Tal como se menciona en el título, existen numerosas distracciones que pueden favorecer la existencia de siniestros al momento de conducir. Si bien hay algunos en lo que podemos centrar nuestra atención puntualmente, las posibilidades son muchas. Basta pensar en agacharse a recoger algo mientras se maneja, buscar un chicle en la guantera, cambiar manualmente la radio, mirar un cartel publicitario, etc.
Es imprescindible destacar que cualquier acción que aleje al conductor del control de ambas manos al volante, así como también que cambie su campo visual hacia otro punto distinto a la vía en la que transita, o que divida su atención y concentración en otras actividades es sumamente riesgoso e irresponsable.
En nuestro país, por ejemplo se comenzó a pensar que el fumar es uno de los factores que atentan contra la plena atención y el control del vehículo, junto con el uso de celulares (ya sea por llamadas o por mensajes de texto), generando todo tipo de lesiones, donde muchas de ellas podrían ser incluso fatales.
Es verdaderamente difícil poder controlar lo que un conductor hace dentro de su vehículo cuando se trata de acciones internas, interpersonales o comunicacionales que no son susceptibles a pruebas, tal como sucede con los aparatos detectores de consumo de drogas y alcohol, por lo tanto es el oficial de policía quien debe identificar al conductor “in fraganti” escribiendo un mensaje de texto o hablando con su teléfono celular, para que la multa pueda ser efectuada. Siendo sinceros con la realidad que nos circunda y que se evidencia ante nuestros ojos, sabemos que los controles en nuestro país sobre las normas de seguridad vial son insuficientes. Da la sensación de que através de las leyes se intenta atacar la problemática de los siniestros desde muchos puntos en simultáneo (respeto por las velocidades máximas, control del alcoholemia, uso del cinturón de seguridad y muchas otras), sin que ninguna tenga la profundidad y el compromiso para un adecuado y efectivo control.
Esto hace que las sanciones frente a factores tan usuales actualmente como el uso del celular, el consumo de tabaco mientras se maneja, etc., sean percibidas como cuestiones mínimas, molestias sin sentido. El razonamiento es: “Si no sancionan al que va sin cinturón, sin patente, sin luces… me van a sancionar a mi por estar escribiendo un mensaje?”. De esta manera la conciencia de riesgo disminuye ya que no se considera a estas medidas serias ni tendientes a cuidarnos. Cabe destacar también que no es lo mismo detectar un vehículo sin patente o sin luces (estímulos evidentes a simple vista), que detectar una acción efectuada por una persona dentro del mismo. No podemos pensar que la responsabilidad debe caer sobre la policía y sus controles únicamente. Es sumamente importante que el hecho de escribir mensajes mientras se maneja sea considerado una grave infracción ya que pone en riesgo al conductor y a terceros, pero no hay que perder de vista que hoy en día no existe un cumplimiento lógico en las prioridades a tener en cuenta. Si se trataran las normas viales con la seriedad que se merecen, la población no tendería a pensar que las multas son molestias o gestiones para la recaudación.
Hoy en día la tecnología forma parte de nuestras vidas de modo casi permanente y solamente contamos con el criterio individual y la conciencia de riesgo que cada uno tenga para hacer un uso responsable de la misma. En el artículo, hemos leído que a pesar de la prohibición del “mensajeo”, los choques han aumentado y esto se debe a que los conductores, por temor a ser multados, escriben mensajes a escondidas, lo cual termina siendo aún más peligroso. A modo sintético, la tecnología está destinada a facilitar nuestra vida, ¿pero nos beneficia verdaderamente en todos los ámbitos y lugares? Reconsideremos los mensajes de texto.
Si acudimos al sentido común (y para muchos a la experiencia personal), sabemos que al hacerlo, nuestra atención fluctúa entre la visión de letras y pantalla con la visión de la vía de transporte.
También sabemos que al menos una de las manos que debería estar controlando la dirección del vehículo mediante el volante, está siendo utilizada para escribir.
Una visión parcial de la carretera sumada a un control insuficiente del volante y a una atención dispersa entre dos actividades que requieren del mismo sector del cerebro, no puede dar un resultado positivo. Si la mayoría de personas considera aberrante e irresponsable quedarse dormido mientras se maneja con criterio compartido de la alta peligrosidad que esto implica, ¿cómo no considerar aberrante perder el foco en la adecuada conducción para centrarse en un mensaje de texto?
Si usted estuviera en un vehículo manejado por una persona que se está quedando dormida (de a momentos agacha la cabeza y cierra los ojos y de a momentos mira la vía), ¿no sentiría que está poniendo en riesgo su vida y lo repudiaría?
¿Qué diferencia hay con esta acción de agachar la cabeza para escribir un mensaje a escondidas? El acto de escribir mensajes de texto como conductor debería ser repudiado en primera instancia por el grupo que forma parte del vehículo conducido, dado que atenta contra la seguridad de TODOS los integrantes y de otros peatones y conductores ajenos a esta acción irresponsable.
Lo correcto sería detenerse, escribir el mensaje con tranquilidad y continuar el viaje. Si no está en condiciones de detenerse, y sin ser fatalista, sino realista en función de las investigaciones realizadas, tendrá que considerar si su vida es más importante que ese mensaje y allí obtendrá la respuesta. La tecnología avanza a un ritmo muchísimo más acelerado que el control que podemos hacer sobre la misma, lo cual nos expone a conductas no siempre acertadas (pensemos en los contenidos inapropiados para menores en Internet, la descarga ilegal de música, películas, lo cual sigue siendo un tema que no encuentra solución efectiva).
El uso de celulares es y seguirá siendo un tema de ascendente importancia y peligrosidad al momento de conducir. No esperemos las multas, la responsabilidad por el uso inadecuado de estos instrumentos no depende únicamente del control policial ya que pensar eso sería irreal y nos destinaría a la frustración, somos cada uno, en nuestra individualidad y libertad de acción quienes debemos asumir que de nosotros depende cuidarnos. El tema debe implantarse en el seno de la educación, ser discutido en las comunas y barrios del país, poner en juego todo un movimiento de concientización social. El momento es ahora y la clave está en la concientización y educación.
Fuente: OVILAM – Lic. Rocío S. Pons
M.N.: 47769