¡ANDÁ A QUE TE CURE LOLA! En la vieja España, cuando alguien sufría algún tormento físico, emocional o espiritual, solía recurrirse a la benevolencia de la Virgen de los Dolores. En la península ibérica, a las Dolores se las llama, afectuosamente, Lola, por ello a la Virgen también se la conocía familiarmente con esa denominación. Cuando una persona reclamaba atenciones de manera insistente o se quejaba todo el tiempo de alguna dolencia, no faltaba quien, cansado de escuchar la misma perorata, mandaba al afectado a pedirle auxilio a la Virgen de los Dolores, es decir, lo mandaba a que lo cure Lola. Aquel sentido no ha mutado, pero hay otros, como denostar o ridiculizar a alguien muy pesado o quejoso al que, además, se lo considera alterado psicológicamente.