PAGAR EL PATO. En la actualidad, “pagar el pato” es hacerse cargo de algo, sea asumiendo una culpa -de la que se es o no responsable- y haciéndose cargo, sea reparando un daño o entregando plata.
La mayoría considera que se trata de una expresión que nace a partir de la deformación del término pacto, usado por los judíos radicados en suelo español hace siglos. Es decir NO se trata de un pato, sino de un pacto. Ellos debían pagar por el pacto con Dios que los judíos proclaman desde la época de Abraham, por adorar imágenes de animales en sus templos, las sinagogas.
Los españoles acusaban a los judíos porque tenían una Torah o becerra pintada en su sinagoga a la que adoraban.
Este hecho era una afrenta que los católicos consideraban un sacrilegio.
Para los hispanos el pato (o pacto) originaba un precio que debían pagar los judíos por su conducta. “Pagar el pato”, en aquella situación significaba que cualquiera podía hacer mofa de aquella creencia o adoración, incluyendo en algunos casos reprimendas que podían contener -incluso- una cuota de violencia y no, necesariamente, a abonar una determinada cantidad de dinero.