Observar cómo se comporta el consumidor es un factor importante para las compañías.
«Extraer, someter y desechar.» Los tres verbos que utilizó para formular su pregunta Fernando Joselevich, gerente general de la aerolínea Emirates en la Argentina y otros países de la región como Uruguay y Chile, estaban lejos de las «tres erres» de la economía circular (reusar, reducir y reciclar), pero por un buen motivo.
El ejecutivo consultó a los presentes en la sexta edición de Management 2020: «La economía, a mi entender, es lineal: extraemos recursos, los sometemos a una transformación, pero después no se transforman siempre en bienes, sino que una parte es desechada. ¿Qué deberían hacer las empresas argentinas, en su opinión, para poder entrar en el nuevo ciclo de la economía que propone que todo se reuse y todo se transforme?»
Gustavo Grobocopatel, presidente del grupo Los Grobo, subrayó el rol protagónico del agro en tres temas clave: la seguridad alimentaria, el medio ambiente y la pobreza. Con respecto al primero de los temas, apuntó que los esfuerzos «deben estar acompañados de la racionalización en los hábitos de consumo y en la reducción de los alimentos que se producen». En tanto, explicó que el campo debe entender «cómo empieza a hablar en el lenguaje de la naturaleza y cómo se gestiona la fotosíntesis con las leyes de la economía circular». Sobre la última, dijo que los empresarios deben estar comprometidos en crear trabajo de calidad para las próximas décadas.
Continuó con la respuesta Ignacio Marini, director de Nespresso para la región Austral, quien afirmó que el modelo sustentable «debe estar dentro del corazón de la compañía» y «velar por toda la cadena de valor». En su caso se refirió a cómo la organización apuesta por el cuidado desde el cultivo hasta la disposición final del producto: «En la Argentina, el reciclado es clave en nuestro modelo de negocios, porque tiene que ver con un compromiso de todos los miembros del sistema». El ejecutivo aseguró que los clientes, además de exigirlo, «se suman como adeptos».
Del mismo modo, Diego de Leone, gerente general de Natura Argentina, describió la evolución del consumidor hacia un modelo más responsable: «En los últimos años, la famosa ecuación precio-calidad fue acompañada por el tema de la sustentabilidad», dijo. Detalló que los clientes quieren saber cada vez más sobre cómo se hacen los bienes que compran, cómo se prueban y de qué manera los valores que propone la compañía que los fabrica se relacionan con sus valores. «Estamos viviendo una suerte de cambio de época en ese sentido», sostuvo. Contra el prejuicio de que el reclamo de sustentabilidad solamente se da en economías desarrolladas, explicó que la compañía que dirige sigue con atención el foco en la producción responsable que tienen los consumidores argentinos «desde hace muchos años», y que cada vez es mayor.
La segunda pregunta de la jornada llegó de parte de Ricardo Caló, vicepresidente de Área de Marriott para el sur de América latina, quien fue hacia el plano más personal y consultó a los participantes del debate qué debieron resignar en sus carreras para lograr sus objetivos. Eduardo Levy Yeyati, economista y decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Di Tella, dijo que abandonó parte de su vida privada y su gusto por escribir novelas. De Leone admitió que perdió la oportunidad de «practicar algún deporte a nivel competitivo».
«Mi ex mujer me decía que yo siempre hice lo que quise», bromeó Grobocopatel. Más tarde agregó que «la vida es resignar y divertirse permanentemente», y que prefiere «disfrutar de esa tensión». Se refirió a su trabajo con más profundidad: «Para mí, mi empresa siempre fue mi laboratorio. Tengo formación científica, fui académico e investigador, y guardo esa curiosidad. Siempre traté que la plataforma de la compañía sea un lugar de exploración personal y colectiva», reflexionó.
Cerró las respuestas Manuel Ribeiro, presidente del Grupo Ribeiro, quien recordó su historia de «doble vocación» por la Sociología, la carrera que estudió en la universidad, y la empresa, el negocio familiar que comenzó a crecer en la ciudad de Villa Mercedes, San Luis, hace unos 106 años. Contó que, al dedicarse al comercio, fue en contra del mandato familiar, ya que su padre decía que allí terminaban quienes «no tenían otra cosa que hacer». No se rindió: estudió un posgrado en Administración y pudo aplicar su conocimiento en desarrollo de comunidades al negocio familiar y encontrarle «una racionalidad económica». Concluyó: «Todo me ayudó a no tener una visión tan sesgada».
Fuente: La Nación