Empresas verdes y bonos de carbono

(f) Empresas verdes y bonos de carbono

Son varias las razones que pueden llevar a que una empresa sea considerada «verde», «sostenible», o «amigable con el medio ambiente».

En líneas generales con ello se hace referencia a que una empresa ha adoptado una política empresarial tendiente a la puesta en ejecución de medidas que evitan (al menos minimizan) los efectos nocivos que su actividad ocasiona al medio ambiente. Y que además ha actuado en este sentido más allá de lo que le exige la normativa ambiental, es decir que en materia ambiental, ha hecho más de aquello a lo que se encuentra obligada.

A nuestro entender, podemos dividir a las acciones que una empresa puede realizar en esta línea en tres grandes bloques:

a) acciones que tiendan a la reducción o minimización de su «huella ecológica», es decir del daño o impacto ambiental en general que causa la empresa con su actividad empresarial (e.j: mejoras de eficiencia energética, reemplazo de bolsas plásticas por otras orgánicas o biodegradables, medidas de disminución de la contaminación acústica o visual, etc.).

b) acciones que tiendan a la reducción o minimización de su «huella de carbono», esto es de los gases de contaminantes que su actividad libera a la atmosfera [al ser dichos gases -principalmente el CO2- causantes del efecto invernadero que provoca el cambio climático del planeta] (e.j.: reemplazo de combustibles fósiles por energías renovables, etc.).

c) acciones de «compensación de su huella de carbono», esto quiere decir que, al no poder la empresa, por las características especiales de su método de producción o negocio, suprimir o disminuir la emisión de gases contaminantes a la atmosfera (gases de efecto invernadero �GEI-) que provoca su actividad, ha optado por llevar adelante acciones paralelas orientadas a la disminución de GEI aunque sean distintas a las comprendidas en su actividad comercial, (e.j.: inversión en un proyecto de reforestación local de una comunidad determinada, inversión e impulso de un proyecto de generación de energía por descomposición de biomasa de un cultivo agrícola, etc.). Es decir, que dicha empresa «compensa» todo o parte de los GEI que origina con su actividad poniendo en marcha, o invirtiendo, en otra actividad o proyecto capaz de reducir emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.

Si la empresa logra compensar la totalidad del CO2 que genera hablaremos de una empresa «carbono neutral» o de «emisiones contaminantes cero».

Ahora bien, estas acciones «sostenibles» o «amigables con el medio ambiente» pueden ser realizadas de un modo unilateral por la empresa. Es decir sin recurrir a otra entidad u organismo que acredite que las acciones llevadas a cabo producen un real y probado resultado descontaminante o minimizador del impacto ambiental. En este caso los efectos de las medidas sostenibles implementadas, además de ambientales, son sólo de marketing, de responsabilidad social corporativa (RSC), o de «imagen verde». En su consecuencia, la cantidad de CO2 (carbono) que la empresa logre reducir carece de validez comercial externo a la misma.

Sin embargo, puede ser que por razones de ingreso en determinados mercados internacionales, de imagen institucional, etc., la empresa necesite que el «logro ambiental» que ha obtenido tenga una validez formal ante terceros en el ámbito nacional o internacional. En este caso será necesario que su actuar sostenible se encuentre respaldado o avalado por un organismo acreditado al efecto quien se encargará de certificar la efectividad de las acciones que ha llevado a cabo la empresa en materia ambiental.

Si lo que la empresa desea es acreditar o certificar sus acciones sostenibles en general, puede recurrir a distintos mecanismos de certificación como la certificación de la gestión ambiental (ISO 14001); la certificación de ecodiseño (ISO 1006); la certificación de eficiencia energética (ISO 50001); la certificación de sistema de gestión forestal, la certificación de productos y servicios, entre muchas otras. Dichas certificaciones se encuentran gestionados y otorgadas por diversos organismos nacionales o internacionales como ser: LRQA Business Asurance, Bureau Veritas, la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR); el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM), por mencionar sólo algunas de ellas.

Sin embargo, si lo que necesita es validar la reducción de CO2, hablamos de la obtención de «bonos de carbono», es decir unidades certificadas o verificadas de reducción de CO2. Éstas pueden ser utilizadas en forma interna por la empresa o frente a terceros con un valor comercial o transaccional.

En el primero de los casos la utilidad es simplemente de imagen verde, responsabilidad corporativa, etc, similar a como hemos visto anteriormente.

En el segundo caso la vía a elegir dependerá a su vez de si el bono de carbono se utilizara para su comercialización en el mercado regulado o en el voluntario.

Los mercados de carbono regulados son los que tienes validez oficial y se encuentran «reglamentados» por las normas la Organización de las Naciones Unidas (ONU) u otros países o uniones de países (como el Mercado Europeo de Derechos de Emisión �EU ETS por sus siglas en inglés-).

En el primer caso se deberá seguir las metodologías y procedimientos establecidos por la Convención de las Naciones Unidas para el Cambio Cllimático -UNFCCC- (fundamentalmente en el Protocolo de Kyoto). Si se trata de una empresa ubicada en un país incluido en el Protocolo de Kyoto, considerado en el mismo como país en vías de desarrollo (no Anexo I), dichas metodologías serán las correspondientes al Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL).

En el segundo caso, es decir mercados de carbono regulados por determinados países o uniones regionales, se debe cumplir la regulación establecida para la comercialización en cada uno de ellos (en el caso del mercado europeo, las Directivas Comunitarias de la Unión Europea (UE)y que a su vez han sido adoptadas por cada uno de los países integrantes de la UE).

Ahora, si nos encontramos en el mercado voluntario, se debe seguir las metodología establecida por algunas de las entidades u organismos acreditados para realizar la certificación, como ser Gold Estándar, VCS, Plan Vivo, Carbón Clear, Rainforest Alliance, etc.

El organismo o entidad certificadora será la encargada de constatar y acreditar que la reducción de CO2 se produjo efectivamente al haber implementado la empresa reformas sostenibles, y pautadas, en su proceso productivo o ha puesto en marcha un mecanismo o proyecto que ha logrando la reducción efectiva de una determinada cantidad de unidades de gases contaminantes a la atmósfera. Cada unidad certificada de reducción de emisión de CO2 se denomina CER («certificado de emisión reducida» o «Certified Emission Reductions») y equivale a 1 tonelada de CO2 reducida. Si la unidad corresponde al mercado voluntario hablamos de una unidad de reducción de emisión de CO2 verificada, conocida como VER (Verified Emission Reductions).

Cabe señalar que si la empresa en cuestión no desea, o no tiene los medios para implementar por sí misma un proyecto dirigido a la reducción certificada de CO2, puede: a) invertir en proyectos de este tipo llevados adelante por otras empresas u organizaciones; b) adquirir dichas unidades certificadas de reducción de CO2 a otras entidades públicas o privadas que se dedican a la compraventa de las mismas, o bien a financiar y/o facilitar su producción (p.e: Fondos de Carbono entre otras), o c) adquirir dichas unidades a empresas que han implementado un proyecto para reducir emisiones de CO2 certificadas, y venden, en el mercado de carbono, el exceso las mismas que no necesitan para compensar sus propias emisiones.

Como hemos podido observar, la adopción de una política empresarial verde no sólo trae beneficios ambientales, de responsabilidad Social Corporativa (RSC) o de «imagen verde» a la empresa, sino que también puede generar beneficio económicos a la misma. Por ejemplo con el ahorro de costes por adopción de sistemas de eficiencia energética, con la incorporación de nueva tecnología sostenible, o incluso con la venta de certificados de reducción de CO2 (bonos de carbono).

Para finalizar este brevísimo resumen en el siguiente cuadro un resumen ejemplificativo de dichos beneficios:

Empresa verde

Beneficios y motivaciones de la empresa

� Acceso a nuevos mercados.

� Acceso a contratación pública «verde».

� Ahorro de dinero/costes de producción a raíz de la mejora en eficiencia energética.

� Anticipación a la regulación que vendrá.

� Colaboración a la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.

� Competitividad en el mercado internacional.

� Inversión.

� Marketing.

� Posibilidad de obtener beneficios económicos de la venta de unidades certificadas de reducción de CO2 (bonos de carbono).

� Posicionamiento como «empresa verde».

� Relaciones públicas e imagen.

� Responsabilidad social corporativa (RSC)

� Venta de productos neutros en carbono.

Fuente: Sustentator

(fuente: http://www.entreriosrecicla.org.ar/prensa)

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