Un estudio advierte que en los próximos años se avecina un deterioro de la libertad colectiva y un aumento de la vigilancia individual. Según expertos, la tecnología necesita alinearse con los valores humanos para evitar caer en una “sociedad de vigilancia”.
Internet es una herramienta social que, empleada correctamente por gobiernos y privados, fomenta la igualdad de oportunidades, crea puestos de trabajo y garantiza el acceso universal al conocimiento.
A modo de control y salvaguarda, la Internet Society (ISOC) es una organización sin fines de lucro que vela por el desarrollo, la evolución y el uso abierto de la red . Para celebrar su 25 aniversario, publicó Paths to our Digital Future, un estudio en el que alerta que en los próximos 7 años, se avecina un drástico deterioro de la libertad colectiva y un alza de la vigilancia individual.
El hecho más preocupante es que la soberanía de Internet, considerado como uno de los pilares de su funcionamiento, continuará disminuyendo en todo el mundo debido a la intromisión de los gobiernos, a la parálisis en su funcionamiento por ataques cibernéticos y al intento por regular sus contenidos.
A esto se le suma el refinamiento de las técnicas para recolectar datos mediante sensores, algo que podría desembocar en una “sociedad de vigilancia”.
Los expertos señalan que, tanto la inteligencia artificial como la llegada de Internet de la cosas transformarán economías y comunidades enteras, con la misma velocidad con que las tecnologías de la información y la comunicación impactaron en la sociedad en los últimos años.
“Aunque no hay garantías de lo que nos espera, sabemos que la humanidad debe estar en el centro del Internet del mañana. Internet debe continuar beneficiando a la gente y creando nuevas posibilidades sociales y económicas para satisfacer el principio sobre el cual se creó”, indica Sally Wentworth, vicepresidente de Política Global para Internet Society.
En los próximos 10 años, Internet afrontará un periodo de cambio sin precedentes. Así, la economía de Internet evolucionará impulsada por innovaciones tecnológicas y por nuevas oportunidades de negocio. El canon predominante será el de la conexión total y ningún sector de la economía podrá quedar al margen.
Sólo aquellos que se adapten rápido al cambio tendrán éxito.
Lo que implica que los modelos de negocio y la naturaleza del trabajo, tal como se conocen actualmente, se verán seriamente afectados. Lo que resta determinar es si esta evolución seguirá favoreciendo a las plataformas existentes –basadas en el modelo de usuario– o se desplazará hacia el otro extremo, dejando en el centro al mundo empresarial.
A medida que la dependencia a Internet sigue en aumento crecen también los desafíos de seguridad y las vulnerabilidades. Por lo tanto, las brechas digitales del futuro ya no medirán qué naciones son las que garantizan el acceso a Internet, sino cuáles son los países capaces de proteger sus activos de los ataques virtuales y aquellos que carecen de respuesta contra los hackers.
“Descubrimos que las personas comparten en igual medida un sentimiento de optimismo y desilusión respecto al futuro de Internet. Aunque no hay garantías de lo que nos espera, sabemos que la humanidad debe estar en el centro del Internet del mañana. Deberíamos poner atención a las advertencias de este informe y empezar hoy mismo a tomar las medidas que nos ayudarán a mantener Internet funcionando para todos, en todas partes, en el futuro”, finalizó Wentworth.
Y si bien nadie pone en entredicho los beneficios de la IA, todavía hay una gran incertidumbre sobre cómo se va a gestionar su ejecución. Para que el cambio no afecte a los individuos, la tecnología necesita alinearse con los valores humanos en todas las etapas del diseño, desarrollo y despliegue de estos sistemas.
El eje de la discusión debe estar en la delegación de la toma de decisiones a las máquinas, la falta de transparencia y si el cambio tecnológico superará el desarrollo de normas de gobierno y políticas, ya que las compensaciones para los individuos y las sociedades no están claras. Mientras que la innovación trae oportunidades, el cambio a un mundo hiperconectado plantea cuestiones clave e incertidumbres para el futuro.
Fuente: Clarín