“ASEGURAR LA GESTIÓN SOSTENIBLE DE UN BIEN COMÚN AMBIENTAL”        

gestion sostenibleEl año 2015 será recordado por la relevancia de los acuerdos globales alcanzados y por grandes expectativas sobre sus resultados e impactos en la promoción del desarrollo sostenible. En efecto, varios son los acontecimientos que se llevaron a cabo este año y que visibilizaron la temática ambiental como un aspecto trascendental: la 3° Conferencia Mundial sobre Reducción de Riesgos de Desastres en Japón, que generó un marco de acción mundial para disminuir la vulnerabilidad ante los riesgos de desastres (Marco de Sendai 2015-2030); la 3° Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo en Etiopía, con el propósito de asegurar recursos para el desarrollo de los países más pobres; la Cumbre de Naciones Unidas realizada en octubre pasado en Nueva York, para la adopción de una agenda del desarrollo post-2015, cuyos Objetivos del Desarrollo Sostenible se constituyen como la guía global para la sostenibilidad; son algunos de los hechos que reflejan esta situación. Y marcan la antesala de la 21ª Reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención de Cambio Climático (COP 21) en Paris.

Desde 1992 -incluso con muchas manifestaciones previas- los países vienen elaborando, discutiendo y tratando de consensuar estrategias apropiadas para reducir las emisiones de gases efecto invernadero, espacio en el cual la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se ha constituido como el único foro internacional de política de cambio climático con legitimidad suficiente para alcanzar un acuerdo global vinculante.

La presente reunión de París es una excelente oportunidad para la gobernabilidad global ambiental, en la medida que se espera que genere las condiciones reales para asegurar la gestión sostenible de un bien común ambiental mundial, la atmósfera terrestre. Como bien común de la humanidad, la atmosfera debe ser gestionada en su uso como sumidero de gases (CO2), regulando, restringiendo, acordando y comprometiendo a todos los que tienen derechos y obligaciones sobre la misma: los países y sus sociedades. Tarea que ha demostrado su dificultad y que, aún hoy a 25 años de discusiones, sigue siendo esquiva en sus resultados.

Los países, sus científicos, especialistas, negociadores y políticos han ensayado muy diferentes mecanismos sin lograr compromisos sostenibles, universales, efectivos, ni mucho menos justos y equitativos. Sin embargo, en esta oportunidad estamos ensayando una estrategia novedosa o, al menos, ingeniosa.

“LA PRESENTE REUNIÓN DE PARÍS ES UNA EXCELENTE OPORTUNIDAD PARA LA GOBERNABILIDAD GLOBAL AMBIENTAL, EN LA MEDIDA QUE SE ESPERA QUE GENERE LAS CONDICIONES REALES PARA ASEGURAR LA GESTIÓN SOSTENIBLE DE UN BIEN COMÚN AMBIENTAL MUNDIAL, LA ATMÓSFERA TERRESTRE”.

Desde las reuniones de Durban (2011) y de Varsovia (2013) comenzó a fortalecerse la idea del cambio. Si el conjunto no puede forzar a las partes (los países) a asumir compromisos de mitigar las emisiones de gases, si el esfuerzo de algunos no resulta acompañado ni alcanza el resultado necesario, se puede optar por invitar a todos y cada uno a ofertar en qué capacidad se considera para contribuir con el esfuerzo de mitigación de manera sostenible y comprometida.

Así se estableció el mecanismo de las Contribuciones Previstas y Determinadas a nivel Nacional, en el que los países acordaron exponer públicamente las acciones climáticas hasta el 2030 (mitigación y adaptación), que prevén aplicar en el marco de un posible acuerdo internacional vinculante (obligatorio) con la intención de limitar el incremento de la temperatura media en menos de 2° C sobre los niveles de la época preindustrial.

La expectativa de la reunión de París es consolidar y validar un conjunto de metas de mitigación cuantificables y superadoras de la situación actual, reflejando las circunstancias económico- sociales de cada parte y que puedan ser legalmente vinculantes (compromisos efectivos y cumplibles).

La Convención de CC estima que en función de las contribuciones nacionales de reducción de emisiones de GEI recibidas a octubre, que cubren el 86% de las emisiones mundiales, puede asegurarse un aumento de temperatura no mayor a 2,7 °C para el año 2100. Este incremento es superior a la meta necesaria para evitar impactos severos en el clima mundial, por lo que es clave profundizar el esfuerzo y revertir la trayectoria -todavía creciente- de liberación de emisiones a la atmósfera.

Esta fuerte inercia en la modificación de la trayectoria creciente de emisiones, tiene su eje en la complejidad del cambio climático, que más allá de su naturaleza ambiental y sus consecuencias en todos los ámbitos, expresa sus raíces profundas en el crecimiento económico, logrado por unos y en los esfuerzos por alcanzarlo en otros, a través de la lucha contra la pobreza, el desarrollo sostenible y la gestión de los recursos naturales.

Por tanto, es absolutamente necesario llegar a los acuerdos globales con estrategias y políticas locales concretas, que aseguren un desarrollo económico sostenible, de manera inclusiva y equitativa, incorporando mecanismos de mitigación de GEI, a través de estrategias para un desarrollo bajo en carbono y de la adopción de iniciativas de adaptación ante los cambios generados, mejorando los niveles de resiliencia (reducción de la vulnerabilidad) en nuestras comunidades.

“…ES ABSOLUTAMENTE NECESARIO LLEGAR A LOS ACUERDOS GLOBALES CON ESTRATEGIAS Y POLÍTICAS LOCALES CONCRETAS, QUE ASEGUREN UN DESARROLLO ECONÓMICO SOSTENIBLE, DE MANERA INCLUSIVA Y EQUITATIVA…”

Por otra parte, debe también tenerse en cuenta que el beneficio ambiental global (mitigación de emisiones de CO2) aportado por cada iniciativa es a su vez acompañado por otros beneficios no necesariamente ambientales, pero que se registran y apropian económicamente a nivel local: el incremento de eficiencia en el agro ola industria reduce emisiones pero también mejora la relación costobeneficio de la empresa, el ahorro de energía en los hogares tiene su impacto en la economía familiar, el uso eficiente y las fuentes renovables de energía optimizan la matriz energética ahorrando inversiones, entre otros. Estos ingresos adicionales se denominan cobeneficios y permiten no sólo reducir los costos netos de la mitigación, sino hasta superarlos con el valor de los beneficios locales obtenidos.

Es así que intervenciones público/privadas, como programas de producción mas limpia para las pequeñas y medianas empresas, modelos sectoriales de desarrollo bajo en carbono (eficiencia en cadenas productivas, nuevas tecnologías con reducción de emisiones), mejoras en el acceso a nuevas y más eficientes fuentes energéticas, protección de bosques nativos como sumidero de carbono; contribuyen con el objetivo global. Este tipo de acciones priorizan las necesidades del desarrollo sostenible local, acompañadas por las iniciativas de adaptación al cambio climático, involucrando nuevas inversiones en infraestructura, ordenamiento territorial y gestión de riesgos ambientales.

En este cometido, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) contribuye con el país para un desarrollo inclusivo y sostenible, apoyando este tipo de iniciativas, integrando la política ambiental y el crecimiento económico nacional, en el marco de una acción colectiva global por el cambio climático.

Por Daniel Tomasini, Coordinador del Área de Ambiente y Desarrollo Sostenible del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina. Ingeniero Agrónomo de la UBA. Especializado en economía y derecho ambiental, con estudios de postgrado en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Harvard. Actualmente es  Coordinador del Área de Ambiente y Desarrollo Sostenible del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina, donde apoya la implementación de proyectos y actividades nacionales e internacionales vinculados a la gestión ambiental en el desarrollo. Su actividad académica se desarrolla en la Facultad de Agronomía de la UBA, como profesor en el área de economía de los recursos naturales y el ambiente.

(fuente: Evolucion%20Revista%20RSE/Evolución%20IARSE%20Nº40%20-%20Edición%20Diciembre%202015.pdf)

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