Juan Carlos Lucio Godoy Presidente del Consejo de Administración de Río Uruguay Seguros, analizo la performance del sector asegurador nacional y trazo perspectivas para 2017 en materia aseguradora y también sobre macroeconomía en un reportaje que le realizó la publicación de la Asociación Argentina de Productores Asesores de Seguros AAPAS.
Las cifras finales de un balance que abarca cambios importantes en las políticas cambiarias esencialmente, con el correspondiente impacto en diferentes variables económicas, macros y micros, nada menos que a mitad justa del ejercicio económico, reflejan claramente lo negativo de todo el proceso de transición entre dos gobiernos de claro signo opuesto y que demuestran discontinuidad después de un largo periodo.
En mi criterio, las discontinuidades generalmente son impactantes, pero a su vez son ineludibles. Lo ideal sería la continuidad -eterna, podría afirmar- de procesos democráticos, con alto respeto institucional y en donde los extremos del andarivel siempre estén contenidos en el respeto a las normas y una justicia que nos dé la sensación de tal, de impartir equidad en la sociedad.
Esa fue la causa de la discontinuidad aquí. Que el dólar se haya “disparado” no es cierto en la Argentina, pero es sinceramiento de la política del Gobierno con la realidad, trajo como consecuencia, en el caso del seguro, las mayores pérdidas de este ejercicio con respecto al anterior, de mínima.
Es decir, los resultados tienen una primera causa y es el cambio de gobierno. Por ende, el cambio de políticas y su producto, una alta inflación, que perjudico notablemente los resultados técnicos por la elevación de todos los costos que son insumos necesarios del sector mientras, como de costumbre, el seguro no incrementó las tarifas como si lo hicieron los formadores de precios en la Argentina. Formadores de precios, que por otro lado, como una vieja costumbre, sería bueno saber quien los asesora tan mal, para no recurrir a ellos. Aumentan desmedidamente los precios, como si fuera La Última Cena, y después no saben cómo disminuir los mismos para que la demanda, que es la misma que antes, pero diezmada, le vuelva a comprar porque se quedan sin ingresos. Y esto lo hicieron supermercadistas, como de costumbre, pero también fábricas de autos y todos los rubros del medio, entre ellos, de manera sobresaliente, los repuesteros y talleristas.
Eso produce automáticamente un alto costo siniestral, más del 10% que el ejercicio anterior, sobre primas, lo que es una enormidad para el mercado argentino.
Por ende, y peor aún, el resultado técnico, aumenta su negatividad pues más que duplica la del ejercicio anterior, y esto muestra tendencia. Por ello, en mi concepto, se trata de una falla estructural del sistema asegurador que en el corto plazo no sólo no se resuelve, sino que se puede agravar.
El negocio se salva por un anormal resultado financiero positivo producto de altísimas tasas que, en todo momento, antes y después de la devaluación y eliminación del cepo cambiario, fueron así como producto de políticas antinflacionarias que recién para fin del tercer trimestre de 2016 empezaron a dar resultados y que, por ende, resultarán en una posterior previsible caída de las tasas.
Es decir, el seguro estuvo impactado con altos costes producto de una inflación de todo el ejercicio y más pronunciada desde diciembre a junio, y con ingresos inadecuados en donde el total de facturación creció igual que la inflación y el resultado técnico creció en sus pérdidas más que el doble. Esa es una triste conclusión que no alcanza ni para mitigar, en lo conceptual, ver el resultado financiero porque, mirando hacia adelante, no se repetirá.
Por eso es que, para el futuro ejercicio, el que ya transitamos, la corrección de primas hacia arriba debe producirse inexorablemente, además de una contención de costos y una adecuada organización empresaria. Esto será crucial, porque no habrá resultado financiero como el pasado. Así de simple.
Es que ya está anunciada la política económica del nuevo gobierno, con aceptación