Cuáles son las herramientas del lenguaje más adecuadas para expresar de la mejor manera los problemas.
“Las emociones se quedan en casa”. Alguna vez todos hemos escuchado esta frase en el trabajo. Hoy está cambiando y, cada vez más, las empresas se están interesando por las emociones y estados de ánimo de sus empleados.
A raíz de la aparición del concepto de inteligencia emocional, hace algunos años, las empresas se han dado cuenta que no puede separarse la cabeza de la emoción. Tal vez pueda dejar el problema en casa, pero la emoción o el estado de ánimo nos acompaña siempre. También empezaron a exigir que sus empleados sean emocionalmente inteligentes, con cierto tinte de exigencias de “comportamiento esperado”
Otras veces no son las emociones que traemos de casa, sino las que se suscitan en el trabajo. El jefe que no me trata como yo quisiera, el empleado que no cumple con la tarea, el compañero que no me ayuda, el de la otra área que no tiene iniciativa. Todos estos son casos de acciones generadas por los demás. Pero también podemos tener un descontento con nuestro puesto, con nuestros horarios, nuestro sueldo, o con la política de recursos humanos. Y otras causas más.
Esto nos lleva a la dicotomía de si debemos plantear estas situaciones o no y, si decidimos hacerlo, cómo lo haremos. Cuando hay emociones de por medio la asertividad brilla por su ausencia. No es lo mismo un simple debate técnico en una mesa de ingenieros, que sentarme en la oficina de mi jefe a reclamar un mejor trato.
¿Por qué deberíamos expresar nuestras emociones?
1- Una de las razones es por la propia salud. El soportar un estado emocional que provoque tensión, ansiedad, angustia o estrés nos enferma, tanto física como mentalmente.
2- Otra razón es para que los demás comprendan mi comportamiento. En términos evolutivos, la expresión emocional tiene el valor de hacerle saber al otro, lo que me está sucediendo. Actualmente esto ya no está bien visto y se trata de no mostrar el estado emocional. Sin embargo, los demás podemos percibir que algo no anda bien en nuestro colega. Por eso es importante poder manifestar lo que nos sucede.
3- Y, por último, expresan las emociones generadas no solo por un problema, si no por la raíz del problema, hecho de forma inteligente, nos conduce a una posible solución del mismo.
¿Cómo expresar nuestras emociones “correctamente”?
Cuando se trate de un compañero amigo no habría mayores problemas. Sin embargo, tengamos en cuenta que los hombres no somos propensos a expresar nuestros sentimientos. Muchas veces nos encontramos hablando mal de este y de aquel y, en estos casos, deberíamos preguntarnos si no somos nosotros los que estamos mirando al mundo mal. ¿Desde qué estado de ánimo estoy trabajando ese día?
Pero nos ocupa más el tema de expresar nuestras emociones cuando queremos hablar con esa persona con quien tenemos el problema. O con alguien que representa a la empresa, si el problema es con ésta.
Por suerte, el lenguaje tiene herramientas muy interesantes para poder expresar de forma adecuada el problema, y lo que siento por el problema.
1- Hablar desde el Yo. Esto significa hacernos cargo de lo que nos pasa. Es una pauta lingüística incorporada desde la Gestalt. Decimos normalmente, “me duele la cabeza”, como si la cabeza estuviera en otro lado o no fuera mía, cuando deberíamos decir “Me duele mi cabeza”. De la misma forma, en vez de decirle a un empleado nuestro “Tu me sacas de las casillas”, “Tu me haces enojar”, “Me hacer perder la paciencia”, frases en donde estamos depositando la culpa y responsabilidad en el otro, deberíamos decir “Es que me salgo de las casillas”, “Lo que pasa es que me enojo”, “Es que pierdo la paciencia”. Ahora bien, esto no es suficiente, pero aplaca lo que interpreta el oyente.
2- Distinguir identidad de conducta. No es lo mismo decir “Tu eres un mentiroso” que decir “Tu me mentiste”. A la empresa podemos reclamarle que es una compañía incumplidora, pero también podemos decir “Prometieron X cosa, y no cumplieron”
3- La comunicación no verbal, es la más importante. Pasamos mucho tiempo pensando que decir, y descuidamos nuestra forma de decirlo. ¿Estás subiendo el volumen de voz? ¿Estás hablando más rápido de lo normal? Estos son signos de enojo. ¿Tu cuerpo está hacia delante o hacia atrás?
4- Relacionado con el punto anterior, es muy importante verificar los estados de ánimo, previos a una conversación. Los estados de ánimo actúan como un filtro. Lo es lo mismo como vemos al mundo desde el enojo, que desde la tranquilidad o la tristeza. No es conveniente buscar conversar luego del incidente. A veces no queda opción, pero si se puede, buscar calmarse. Al empezar la conversación, prestar atención a las señales no verbal que emitimos. Esto nos indica que nuestro estado emocional está cambiando
5- Valida la emoción de los demás: último pero tal vez el más importante. Cuando queremos expresarnos, es posible que la otra persona se ponga a la defensiva. Y a veces mejor un buen ataque que una defensa. Entonces, lo que tenemos que hacer es validar como se sienta el otro. No significa que estoy de acuerdo, significa “sé que estás así”. Esto hace que la otra persona baje sus defensas para que podamos conversar.
Fuente: http://www.apertura.com