Los cazadores de cabezas y su Responsabilidad Social Empresaria

ignacio bao cazatalentosLa mejor persona para una organización no es aquella que va por todo; los preferidos son quienes, apoyados en sus valores, pueden aprender del resto

No sólo los extremos son malos, sino que además pueden ser invisibles a los ojos, como lo expresara El Principito. Hay situaciones y procesos que no cambian, excepto de nombre, pero estos cambios no son inocentes. Las palabras son bastante más que una sucesión de letras o sonidos, porque contienen significados más amplios o reduccionistas. Son las connotaciones.

Un ejemplo simple y habitual son los debates sobre el dudoso nombre del área de «recursos humanos», que no es una cuestión puramente formal, sino que etiquetan la ubicación de las personas dentro de una organización. Hoy está en boga la «detección de talentos», que tiene antecedentes próximos y lejanos interesantes. En abril de 2008 hubo una entrevista en el diario El País de Cataluña a un «headhunter», tal como se llamaba hasta esos años. Aquí tenemos una primera observación interesante. El nombre inglés, traducido al español, es «cazador de cabezas», lo que remite inmediatamente a tribus primitivas cuyas costumbres incluían aquella actividad.

En realidad no es así, pero el término se traslada inmediatamente al ámbito empresario sin mayores objeciones morales. Por el contrario tiene connotaciones de guerra y sangre, escenarios que ocupan una curiosa preferencia.

Parte del mencionado reportaje sirve para ilustrar el tema. El entrevistado es Ignacio Bao, elegido el segundo cazatalentos más influyente del mundo en aquellos años. El señor tenía entre sus hobbies favoritos cazar leones, búfalos, rinocerontes, por lo que el traslado de su afición deportiva al negocio le resultó relativamente sencillo. En el reportaje le piden un ejemplo, que él responde con satisfacción: «Una corporación buscaba a un directivo con instinto asesino, un auténtico bastard (preferimos no traducir) obseso sólo por los beneficios. Lo encontré, lo incorporaron: fue un bastard despiadado, se rodeó de iguales a él ¡y aquella corporación creció lo que no está en los escritos!»

Todo bien, todo tranquilo. Es un cazador de cabezas exitoso, nada más, legalmente inmaculado, que recauda varios millones de euros al año. Más recientemente, en nuestros días, podemos encontrar un portal de una consultora colombiana que anuncia, en su primera página, su virtud principal: «Hacemos énfasis en el proceso de seguridad en selección, evitando que personas nocivas se filtren dentro de la organización, causándole daños y perjuicios a la misma».

Es muy importante señalar que la calidad del servicio se basa en el miedo. Hay personas nocivas -no hay definición sobre quién es nociva y quién no- que se «filtran» como la humedad, y pueden causar un desastre. La consultora es un muro de contención que, casualmente, coincide con la propuesta del precandidato republicano en Estados Unidos, Donald Trump, de erigir un muro a lo largo de la frontera con México para contener la inmigración de latinos como nosotros a su país. Más curioso aún, o escalofriante, es que Trump se haya mantenido, hasta hace poco, como el candidato republicano elegido en primer lugar en las encuestas.

La idea del muro, tan festejado en Berlín de 1989 por su derrumbe, sigue en pie. En otras palabras, que se privilegiara a los talentos naturales o culturales y al resto, que Dios los ayude o no, no importa. Hay que tomar partido. ¿Los talentos nacen o se hacen? Hacerlos puede ser un factor importante dentro de la Responsabilidad Social Empresaria. Tiene su costo, pero también su rédito. Por esto mismo hay que tener cuidado con las palabras, que no son inocentes.

Jorge Mosqueira

jorgemosqueira@gmail.com

(fuente: http://www.lanacion.com.ar/1841717-los-cazadores-de-cabezas-y-su-responsabilidad-social-empresaria)

Lectura sugerida por Presidencia del CA – Muchas gracias María Belén Gomez por aportarla.

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