muchos vehículos están igual de frustrados que uno mismo y practicar sin fin el juego de embrague, primera, embrague, primera,…
Lo que acabo de decir es una obviedad: ninguno de los conductores allí presentes quiere estar atrapados en el atasco de tráfico. Probablemente, ni siquiera quieran estar en un coche, porque donde uno quiere estar cada vez que se pone a los mandos de un vehículo es en el destino. El caso es que, por muy obvia que sea esta realidad, también es la más obviada. Parece ser que la congestión no sólo dificulta el paso de los vehículos, sino que también obstruye la empatía de nuestros vecinos del asfalto.
Sobre todo, debido a la enfermiza ilusión que nos hace creer que el carril de al lado se mueve un milímetro por hora más rápido que el suyo. Al final parece que un puesto en el carril del prójimo, que durante unos parece moverse un poco más que el resto, se convierte en objeto de deseo. El tesoro de Gollum. Los que tienen el sitio, lo defienden amorrándose lo más posible al de delante; van tan cerca que si fueran perros parecería que van a levantar la pata al lado de la rueda trasera.
Los que no aún no han llegado a su Shangri-La, aprovechan el más mínimo hueco para colarse ante tus narices. Auténticos hachazos. No sé como no hay más golpes en cada atasco de tráfico. Y cuando consiguen una plaza en el carril, ¿qué se encuentran? ¿Una vía directa al Dorado? No, normalmente se encuentran un carril tan lento y apestado de coches como el de antes. Una nueva excusa para buscar cualquier hueco para colarse.
Al final, los que queremos pasar el mal trago lo más tranquilos posible, ir tirando y salir de allí sin perder los nervios, nos vemos atacados por todas partes. Uno debe tener cuidado de frenar lo más suavemente posible, no sea que el coche de atrás se acerque tanto para proteger su puesto que nos acabe dando un beso negro. Intentar hacer las arrancadas sin aspavientos para no gastar demasiado combustible, pero sin dejar demasiado hueco para no alimentar las tentaciones de los buscadores de tesoros. Qué estrés, oiga.
Al leer todo esto seguro que pensaréis: este chico nos está contando todo esto porque se acaba de chupar un atasco de los buenos. Pues sí. Fue ayer, iba camino de la casa de mi chica, para recogerla y pasar nuestra semana de vacaciones juntos. Lo peor de todo, que meterme en la ratonera fue mi culpa: en un cartel luminoso leí “desvíos (…) carretera A“, y pensé que la carretera A tenía problemas, y por eso había desvíos. Mi avispada mente llegó a la conclusión que lo mejor era ir por la carretera B.
Cuando ya era demasiado tiempo, caí en la cuenta que el cartel en realidad decía “carretera B corte total por obras, desvío por carretera A”. Ole tus gónadas, Jaume. ¿Resultado? Setenta y cinco minutos de atasco. Incluso tuvimos que cambiar los planes: en vez de cenar en un restaurante de verdad, tuvimos que ir a uno de esos rápidos que permanecen abiertos las noches de verano.
Que envidia de los motoristas. Tanto zig-zag no debe ser sencillo. Pero parece divertido. No me extraña que en la red no sea difícil encontrar juegos donde uno practica para manejar una moto en un atasco de tráfico.
Cuando me vi en el percal, hice tres cosas. La primera, pedir a la Tierra que me tragara por haber leído mal el cartel. Además, seguro que las entrañas del planeta no estaban tan congestionadas como esa maldita carretera B.
La segunda, intentar recordar que, pese a que iba a paso de tortuga, lo que seguía haciendo era conducir un vehículo. Y, por lo tanto, debía seguir cumpliendo mis estándares habituales de conducción. Porque, aunque muy difícilmente un accidente que ocurra en un tasco de tráfico revestirá gravedad; lo cierto es que, por muy mala que sea la situación, un toque siempre la empeorará.
La segunda cosa que hice al ver el percal en el que me había metido fue quitar la radio y poner el CD de mp3 que tengo en el coche con las canciones que más me gustan. Aquellas que me transportan a un mundo donde sí quiero estar. Un lugar al que, con calma y mas de una hora de retraso, finalmente conseguí llegar.
(fuente: http://www.circulaseguro.com/como-sobrevivir-a-un-atasco-de-trafico/#more-75055)