Los happyshifters son el dolor de cabeza de las organizaciones; se trata de jóvenes talentosos que abandonan su trabajo en pos de un modo de vida diferente, libre, auténtico y más cerca de su idea de lo que es la felicidad
«Sentía que mi vida estaba escrita en un libro y estaba siguiendo paso a paso ese libreto», relata Daniel Benzaquén, un ingeniero industrial de 25 que, después de trabajar durante un año y medio en una multinacional de consumo masivo, decidió soltar amarras. Su recorrido se inició con un viaje a Brasil que se prolongó por más de dos meses, acompañado de un grupo de amigos.
En su retorno a Buenos Aires se convenció de que a la hora de reemprender la búsqueda laboral tenía que obedecer solamente a sus instintos y seguir su verdadera vocación: las energías renovables: «Es un área profesional que está en línea con mis valores, y creo que es posible aprovechar mis conocimientos como ingeniero en un campo mucho más social y provechoso para la comunidad».
Este impulso por una mejor calidad de vida laboral, que incluye la osadía de animarse a romper con un orden previo y asumir nuevos retos profesionales, sintetiza a la perfección el concepto de happyshifting. Es un término que suena algo extravagante en el ámbito local, pero que en grandes líneas refiere a la búsqueda de felicidad en el trabajo a través de un cambio, por medio de un mejor balance entre el tiempo personal y las obligaciones laborales, además de encontrar un sentido y un propósito a las tareas del día a día.
Para Diego Kirschenbaum, sociólogo y director de la consultora de RR.HH. Capital Humano, el happyshifting está más ligado a «la búsqueda de un equilibrio entre la vida laboral y la personal, y la flexibilidad de los tiempos de trabajo para tener espacio para hacer otras cosas». El especialista no desconoce el hecho de que es posible encontrar un mayor sentido en la actividad laboral con objetivos y proyectos desafiantes, pero entiende que «hay que ser muy idealista» para pensar que esto se puede dar bajo esquemas rígidos de trabajo de 9 a 18 horas.
«El trabajo sigue siendo trabajo», asevera. La famosa fórmula de «largar todo y ponerse un bar en la playa» es una expresión de deseo que se suelta de forma humorística en una conversación casual, pero que en definitiva siempre cosquillea el inconsciente de los happyshifters.
Benzaquén es un clásico happyshifter de laboratorio: abandonó un trabajo estable en una compañía prestigiosa, con un sueldo acorde a su función y con oportunidades de hacer carrera, para embarcarse en nuevas aventuras, con un componente mayor de sorpresa e incertidumbre, pero con la promesa de emociones más intensas en el porvenir.
El happyshifter es un perfil de trabajador al que le cuesta echar raíces, y por eso, si no siente real adrenalina en lo que hace, es probable que en algún momento se canse de mirar por la ventana de la oficina al mundo exterior y se sienta tentado a salir a su encuentro. «Recuerdo que cuando entré a trabajar en la multinacional, en el área de Trade Marketing, la gente de mi entorno me decía que estaba feliz por mí y escuchaba frases como tenés el futuro asegurado o entraste al mejor lugar que podías entrar.»
La realidad le mostró una cara diferente. Si bien reconoce que se sentía a gusto, y que la experiencia le sirvió «para aprender un montón de cosas», había una suerte de nube de comodidad que lo desalentaba a seguir. «Quiero encaminar mi carrera profesional a algo que me guste de verdad. Si es algo que probablemente haga por los próximos 40 años, entonces quiero que ese algo me apasione y me desafíe», sostiene. Su proyecto más inmediato es hacer un máster en energías renovables.
NO ES PARA TODO
José Ortega y Gasset hablaba de el hombre y sus circunstancias, por lo que está claro que practicar el happyshifting no es para cualquiera. En general, y si bien no es restrictivo a una edad determinada, este fenómeno se asocia a jóvenes sin mayores responsabilidades familiares, que quizá todavía viven en casa de sus padres y pueden darse el lujo de renunciar a un trabajo estable para viajar, estudiar o armar un emprendimiento propio.
La situación económica es determinante. «Andá a hablarle de happyshifting a un tipo que tiene que levantarse a las 4 de la mañana para ir a trabajar al puerto, y que encima tiene a su cargo a una familia entera. Se te estalla de risa. El happyshifting es para una elite de jóvenes profesionales», aclara Kirschenbaum. El marco económico general del país es también un condicionante, aclara el sociólogo: «La Generación Y (la nacida en los 80 y principios de los 90) se encontró en estos años con un contexto de mucho crecimiento del empleo y oportunidades para cambiar de trabajo. En otro contexto, el happyshifting no hubiera podido funcionar. De hecho, yo no sé si ahora que el nivel de empleo empezó a bajar, la gente se hace tanto la canchera», advierte.
Evidentemente, una jornada clásica de 9 horas de trabajo de lunes a viernes, sumado a los tiempos que se pierde en ir y volver de la oficina, se vuelve a veces una carga difícil de sobrellevar para aquellos que no se resignan a que la vida sea una experiencia efímera que empieza y termina el fin de semana. «Es antifelicidad», asegura Kirschenbaum, quien confiesa haber sido un happyshifter. En estos perfiles de trabajadores más propensos al riesgo y a la búsqueda continua, el paso natural es el cambio de trabajo. La fuga de talentos es una situación que evidentemente prende luces de alerta en las empresas. Ante esta situación, el consultor sugiere a las empresas brindar a sus colaboradores dinámicas más blandas de trabajo, con mayor elasticidad horaria e incluso con la opción de trabajo remoto desde el hogar.
«Hay que pensar en ambientes muy flexibles a nivel horario, trabajo por objetivos, trabajo desde la casa. Esas son cosas muy valoradas, así como ofrecerle de entrada al colaborador que se incorpora tres semanas de vacaciones en lugar de las dos reglamentarias, o permitir licencias sin goce de sueldo», propone.
Estas consignas no son ajenas a las empresas. La diferencia está en que sólo algunas las aplican en sus organizaciones. Es el caso de McCann, que por ejemplo en los meses de verano (enero y febrero) implementa un horario reducido los viernes, de 9 a 13. «Fomentamos el trabajo por objetivos y no por horario, es una política que a la Generación Y le atrae y valora», plantea Cecilia Amarillo, Manager de RR.HH. de McCann Buenos Aires.
La propuesta de Dow sigue criterios parecidos. Los empleados tienen la posibilidad de trabajar algunos días desde su casa y tomarse un viernes flexible. «Propiciar formas de trabajo flexible donde la presencia en la oficina ya no sea mandatoria se vuelve una herramienta crítica para construir un ambiente donde los happyshifters se sientan a gusto», analiza Florencia Castleton, directora de RR.HH. para la Región Sur. Una particularidad es que casi todos los equipos de trabajo de Dow tienen su grupo de whatsApp, donde comparten información, suben selfies y opinan sobre las más variadas cuestiones. «Todo contribuye a construir una cultura de equipo distendida, informal y flexible, que colabora a tener un ambiente de trabajo más feliz, aunque siempre con el foco en los resultados», dice.
MÁS DIVERSIÓN
Por lo visto, la incorporación del elemento diversión a la rutina, haciendo un alto a las obligaciones diarias, es un acierto en la medida en que logra humanizar el ambiente y promover un clima más amigable de trabajo. Los Momentos de Inspiración Bayer son espacios semanales de treinta minutos que irrumpen en la cotidianidad laboral de los empleados de esta compañía farmacéutica para ofrecer repertorios musicales de lo más diversos, como óperas, tangos y percusión. «Los empleados dejan su escritorio y balconean para ver un espectáculo de calidad que los saca por un rato de la rutina», explica Luciano Viglione, director de Comunicaciones de Bayer Cono Sur.
Pero también hay que asumir que más allá de los esfuerzos de las empresas por retener talento y reducir los niveles de rotación, siempre va a haber una porción de jóvenes profesionales imbuidos de una filosofía de vida diferente, que va a ser mucho más difícil convencer de las bondades de una carrera estable y ascendente.
Por Sebastián Hadida | Para LA NACION
(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1755888-adios-a-una-buena-carrera-profesional)
Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.