Más de 100 cooperativas españolas nucleadas en el grupo Mondagrón firmaron un acuerdo con las vitivinícolas de Fecovita para explorar acuerdos comerciales.
Con una facturación anual de 12.000 millones de euros, el grupo español Mondragón con sede en el País Vasco es hoy la principal cooperativa industrial del mundo, con presencia también en finanzas, consumo, innovación y educación. Agrupa a 102 cooperativas, con 140 filiales en el exterior, y 74.000 trabajadores.
«Cada una de las cooperativas es autónoma, las decisiones las toman sus socios, y el 85% de los trabajadores son socios propietarios, no importa si es una cooperativa industrial, de crédito, de consumo o un centro de investigaciones», explicó Ander Etxeberría, a cargo de la difusión cooperativa del grupo, que llegó a la Argentina para intercambiar conocimientos con miembros de la Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Fecovita) y también abrir la puerta a posibles negocios.
Etxeberría también se reunirá con autoridades del ministerio de Agricultura y visitará cooperativas de Mendoza.
«La idea es buscar un ámbito en este primer momento educativo y luego lo podemos potenciar en otros ámbitos», destacó Eduardo Sancho, presidente de Fecovita.
Mondragón, por ejemplo, cuenta con una red muy fuerte de supermercados (Eroski) con más de 1600 sucursales. «Podemos aprovechar una cooperación a más largo plazo para fortalecernos comercialmente», agregó Sancho.
Etxeberría explicó que el modelo de socios de Mondragón funciona como una democracia directa, ya que cada socio que trabaja en la empresa tiene un voto en la Asamblea General, donde anualmente se toman las decisiones más importantes del grupo. «En el día a día tenemos una democracia representativa donde aquellos compañeros que hemos elegido en Asamblea General componen el Consejo de Administración», señaló.
De los beneficios que obtienen las empresas, al menos el 10% se destina a actividades sociales grupos deportivos, culturales y ONGs mientras que la mayor parte queda en la empresa como reserva y el resto se reparte entre los trabajadores.
«Lo hacemos de una manera mucho menos desigual que las empresas no cooperativas. En nuestras empresas, el director general gana como mucho seis veces más que el que menos gana», detalló. Muchas de las cooperativas están situadas cerca de la ciudad de Mondragón, en el País Vasco, en el valle del Alto Delva, que según precisó Exteberría, es la región con más bajo desempleo de España, menor desigualdad y mayor índice de inversión en investigación y desarrollo.
«Otro de los grandes compromisos dentro del grupo es que el 14% del beneficio bruto de cada cooperativa va a la corporación y esos fondos se usan para crear nuevos negocios para ayudar a cooperativas sin ánimo de lucro (universidad, escuelas y centros de investigación) y a las cooperativas que están en crisis. Una empresa puede desaparecer, pero el Plan B es recolocar a todos sus empleados en el grupo».
En diálogo con El Cronista, Etxeberría explicó las posibilidades que encuentra en la Argentina para este modelo:
¿Cómo evalúa la situación económica de la Argentina?
Entiendo que la cosa va mejor y que está en un momento propicio para que se cree más empleo.
¿El modelo de cooperativas se puede aplicar en mercados muy concentrados?
Nuestras empresas, allá donde estén, tienen que ser competitivas, si no desaparecen.
¿Cómo atravesaron las compañías del grupo la crisis de España?
Afortunadamente, antes de la crisis, nuestras empresas (sobre todas las industriales) venían exportando mucho y se vieron menos afectadas. Hoy, en el grupo Mondragón, la media de exportaciones es 70% fuera del Estado español. Los datos macroeconómicos dicen que la crisis se ha superado, aunque la gente dice yo no lo noto.
¿Qué desafío tiene hoy el modelo cooperativo?
Tenemos desafíos permanentes. Uno es la financiación. Al ser cooperativa, el dinero viene de lo que hemos ahorrado o de lo que le pedimos a los banco, no salimos a la Bolsa porque si nos dan dinero, los mercados financieros piden poder y en nuestro caso es un socio un voto. Siempre tenemos que pensar alternativas. Otro es la educación y el problema demográfico, cada vez hay menos jóvenes que encajan con los perfiles que necesitamos.
Fuente: Cronista