El Gobierno modificó las escalas del controvertido gravamen. Con el cambio, muchas marcas podrán reducir los valores de venta al público, si bien no todos los vehículos se abaratarán. Algunos, por el efecto devaluación, serán más caros. Entusiasmo en el sector.
El mercado ya lo venía palpitando: el Gobierno debía avanzar con una modificación del impuesto a los 0Km antes de que finalizara el año, tal como lo venían adelantando los propios funcionarios del equipo macrista.
Y esto fue lo que terminó ocurriendo: finalmente, se oficializaron los cambios sobre el controvertido gravamen que terminó por golpear a la industria automotriz en su conjunto, poniendo fin a dos años plagados de distorsiones.
El tributo fue utilizado por la administración kircherista con un doble propósito: por un lado, incrementar la recaudación gravando aun más a los 0Km. Por otro, para propiciar una devaluación de manera indirecta ya que, al castigar impositivamente a los autos de alta gama, se intentó desalentar las importaciones y darle más impulso a la industria nacional.
Sin embargo, la devaluación que tuvo lugar a fines de enero de 2014, pocas semanas después de que el Gobierno de Cristina Kirchner introdujera los cambios, terminó por disparar los precios de los vehículos. Así, una medida que en un comienzo iba a estar circunscripta a modelos de lujo terminó alcanzando incluso a unidades de producción local, como fue el caso de las versiones más equipadas del Ford Focus o la Toyota SW4.
Esto obligó a la anterior administración, a lo largo de los dos últimos años, a tener que introducir cambios continuos en la normativa, a fin de ir evitando que el tributo siguiera afectando a vehículos masivos. Sin embargo, el daño ya estaba hecho.
A esto se sumó el agravamiento de la escasez de dólares, lo que achicó fuertemente la importación de vehículos y derivó en un faltante generalizado de modelos de diversas marcas.
Así las cosas, el combo que conjugó impuestazo más limitaciones de oferta, terminó generando largas demoras para acceder a un 0Km y dio a una una política de sobreprecios generalizada por parte de los concesionarios.
Así se llegó a este 2015 con un nivel de ventas cercano a los 645.000 vehículos, el registro más bajo desde el año 2009.
Frente a este cuadro, y luego de mantener diversas reuniones con directivos de ADEFA, la entidad que nuclea a las terminales, el macrismo finalmente introdujo cambios sustanciales sobre el polémico tributo.
«Nuestro compromiso fue poner en marcha la economía y lo estamos cumpliendo. El impuesto a los autos era sólo un mecanismo más para intentar contener el tipo de cambio. En dos años de vigencia, no sólo no logró su objetivo sino que generó un freno en la producción y provocó caída de empleo y distorsión de precios”, afirmó el ministro de Producción, Francisco Cabrera.
¿Cómo impactarán los cambios en el mercado automotor?
Las modificaciones en la normativa introducen cuatro novedades significativas:
A partir de estas modificaciones, el gravamen que regula el mercado automotor se aplicará de la siguiente manera:
En este caso, la tasa real y efectiva que recaerá sobre los vehículos será del 11,11 por ciento.
Hasta el martes, la primera escala golpeaba a todos los modelos cuyo precio antes de impuestos y márgenes se ubicaban entre los $225.000 y $278.000.
¿Cómo era el sistema hasta ahora?: la base imponible era más baja, dado que afectaba a los 0Km cuyo precio mayorista superase los $278.000, con una alícuota del 50%.
Reacciones positivas
Las medida tomada por el Gobierno generó entusiasmo en el sector.
A través de un comunicado, el presidente de ADEFA y titular de Ford, Enrique Alemañy, afirmó que “la modificación realizada permitirá a las empresas contar con previsibilidad para planificar y aumentar la producción y comercialización de aquellas versiones de los segmentos de vehículos que se han visto afectados, aumentando la oferta de modelos y las fuentes de trabajo en la cadena automotriz”.
En diálogo con iProfesional, Diego Vignati, director general de Nissan, celebró la medida, al considerarla “muy positiva, porque va a ayudar a reavivar un segmento que estuvo prácticamente paralizado en los últimos años, como fue el de alta gama”.
Además, consideró que “también fue un paso clave en pos de eliminar distorsiones y de llevar más transparencia al mercado. Esto, complementado con una mayor oferta de la mano de las importaciones, permitirá que desaparezcan las políticas de sobreprecios”.
Apenas se conoció la noticia, desde Mercedes Benz Argentina anunciaron que podrán comercializar en el país su flamante utilitario Vito en todas las versiones.
“La decisión de la nueva administración ha normalizado la situación de los impuestos internos. Hasta el momento, la Vito no era una opción para el mercado local debido al impacto altamente distorsivo del tributo, que también afectaba a la producción nacional”, aseguraron fuentes de la compañía.
Alzas y bajas
Tras la devaluación y en un mercado afectado hasta hace poco por el cierre importador y por maniobras de sobreprecios, la tarea de delinear políticas comerciales no venía siendo sencilla para las compañías.
Sin embargo, los cambios que introdujo el macrismo al ahora “ex impuestazo” permite prever que habrá una serie de alzas y bajas, en función de cada uno de los segmentos.
En la industria hay un claro consenso: los autos premium, que hasta este martes sufrían la alícuota más gravosa (del 50% a nivel nominal pero del 100% en términos efectivos), bajarán tanto en dólares como en pesos.
“Los consumidores van a comprobar seguramente un fuerte abaratamiento de las cotizaciones, especialmente en divisas estadounidenses”, afirmó Gonzalo Dalmasso, analista de la consultora Abeceb, quien prevé que “esto va a permitir el resurgimiento de los autos de lujo”.
Según el experto, este segmento en 2016 podría experimentar un salto promedio del 40% en el nivel de patentamientos, aunque habrá marcas puntuales que directamente duplicarán sus volúmenes de ventas, siempre y cuando los permisos de importación y la disponibilidad de dólares acompañen el ritmo de la demanda.
A modo de ejercicio:
Dentro de este segmento también se ubican modelos de BMW, como el Serie 1 o Serie 3; de Mercedes Benz, como el Clase A o Clase B; de Land Rover, como la Freelander; y algunas versiones de Mini Cooper, como la Countryman, por citar algunos casos.
Son aquellas unidades que, hasta antes del cambio, estaban alcanzadas por la primera escala.
Es decir, la alícuota efectiva del 30% (que en términos prácticos era del 42,8%) y que ahora pasarán a tributar una tasa del 10% (11,1% efectiva).
Si bien experimentarán una baja en dólares, Ernesto Cavicchioli, presidente de Hyundai Argentina, consideró que esa reducción se verá más que compensada por la devaluación.
De modo que, en pesos, los precios se mantendrán respecto de los niveles de hace un mes e, incluso, podrían estar levemente por encima con apenas un leve deslizamiento del tipo de cambio.
Según Dalmasso, lo positivo de la medida es que prácticamente todos los vehículos de producción nacional quedarán fuera del impuestazo y durante algunos meses no correrán riesgos de volver a caer.
“A modo de ejemplo, una unidad como el Ford Focus Titanium pasaría de una alícuota del 10% a una del 0%. Esto va a ser positivo para la industria local”, afirmó el experto, quien aclaró que “el único vehículo producido en el país que seguirá alcanzado por el gravamen será la Toyota SW4, pero en lugar de tributar una tasa efectiva del 42% lo hará al 11,1%, con lo cual es de esperar que baje de precio”.
En el resto de los modelos de marcas generalistas, que venían “aguantando” al filo del tributo, como el Renault Fluence, el Peugeot 408 o el Volkswagen Vento, no sólo no se esperan bajas sino que el salto del dólar y la propia inercia inflacionaria hacen prever, o nuevos ajustes, o un sinceramiento de los valores de venta al público.
Es decir, que en el mercado se terminen oficializando los precios lo que cobran concesionarios, cifras que se ubican un 15% o 20% por encima de los valores sugeridos.
En lo que respecta a los entry level, como es el caso de modelos como el Renault Clio o el Volkswagen Gol, la dinámica de precios se moverá de manera independiente de los cambios en el tributo.
Sin embargo, para Dalmasso, dos factores podrán ayudar a compensar el impacto de la devaluación: por un lado, al recuperarse el dinamismo en el segmento de más alta gama, mejorará la rentabilidad y las automotrices podrán absorber una parte de las subas que afectan a las unidades más baratas. En tanto, la posible mayor oferta de stock también podría funcionar como “amortiguador”.
Para empresarios y analistas, los cambios en el tributo también traerán aparejado un esperado regreso: el de las camionetas 4×4, conocidas como SUV (Sport Utility Vehicle).
Salvo la Honda HR-V y la Toyota SW4, el resto se importa y la gran mayoría –excepto algunos modelos como la Ford Ecosport o la Renault Duster- se vieron golpeadas en su momento por el tributo.
“Seguramente ahora veremos interesantes opciones a buenos precios. El segmento va a volver a estar peleado. Hasta antes de 2014, había un buen abanico de alternativas que promediaban los u$s40.000 o u$s50.000 y que habían saltado hasta los u$s80.000 o u$s90.000. Ni bien bajen, se reactivará la demanda”, afirmó a iProfesional el directivo de una automtoriz asiática.
Según Vignati, con el reposicionamiento de las SUV importadas, “la lógica indicaría que las pick-ups, que habían crecido a muy buen ritmo porque captaron una parte de la demanda, expermenten una moderación en el nivel de crecimiento”.
Por lo pronto, el 2016 arranca para las automotrices con un panorama mucho más alentador que el del año previo. Los directivos se entusiasman y, tal como señala el ejecutivo de una firma europea, «si están los dólares vamos a andar bien».