Cómo perder una discusión con la mejor información

El uso de la razón y de ciertos datos no siempre garantiza que se logrará el cometido de inculcar ese discurso en el destinatario; es lo que se conoce como el efecto «tiro por la culata».

A mediados de 2013, el ex secretario de Comercio Guillermo Moreno logró convencer a algunos empresarios de congelar los precios de determinados productos. Durante unas pocas semanas, la inflación de ese grupo de bienes pasó efectivamente a ser cero. Sin embargo, cuando economistas argentinos le preguntaban a consumidores por su percepción de aumento de precios de esos mismos productos durante ese lapso, la respuesta no difería de los que sí subían: se reportaba un aumento en promedio del «índice oficial del Indec kirchnerista más 10 puntos».

El fenómeno fue descripto en un reciente trabajo que hicieron para Brookings los economistas argentinos Guillermo Cruces, Ricardo Perez Truglia y Alberto Cavallo. «Acostumbrado a la falsificación de las cifras de inflación, el público argentino simplemente no incorporaba la información de precios que no aumentaban y extrapolaba lo que sucedía en general hacía años», cuenta Cruces a la nacion. «La intención original de la falsificación de los índices era la de moderar las expectativas de inflación, y esto no funcionó: aumentaron casi en consonancia con el aumento de la inflación real, a pesar de los bajos números oficiales. El episodio del congelamiento nos muestra que además salió el tiro por la culata: aun en momentos de caída real de la inflación, las expectativas se mantuvieron altas», agrega.

El efecto «tiro por la culata» (en inglés, backfire effect, traducido mejor como «tiros que se vuelven en contra») sumó en los últimos meses varios estudios y descubrimientos nuevos que vienen de la economía del comportamiento y de las ciencias cognitivas. Alude a un fenómeno paradójico: en una discusión, sumar información científica, real y objetiva en contra de la visión de una persona, no hace que ésta cambie de opinión, sino todo lo contrario: refuerza su apego a su posición original.

El economista del comportamiento de Yale Dan Kahan se pasó la última década estudiando cómo el uso de la razón y de información objetiva en discusiones políticas hace que la contraparte se corra con más fuerza hacia la ideología de su partido de pertenencia original, ya sea demócrata o republicana. «Este proceso también se conoce como «asimilación sesgada»: la gente da crédito o desacredita la información según los patrones que ya posee y su compromiso con un determinado set de valores», dice Kahan. Cualquier similitud con la grieta local de kirchnerismo y antikirchnerismo es puramente azarosa.

El de los argumentos y discusiones constituye un terreno que durante décadas permaneció al margen de las investigaciones de los economistas. Esto se está modificando. Dos semanas atrás, en su discurso como nuevo presidente de la American Economic Association, Robert Shiller, premio Nobel en esta disciplina, llamó a sus colegas a tomar en serio las implicancias económicas de las «epidemias narrativas»: cómo algunas «historias» poderosas pueden cambiar el comportamiento de inversores, consumidores y ahorristas, y alterar en la práctica el curso de una economía. Shiller apeló a media docena de ejemplos históricos, pero está claro que la actualidad de su ponencia tiene que ver con el triunfo y la asunción como presidente de Donald Trump, al que el Nobel llamó un «maestro del storytelling».

Más allá de este momentum, el «efecto tiro por la culata» tiene décadas de experimentos que lo respaldan en el campo de las ciencias cognitivas. En 2006, Brendan Nyhan y Jason Reifler, de las universidades de Michigan y del estado de Georgia, respectivamente, crearon un diario con noticias falsas sobre determinadas discusiones «de grieta» en la política estadounidense. Luego de exponerlos a los artículos apócrifos, se les daba a los lectores la información verdadera: por ejemplo, que los Estados Unidos jamás encontraron armamento nuclear en Irak. Aquellos partidarios de la guerra a los que se les daba la información verdadera reforzaban su postura bélica, en lugar de relativizarla. Las correcciones, de hecho, «provocaban que las balas giraran 180 grados y se volvieran en contra».

En su libro No sos demasiado listo (You are not so smart), David McRaney tiene una sección entera sobre el efecto «tiro por la culata». Allí explica cómo, por ejemplo, por este fenómeno es prácticamente imposible ganar una discusión online. «Tan pronto como uno comienza a desplegar números, gráficos, cuadros, links y citas, tu oponente se siente más seguro de su posición que antes de empezar el debate. Tan pronto «igualan» tu fervor, lo mismo pasa en tu cerebro. El efecto «tiro por la culata» hace que cada uno se entierre aún más en sus creencias originales», sostiene McRaney. Una de las viñetas más populares del sitio xkcd, del físico y divulgador Randall Munroe, muestra a una persona tipeando furiosa a altas horas de la noche. Cuando su pareja lo llama para ir a dormir, responde: «Espera, esto es importante. Alguien está equivocado en Internet».

Este sesgo de comportamiento es otra cara de la moneda del «sesgo de confirmación», una explicación estrella de la victoria de Trump, hasta tal punto que Barack Obama la mencionó en su discurso de despedida del cargo (Obama, dicho sea de paso, es un seguidor de la literatura de la economía del comportamiento), y el artista y productor Brian Eno, consultado por la publicación Edge, aludió a él como una de las ideas científicas más influyentes de la actualidad.

Si bien estos fenómenos llevan años siendo estudiados, la novedad es que la explosión de redes sociales y acceso a Internet potencia el fenómeno, en tanto algoritmos y sistema de inteligencia artificial nos conocen mejor y nos muestran en forma más destacada contenidos e historias que nos tranquilizan y que confirman lo que ya pensábamos de antemano.

El sesgo de confirmación a veces se alimenta de información verdadera, otras de datos falsos y, en ocasiones, de evidencia apócrifa y absurda. Una muestra muy graciosa de este «escepticismo selectivo» lo constituye el sitio literallyumbelievable.org («literalmente increíble»), que recopila reacciones en medios y en redes sociales a artículos de la revista humorística The Onion, que tiene la particularidad de presentar noticias absurdas con el estilo de los medios tradicionales, como si fueran reales.

Por ejemplo hay comentarios del estilo: «Y bueh… uno se lo hubiera imaginado» a titulares como el de Oprah Winfrey ofreciendo a cambio de dinero unos pocos lugares para quienes quieran ser enterrados junto a ella en una tumba superadornada, o la construcción de un supercentro de miles de millones de dólares para realizar abortos. A veces estas noticias absurdas van más allá de un comentario crédulo en Facebook o de una publicación errónea en un diario del sudeste asiático: tres años atrás, un candidato republicano a senador, ultraconservador, alimentaba la indignación de su audiencia comentando (como si fuera cierta) una historia de The Onion, que contaba que una asociación de homosexuales de Estados Unidos celebraba que el año terminara con un «récord de conversiones de la heterosexualidad a la homosexualidad», con números, encuestas y cuadros detallando el fenómeno.

sebascampanario@gmail.com

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