Las personas con discapacidad (PCD) tienen una larga historia de exclusión y discriminación que sólo se revirtió en las últimas décadas gracias a una serie de movimientos en defensa de sus derechos.
Una iniciativa ejemplar surgió de las Naciones Unidas en 2006, cuando se adoptó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad firmada por más de ciento cincuenta países. Hoy existe conciencia de que -en gran medida- los obstáculos que deben enfrentar se originan en la sociedad y no en impedimentos individuales.
Desde la óptica de la empresa hay sobradas razones para incorporar PCD. A las que naturalmente aporta la diversidad (como un mayor pool de talentos, más cercanía a los mercados, refuerzo de la imagen empresaria y mejora del clima interno) se le agregan otras únicas que se pueden obtener con sólo darles igualdad de oportunidades. Un estudio de la firma Du Pont -que recoge datos desde la década de 1950- concluye: «Los empleados con discapacidades igualan o superan a sus colegas sin discapacidades en performance en el trabajo, cumplimiento y atención de las normas de seguridad».
Otro estudio de la Universidad De Paul en Illinois -realizado entre varias industrias diferentes- ratificó al anterior y mostró que las PCD tuvieron menos ausencias programadas que sus pares sin discapacidad.
ENTUSIASMO, COMPROMISO
Además del entusiasmo y del compromiso, las PCD suelen tener una habilidad específica en un aspecto fundamental de cualquier trabajo: la resolución de problemas. Ellas deben enfrentar y superar desafíos particulares todos los días, y lo han estado haciendo durante toda o gran parte de sus vidas. Gracias a esto son capaces de aportar formas originales y creativas de solucionar las dificultades. En pocas palabras han conseguido desarrollar un talento especial.
Algunas empresas descubrieron el valor que pueden aportar. Por ejemplo, a través del programa Sin Barreras, la firma Accenture ha estado cultivando los talentos de las PCD en nuestro país desde 2006. Según explica el señor Daniel Colinas, socio de la firma y sponsor del programa, el primer paso es conseguir la nivelación por medio de herramientas que les permitan insertarse laboralmente.
Los postulantes se evalúan según sus competencias, y se identifican aquellas posiciones en las que su discapacidad no sea un limitante para el desarrollo de sus aptitudes. El proceso de adaptación al mundo del trabajo es rápido; luego de unos primeros días de sorpresa, las PCD se encuentran trabajando como cualquier otro miembro del equipo.
UN EJEMPLO
El impacto humano es enorme y se refleja en los testimonios de algunas de las personas del programa. Diego Grimaldi -supervisor de André Duré, un experto en sistemas ciego- sostiene: «Es asombroso cómo él ve cosas que nosotros no vemos, porque es como cualquier otra persona que tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles». André dice que el empleo le dio estabilidad e independencia: «Tener un trabajo me permite tener una vida 95% normal, con un bastón en la mano y usando una computadora que habla». Desde 2006 ingresan a Accenture dieciséis PCD por año.
Entender la diversidad de manera inclusiva supone algo más que conseguir que las personas trabajen en armonía a pesar de sus diferencias de estilo, de experiencia o de cultura.
Debe mostrar a los stakeholders que sus líderes están comprometidos con estimular la variedad de abordajes que ésta supone y que conocen el valor que aportan a cada tarea. Ningún programa de diversidad estará completo si no contempla acciones específicas para incorporar a PCD. Esperar hasta que emerjan exigencias externas o internas a la empresa para hacerlo será ceder terreno frente a la competencia y desaprovechar una oportunidad de crecimiento única, tanto para la organización como para su gente.
Por Eugenio Marchiori | Para LA NACION-El autor es profesor del IAE Business School
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1778102-capacitados-para-trabajar-y-tambien-para-dar-buenos-ejemplos)
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.